Luis Benavides firma y Xavi Torrent ilustra la crónica del concierto de Andrew Bird ofrecido el lunes 12 de noviembre en la sala Apolo de Barcelona. Una gran actuación la de este icono del country folk alternativo
Sin teloneros, a las nueve de la noche en la Apolo. A esa hora, con una puntualidad británica digna del Big Ben, aunque en realidad es de Chicago, el gran Andrew Bird salió al escenario con su banda habitual. Y nuestro fotógrafo titular, Rafa, que llegó mientras el multiinstrumentista tocaba el cuarto tema, la más guitarrera «Fiery Crash«, se quedó sin posibilidad de sacar de la mochila su cámara. Nos quedábamos sin photopass. «El artista solo permite hacer fotos durante los tres primeros temas y no podéis sacar la cámara«, nos decía con toda la amabilidad del mundo la promotora responsable del evento.
Por eso, ante la imposibilidad de publicar en la web ninguna de las fotos que hacíamos para uso y disfrute particular, decidimos contactar con un profesional como la copa de un pino, Xavi Torrent, también acreditado, al que agradecemos enormemente las dos fotografías que acompañan estas líneas. Y hasta aquí, las batallitas previas al concierto.
El nuevo héroe del indie con coartada folk, Andrew Wegman Bird, hacia parada en Barcelona para presentar sus dos últimos trabajos, su sexto álbum de estudio, «Break It To Yourself«, y esa continuación en forma de EP llamado «Hands Of Glory«, publicado el pasado mes de septiembre. A destacar, piezas sentidas y preciosistas como «Desperation Breeds«, «Give It Away«, «Eyeoneye«, «Fatal Shore» y «Three White Horses«, muy celebradas entre los asistentes.
Para los que todavía no conocéis a Don Andrew, podríamos decir que es al country folk alternativo lo que su tocayo español Andrés Pajares al cine de destape de finales de los 70. En definitiva, un gran artista. Fuera coñas, su recital fueron más de dos horas de sentimiento y profundidad, con momentos de pura química con el público, totalmente embelesado. No sobró ni una nota, ni uno de sus mágicos silbidos, su instrumento favorito con permiso de la guitarra y el violín. Porque su dominio del violín es increíble. Ya con cuatro años, según he leído en una entrevista, seguía el método Suzuki ideado por el violinista japonés Shin’ichi Suzuki, quien a mediados del siglo XX defendió que la edad ideal para aprender a tocar el instrumento es antes de los seis años al igual que de pequeños aprendemos con facilidad cualquier idioma.
Siempre al servicio de los temas, sin buscar absurdos protagonismos, un batería con deje jazzístico, un bajista con mucho alma y un guitarra elegante a la par que versátil, que además arropan con sus coros como auténticos ángeles, al más puro estilo Fleet Foxes, acompañaron a la perfección en todo momento al genial Bird, un enamorado de la loopstation cuyo violín hace las veces de sofisticado ukelele electrificado.
Llevábamos dos horas disfrutando de su refinada maestría instrumental y vocal, con unos temas muy variados, y el creador de «Break It Yourself» parecía que se despedía con los bises de rigor, comenzando con la tierna y frágil versión «If I Needed You«, de Townes Van Zandt. Pero no se quedó conforme y hubo un segundo bis, a traición, con un cuarto de la sala ya en la calle. Antes, con la Apolo llena hasta la bandera, el norteamericano ya se había ganado una sonora ovación, de esas que muestran algo más que un simple agradecimiento. Absoluta admiración y una pizca de incredulidad. ¿Se puede ser más grande?