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Kurt Vile, como en familia (Crónica de su concierto en Bilbao, 22-VIII-2014)

El que fuera guitarrista de The War On Drugs ofreció junto a sus Violators un acogedor, envolvente y austero espectáculo cuya experiencia resultó muy diferente con respecto a la escucha doméstica de sus discos de estudio. Nos lo cuenta Leire Palacios, con fotos de Leire Rubiralta


El que fuera guitarrista de The War On Drugs ofreció junto a sus Violators un acogedor, envolvente y austero espectáculo cuya experiencia resultó muy diferente con respecto a la escucha doméstica de sus discos de estudio. Nos lo cuenta Leire Palacios, con fotos de Leire Rubiralta

 

Probablemente las fechas (agosto, en plena Aste Nagusia bilbaína) no eran las más propicias para un concierto como el de Kurt Vile, por lo que el Antzoki tan solo llenó algo más de la mitad de su capacidad para recibir al exguitarrista de The War on Drugs, aunque, eso sí, entre el público atraído por su acogedor, envolvente y austero espectáculo pudimos distinguir a un buen número de creadores, miembros de la crítica y demás profesionales del mundo de la música.

Al de Philadelphia no le hace falta respaldarse en ningún repertorio de hits para alimentar su ya sólida carrera, y no lo hace. Así pues, sin preliminares, dio la primera en la frente y comenzó con «Walkin’ On A Pretty Day«, cuyo embriagador riff resultó prácticamente irreconocible. Extrañados ellos y de ceño fruncido nosotros, el estridente acople de sonido comenzó a castigar nuestros oídos al poco de empezar e hizo acto de presencia irregularmente durante todo el concierto. Un chasco inicial al que el grupo no tardó en dar vuelta con el pegadizo ritmo de «KV Crimes» o la genial «Jesus Fever«, tras el cual se lanzaron a dar un repaso por sus dos trabajos de estudio anteriores.

kurt vile kafeantzokia bilbao vertical bifmPasearon por «Constant Hitmaker» (2008), «Childish Prodigy» (2009) y «Smoke Ring For My Halo» (2011), atrapándonos a su paso en el caleidoscopio que ya es el sello de su psicodelia folk-postrockera. Todo un sube y baja de intensidades y ritmos que Vile subitamente cortó para mostrarse solo bajo el foco y cantarnos (durante aproximadamente diez minutos) «Goldtone«, el tema de cierre de su último disco, el aclamado «Wakin on a Pretty Daze» (2013). A su fin entró en escena Jesse Trbovich, el multi-instrumentista y guitarrista de los Violators. Juntos interpretaron «He’s Aright» y alargaron el momento más íntimo del concierto, tras el cual llegó el comedido desmelene de los cuatro musicos, de estética prácticamente calcada. Lo hicieron también con «Hunchback«, tema de apertura del tercer y decisivo disco de Vile, tras el cual lo vimos tirarse al suelo del escenario, manipular los pedales y disfrutar de y con nosotros al ritmo de «Freak Rain«. Lamentablemente, costaba identificar los imprescindibles matices que enamoran en sus grabaciones de estudio y se echaron de menos canciones como «Smoke Ring For My Halo» o la reciente «Never Run Away«.

Para los enamorados de las atmósferas que tan magistralmente dibuja el norteamericano en su lienzo sonoro (era en esa epifanía musical dónde queríamos flotar con su directo), pudo ser un bolo algo desilusionante, con un directo que en ocasiones parecía un cómodo ensayo del conjunto. Lo cierto es que todo se movió en un ambiente bastante familiar; vimos a un Kurt relajado y accesible que daba la sensación de estar dejándonos pasar a su particular mundo, llegando a bajar las escaleras del escenario en pose amable y sonriente para encontrarse con todos los presentes. Fue una experiencia muy diferente a la de escuchar sus álbumes en casa, desde luego, pero, para eso se dan conciertos, ¿no?

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