Ya es otoño, así que, en espera de poder hacer balance completo del año, sí que es posible echar la vista atrás y exclamar: ¡qué desastre de temporada festivalera! Charlamos con los responsables de Sonorama Ribera, Tomavistas, Bay Of Biscay, Contempopránea, PortAmérica, Santander Music, Ebrovisión, MUWI… para conocer su situación e inquietudes.
Es oficial: ya es otoño. También es oficial: 2020 está siendo un año desastroso. En lo sanitario, lo más importante, no vamos a ahondar. No hoy. En lo económico… ¿sabían que BI FM es una página de «música, cultura y ocio»? Pues imagínense la temporada que llevamos, encaminada al abismo de la mano de artistas, managers, promocioneros, técnicos, programadores, promotores, festivales…
Y es ahí, en los festivales, donde queremos parar hoy. En un país en el que el impacto de la música en vivo en la economía asciende a 5.600 millones de euros (según datos de OBS Business School, 2018), y genera 300.000 empleos directos e indirectos (según la Unión de Asociaciones Empresariales de la Industria Cultural Española), en un lugar donde, hasta hace un año, se celebraban unos 900 festivales por temporada, muchos de ellos con asistencias que se contaban por decenas de miles e impactos económicos que se calculaban en opulentos millones, la práctica cancelación de todos los eventos de este tipo (o su adecuación, en el mejor de los casos, a formatos mucho menos exuberantes) no puede más que resumirse en una palabra: ruina.
Y, aunque aún puede ser «prematuro» hacer valoraciones ante «tanta incertidumbre» (extremos sostenidos por los responsables de festivales como Primavera Sound, Resurrection Fest o Bilbao BBK Live), son muchos los organizadores de eventos musicales (desde asociaciones culturales sin ánimo de lucro a grandes promotoras) que han querido darnos su opinión acerca de la situación en la que se halla sumido el sector.
Desde Aranda de Duero (Burgos), sede del multitudinario Sonorama Ribera, Javier Ajenjo, su director, no duda en reconocer que suspender el festival (y todas sus variantes) ha supuesto «algo duro a nivel emocional y a nivel económico», más aún, por lo «inesperado» del contratiempo. Habituado a las «miles de cosas que pueden pasar en cualquier festival o evento», estima, sin embargo, que «nadie» podía esperar algo así. En cifras: de los 4 millones de presupuesto estructural, «alrededor del 10%, 400.000 euros», se han perdido sin llegar a realizarlo. En cuanto a puestos de trabajo, hablaríamos de «unos 800 directos durante el festival», si bien algunos de ellos («50 del equipo más cercano») han podido salvarse mediante otro tipo de eventos adaptados como el ciclo Viva la Vida, el cual les ha permitido «salvar un poco los tres meses de verano».
Otro festival burgalés, su primo hermano Ebrovisión, de Miranda de Ebro, gestionado por la Asociación Cultural Amigos de Rafael Izquierdo, habla por boca de Ramiro Molinero, su director: «Nuestras pérdidas son elevadas, complicadas de asumir si no tenemos ayudas de las instituciones», alerta. En cuanto a trabajadores, «cerca de 200 en los días del Ebro», es decir, los del primer fin de semana de septiembre. A comienzos de octubre tampoco podrán llevar a cabo el Miranda Urban Festival, su apuesta por «el hip hop, el reggae y la música de fusión», pero sí que han llegado a organizar algún pequeño concierto, de aforo reducido, que Molinero cataloga como «extremadamente seguro»… pero «deficitario». Con todo, asegura que lo que más le «duele» es la «pérdida económica para la ciudad», nudo de comunicaciones entre Castilla, Euskadi y La Rioja.
Desde Logroño, Ricardo Moreno, de Impar Eventos, habla en nombre de MUWI La Rioja Music Fest, el festival que combina música y vino a finales de agosto con las Bodegas Franco-Españolas como base de operaciones. Ellos intentaron «anticiparse» para lograr que el MUWI fuera «piloto» para la celebración de eventos multitudinarios, pero todo se fue al traste por el «repunte» de la COVID-19. Con todo, las pérdidas económicas «no han sido elevadas a nivel organización», pero «más notables a efectos de dinamización de una ciudad y puesta en valor de una región», contextualiza. Alrededor de 90 personas no han podido trabajar este año, en el que han descartado programar eventos adaptados dada la «inseguridad normativa». Para Moreno, las normas «cambian todas las semanas, con un nivel de falta de coordinación entre administraciones increíble».
Una vez cruzado el Puente de Hierro logroñés, el País Vasco se encuentra a dos zancadas. Ya en Álava, nos hubiese gustado contar con las palabras de los responsables del Azkena Rock Festival, pero sus organizadores, Last Tour, son los mismos que los del BBK Live, por lo que tendremos que esperar a otro momento para poder sacar conclusiones.
Quienes sí que las tienen son, desde Bizkaia, Amets Rodríguez (directora del Bay Of Biscay de Bermeo) y Luis Herrera (responsable de booking de la promotora bilbaína Muskerra y una de las patas sobre las que se sostiene el festival Bilboloop). Para Rodríguez, las cancelaciones han traído un «efecto cascada» que no solo ha llevado a la inactividad a un equipo de trabajo que tiene una «estructura estable durante todo el año», sino también a «artistas, técnicos, proveedores…». Herrera, por su parte, incide en el hecho de que «no hay ingresos, pero sí gastos que asumir», algo que lleva a una promotora pequeña como la suya a trabajar sin margen de beneficio, centrándose en «reprogramar lo cancelado»… y esperar tiempos mejores: «no puedes hacer muchos planes de futuros conciertos con el panorama que tenemos encima», resume.
Desde la vecina Gipuzkoa, otro programador local, Iñaki Estévez, cara visible de la promotora y oficina de management Nordika Producciones y exdirector del Irun Rock (festival que ya fue cancelado en 2019 por «falta de patrocinio»), tasa en «un 100%» el porcentaje de eventos propios que ha tenido que anular, en «un 90%» el número de producciones para otras empresas que han sido suspendidas y en «otro 90%» la caída de conciertos de sus artistas representados. Así, se prepara para un balance anual con una «bajada del 90% de la facturación». Hechos los números, toca «replantearse el trabajo de cara al año que viene», que, por cierto, «pinta parecido, si no igual», según su previsión.
Alberto Zubizarreta, director del cántabro Santander Music, también hace hincapié en los «costes fijos» que han de soportar las promotoras, a pesar de enfrentarse a un año «sin ingresos» y, por lo tanto, de «pérdidas inapelables». Un annus horribilis que, de no confirmarse como un simple bache, «conllevará la desaparición de puestos de trabajo y la quiebra de innumerables pequeñas y medianas empresas», vaticina. Por ahora, Zubizarreta trata de amortiguar el golpe con «eventos que cumplen los actuales aforos y las directrices sanitarias», pero, como muchos de sus compañeros, advierte: «carecen de rentabilidad». Así las cosas, no parece tener mucho sentido organizarlos «sin el apoyo de patrocinios tanto privados como institucionales», más cuando el «riesgo de cancelación» por parte de las Autoridades es «alto», alerta.
Desde Galicia, Carlos Rodríguez, subdirector de Esmerarte (agencia encargada de producir y organizar eventos tan importantes como el PortAmérica de Caldas de Reis o el O Son Do Camiño de Santiago de Compostela), nos confirma que la pandemia les ha obligado a cancelar «todos» sus eventos, por lo que 2020 es un año «económicamente perdido». Por ello, con la plantilla en ERTE, agradece poder «capear la tormenta», pero, ¿qué pasará si no se prorrogan? «No sabemos cuánto podríamos aguantar», responde apesadumbrado. ¿Lo positivo? Pues, que si es posible llamarlo así, «no se ha perdido nada más» porque en su empresa «no se ha optado» por los eventos adaptados. «Al no haber ninguna garantía laboral ni jurídica», estima, han preferido «no arriesgar una situación ya de por sí complicada». ¿Habrán acertado? «Visto lo visto y tal y como están gestionando el asunto muchos ayuntamientos, se ha hecho lo correcto», reflexiona.
Quienes sí que querían realizar eventos adaptados y, de hecho, esta semana están llevando a cabo uno de ellos en IFEMA (a razón de dos conciertos y un DJ set por día), son los responsables del madrileño Tomavistas. Pospuesta su sexta edición de mayo a septiembre, cancelada finalmente, renacida como Tomavistas Extra, suspendida casi a última hora y reubicada ahora en la Feria de Madrid, su sola celebración ya es un éxito. José Gallardo, su director, habla de «frustración» cuando recuerda el proceso. «Ajustados a la normativa de seguridad, distanciamiento social, higiene, reducción de aforos y trazabilidad de contactos de los compradores de entradas», achaca a «decisiones políticas controvertidas» el vaivén de fechas y recintos, «por si no había sido poco el esfuerzo y una dedicación de recursos inmensa», apostilla.
Para Tomavistas, 2020 ha significado «un gran retroceso», dadas las «expectativas», tanto para el festival como para la empresa organizadora, a comienzos de año. «Cuesta mucho llegar a ese punto», asevera Gallardo, y «de golpe», señala, «te vas prácticamente al principio de todo, a estar de nuevo en la cuerda floja». Una «evolución de proyecto» que se ha ido al garete y una serie de gastos que, desgrana, van del «día a día» a «adelantos a bandas», pasando por «gastos de empresa perdidos, gastos de comunicación que no han rentado, etcétera». En resumen, «400 personas sin ingresos y todo el plan financiero por los suelos sin que las autoridades hayan mostrado una actitud de comprensión y ayuda real a un sector que no consideran valioso», sentencia.
En la cuerda floja lleva muchos años el extremeño Contempopránea, el autodenominado «festival de la escena indie», y que este año iba a celebrar nada menos que su flamante 25º aniversario. No ha podido ser, claro. Su director, Agustín Fuentes, habla de «muchas pérdidas» cuando le preguntamos por su balance, el cual también se ha visto afectado por el descalabro de terceros. «Algunas empresas del sector han quebrado y no han podido devolvernos los anticipos», desvela. Además, «muchos puestos de trabajo se han perdido, tanto directos como indirectos», en una zona, la de Aburquerque (Badajoz), tradicionalmente más dada a la chacinería que a los espectáculos en vivo. Así, Fuentes da por «perdido totalmente» el año y cataloga de «anecdóticos» los eventos adaptados en los que han «estado u organizado».
Para otro festival extremeño, Extremúsika, trabaja Enka Tripiana, responsable de Comunicación y Marketing de Wild Punk. En la agencia granadina también han tenido que hacerse rápido a las circunstancias, «inventando nuevos formatos adaptables pero no rentables», pues anteponen el poder «seguir trabajando» al posible beneficio económico. Por suerte, su empresa ha podido «realizar / trabajar» algunos eventos adaptados como el Ciclo Conciertos en la Cuarta Fase, el Festival Tendencias y, finalmente, la Bienal de Sevilla.
¿Y SI 2021 ES IGUAL?
SONORAMA (Javier Ajenjo)
«Somos especialistas en reinventarnos, para nosotros las dificultades que han surgido en estos 25 años han sido numerosísimas y seguramente tendremos que, como hemos hecho este verano, hacer las cosas de otra manera y reinventarnos y seguir dando de comer a toda la gente que depende de nosotros. En cuanto al festival, si la situación sigue igual nos plantearíamos devolver absolutamente el dinero de las entradas y plantearnos una situación en la que pudiésemos realizar el festival como nosotros consideremos que se debe realizar y como imaginamos. No imaginamos un festival con un aforo muy pequeño y unas circunstancias que no puedan permitir lo más importante que tenemos aquí, que es tratar de hacer feliz a la gente, que la gente venga a disfrutar de Aranda, a comer lechazo y beber vino de Ribera y eso es algo irrenunciable. Si no podemos hacer el festival así, no lo haremos».
EBROVISIÓN (Ramiro Molinero)
«Nosotros somos una asociación cultural sin ánimo de lucro y las cosas se ven un poco diferentes y son diferentes. Pero, sin el apoyo institucional en parte de las pérdidas de este año, va a ser muy complicado o casi imposible que nuestros eventos continúen siendo como los conocíamos hasta ahora. Eso sí, no vamos a parar y, si hay que mutar, volveremos a mutar y nuestros eventos cambiarán, serán adaptados a nuestra economía, pero la música en Miranda no va a parar, para eso fundamos la Asociación».
MUWI (Ricardo Moreno)
«La pandemia nos obliga a ser más imaginativos y creativos pero, por encima de los planteamientos económicos y de rentabilidad, está la decidida apuesta que hacemos por lo que nos gusta, difundir la cultura musical y los espectáculos. Este es el propósito de nuestra empresa, y tenemos el convencimiento de que volveremos a sorprender con nuestras propuestas tanto para Actual, en enero, como para MUWI, en agosto. Los espectáculos musicales regresarán a nuestras ciudades y pueblos, eso esperamos».
BAY OF BISCAY (Amets Rodríguez)
«Llovería sobre mojado. Si la situación ya es difícil, no queremos pensar en otro año así. No solo por los problemas económicos y de empleo que se generan, sino también por lo que supone en el daño a la Cultura y a la emoción que ésta nos proporciona».
MUSKERRA EKOIZPENAK / BILBOLOOP (Luis Herrera)
«Nuestra promotora quedaría muy tocada, la verdad. Esperemos que no tengamos que bajar la persiana y poder continuar con nuestra actividad cuando esta pesadilla termine».
NORDIKA PRODUCIONES / IRUN ROCK (Iñaki Estévez)
«No creo que resistamos más de tres meses. Nos quedaremos a punto de cumplir los 10 años».
SANTANDER MUSIC (Alberto Zubizarreta)
«Desapareceríamos inevitablemente, no se puede seguir programando sin rentabilidad y con esta incertidumbre ad infinitum».
PORTÁMERICA / O SON DO CAMIÑO (Carlos Rodríguez / Esmerarte)
«Intentaríamos adaptarnos como lo hemos hecho este año. La tormenta parece que no da tregua, pero en algún momento amainará, los que sobrevivan y se adapten mejor a estas nuevas situaciones serán los que mejor salgan. Confiemos en que el 2021 sea un año más asequible para todos».
TOMAVISTAS (José Gallardo)
«Solo quedaría readaptarse, buscar soluciones proactivas, estudiar las opciones que tenemos para seguir trabajando en lo que somos profesionales, confiar en que estamos ante una crisis mundial y que los países que tengan más cabeza y ganas, irán marcando la línea. Ojalá en España creyeran en nosotros. Los promotores estamos preparados para no esperar a que nos den la solución, lo estamos para proponer entornos seguros, mientras llega una vacuna. Todo eso haría que 2021 sea el principio de una recuperación que podría dar al sector una esperanza para el futuro. Creemos firmemente en 2021 y lo que vamos a proyectar para los siguientes años».
CONTEMPOPRÁNEA (Agustín Fuentes)
«No tengo muchas esperanzas de que esto vaya a salvarse en el 2021. La evolución de la crisis sanitaria no es muy esperanzadora para nuestro sector. De seguir así, tendríamos que cerrar por un tiempo, no tiene sentido mantener una empresa sin ingresos».
WILD PUNK (Enka Tripiana)
«Sería muy difícil la continuidad, pero, si existen las ayudas adecuadas, que ya están solicitadas desde diferentes asociaciones nacionales, intentaremos que el sector no camine hacia el desastre».