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Entrevistas

Smile: «Hay vida más allá de los festis, más allá del camino habitual»

Su 5º LP, autoeditado y en castellano, se llama «Rayo verde» y es un canto a la naturaleza, al amor y al persistir. Charlamos sobre todo ello

Smile, en su salsa // Iker Arana
Su quinto álbum, primero en castellano, se llama «Rayo verde» y es un canto a la naturaleza y su capacidad sanadora; al amor como motor de nuestra existencia; a las nuevas oportunidades tras las expectativas y sueños no cumplidos; a no tener miedo y tomar las riendas, aunque el contexto acojone. Hablamos con ellos, al borde del mar, como no podía ser de otra forma

Llevan juntos haciendo música desde finales de los 90, pero no fue hasta una década atrás cuando John Franks y Javi González, vocalista/guitarrista y batería de Smile, respectivamente, se tomaron «en serio» el proyecto, el cual ha alcanzado este 2023 no sin algún «momento crítico» por el camino y con su primer álbum en castellano, «Rayo verde», tras haber utilizado el inglés en los cuatro previos, así como en diversos singles y EPs.

Conocidos por su indie rock melódico, luminoso y optimista de factura clásica y anglosajona (Franks cuenta con raíces británicas), el cambio idiomático no es un tema menor, más, cuando ha venido acompañado de una apertura estilística hacia sonidos más abiertamente pop y «actuales» pero «sin perder la esencia», como ellos mismos resumen.

Un disco que desprende «buen rollo», pero que no lo hace de una manera tontorrona y superficial, sino fruto de más de una reflexión en torno a temas medioambientales, sentimentales y vitales. Apasionados del surf, deporte que toman como «filosofía de vida», no podíamos charlar con ellos sino al borde del mar, en la Playa de Arrigunaga, en Getxo (Bizkaia).

Y es que el Cantábrico y sus arenales son básicos para entender a Smile, más ahora, cuando han tomado al 100% las riendas de su carrera (edición discográfica y contratación corren por su «cuenta y riesgo»), encontrando en los chiringuitos veraniegos un nuevo circuito, al margen de las salas y festivales que guían los pasos de la práctica totalidad de músicos actuales. En esos locales costeros dieron 25 conciertos en 2022 y a ellos piensan retornar este año, ampliando su radio de acción al Mediterráneo y paseando el discurso vitalista de este «Rayo verde» que suena tan accesible pero que esconde tanta complejidad.

Al fin y al cabo, nadie dijo que fuera fácil, ¿no?

Smile or die // Iker Arana

¿Sensaciones tras editar este nuevo trabajo?

John Franks: Muy buenas. Con cada adelanto se nos iba posicionando entre lo más escuchado de Spotify y «Una y otra vez» batió todos nuestros registros, cosa que ha continuado con «Gato perro», el actual single. Así que muy sorprendidos, porque el cambio al castellano nos daba mucho miedo, mucho vértigo, pero viendo cómo está yendo, estamos encantados.

Javi González: De hecho, nuestras canciones más escuchadas son ya en castellano.

JF: Sí, está por ahí también «Good Old Times», que apareció en una banda sonora, pero el resto son temas nuevos.
Hay que decir que es el primer álbum en castellano, pero no el primer trabajo con temas en castellano.

JF: Sí, en el anterior EP, «I’m Gonna Keep On Standing Up» (2019), ya incluimos «Pum pum pum», nuestro tema con Depedro, que ahora también está en el disco.

Aquel EP fue una toma de contacto con todo lo que estaba por venir, también porque lo autoeditasteis.

JG: Sí, fue un poco «a ver qué pasa».

JF: Además, «Pum pum pum» nació en inglés y hubo que reinterpretarla totalmente, porque las canciones traducidas del inglés al castellano suelen quedar horribles.

Antiguamente la música en inglés molaba. Era el estándar, sobre todo en el mundillo indie. Vosotros jugabais con ventaja, al contar con un cantante de origen anglo… y mira tú qué cosas, las vueltas que da la vida.

JF: Sí, claro, fíjate que a mí me chirriaba de siempre ver a españoles cantando en inglés, por el acento… aunque sí que es verdad que cuando he ido a Inglaterra y he puesto música de esas bandas, a ellos no les suena tan mal, puede hasta que resulte algo exótico que puede tener su rollete.

Como Jeanette, pero a la inversa.

JF: Eso es, pero nosotros como que teníamos ese prejuicio. Y fíjate, que yo nunca me había imaginado cantando en castellano ni tenía referentes, todos mis cantantes favoritos y lo que había mamado en casa era en inglés… así que los primeros intentos fueron fatídicos, terroríficos. Pero, a raíz de ir conociendo bandas, viéndolas en directo en festivales… me fue ayudando hasta que compuse una y dije «ostras, esto no está mal». Ahora me predispongo a hacerlas en castellano porque sé que son las que me voy a quedar en este momento.

¿Has de cambiar el chip a la hora de componer? ¿En qué idioma piensas cuando piensas en música?

JF: Yo pienso en castellano, totalmente. Pero en canciones, lo hago en inglés. Mi disco duro mental está lleno de música en inglés. La métrica es diferente, hay muchísimos menos monosílabos en castellano, en inglés es mucho más fácil encajar palabras que te crean ritmo. En castellano se hace todo como más largo. Yo tenía mis trucos y ahora he tenido que cambiarlo todo. A estos al principio no les gustaban las letras y me tiré como seis meses cambiándolas.

Pero el cambio de idioma fue algo que os planteasteis al 100% para el nuevo trabajo o, simplemente, acumulasteis el suficiente material como para todo un álbum. ¿Podría haber sido en inglés o mezclando los dos idiomas?

JF: Buf, no, el salto estaba clarísimo, sobre todo después de ver cómo han funcionado los singles previos. Decidimos tirarnos a la piscina. Aparte, que los discos mitad en un idioma, mitad en otro, me resultan más raros, más freak.

JG: Lo tuvimos claro cuando vimos la respuesta del público en directo. En castellano se involucran muchísimo más.

JF: En el primer concierto del verano pasado, en Asturias, nos pidieron un bis, no teníamos nada preparado e hice «Gato perro» a capella y fue increíble, porque acabó todo el mundo cantándola. Y no la conocía nadie, claro.

¿Por qué «Rayo verde»?

JF: Porque el término tiene muchas cosas que encajan con el espíritu del disco y que son muy nuestras. Leí la definición de Julio Verne y me caí de espaldas. Era ese el título. Incluso es la primera vez que una canción nuestra coincide en título con el álbum.

Es también la primera vez que la banda aparece en portada.

JF: La foto es en San Juan de Luz, en los estudios de Quiksilver, la marca de surf, que yo trabajé para ellos muchos años y tienen un estudio de grabación profesional en sus «headquarters”»donde hemos grabado los tres últimos discos. Nosotros les cedemos los temas para anuncios o lo que quieran y ellos nos dejan grabar allí. La foto es en esa casa y para nada planeada. Antón Uribe, que había venido para grabarnos, se alejó un poco y nos tiró esa foto.

JG: Nos recordó un poco a esos discos míticos de los 70.

Portada de «Rayo verde»

Eso, por fuera. Por dentro, volvemos a las canciones, el disco es optimista. Pero no en plan «buen rollito, playita» y esas cosas que alguno podría pensar al pensar en Smile. Si digo que es un disco «buenrollero», alguno se lo puede tomar como no es. Es un LP luminoso que me da la sensación de que ha venido después de un proceso de reflexión con no con tanta luz.

JF: Es una llamada de socorro, porque sí que pienso que, humanamente, vamos hacia una deriva que a mí no me acaba de convencer, también si hablamos en términos de defensa de la naturaleza. Yo conozco el lado bueno, Javi también, nos sumergimos todos los días en el mar y sabemos lo sanador y favorable que es, pero vemos cómo todo va hacia otro lado, hacia el metaverso y nosequé.

JG: Despierta, que esto se va a la mierda.

JF: Me gusta lo que comentas, porque cuando se habla de nosotros como grupo de buen rollo, puede quedar como superficial o música de pachanga y yo huyo de eso.

El verano eterno, siempre felices.

JF: Eso tampoco es. Hay un trabajo importante de introspección, de mirarse hacia dentro.

¿Ha habido momentos difíciles como banda? Salisteis de Warner y ahora os autoeditáis, habéis tenido que afrontar lo del cambio de idioma, no sé si pensando en la viabilidad del proyecto… que no sé si peligró.

JF: Antes de este disco, no. Pero sí con el anterior, «Happy Accidents» (2017), cuando se fue Josu y nos quedamos Javi, Ferdy y yo, que no somos músicos, que sabemos tocar, pero que no somos músicos. Nos quedamos sin la persona que más podía ayudarnos en ese aspecto. Me metí en el estudio con el productor Saúl Santolaria para hacer demos y fue un experimento. De repente apareció Antonio Garamendi, todo un hombre orquesta, participó en ese disco, pero no sabíamos si iba a quedarse con nosotros y si podríamos tirar hacia delante. Fue un momento crítico.

Además, en el disco anterior os fuisteis por otros derroteros, metisteis bases bailables y tal… ahora habéis vuelto a lo clásico en las formas.

JG: Yo me tuve que meter en todo el mundo de la electrónica y me dije «Dios mío, adónde voy, a mi edad», ja, ja.

Mar, el poder del mar // Iker Arana

Así que es una vuelta a lo orgánico, a muchos niveles. Me parece un disco adulto, también. ¿Cuántos años lleváis juntos?

JF: Javi y yo hemos tocado juntos desde el 96, muy de chavales. Ferdy estaba en los Gravestones, yo era muy fan y también nos conocíamos… pero sí que es verdad que nosotros, como banda, no empezamos a funcionar en serio hasta 2013, cuando nos fichó December, que era el management de The Sunday Drivers. Hasta entonces éramos una banda local que hacía algún teloneo en el Antzoki, pero poco más. Era tocar por aquí. Estaba loco por el surf, todo el día en la playa, y me daba pavor meterme en Deusto en un local de ensayo. A partir de ahí ya fue todo muy meditado y muy trabajado.

JG: El tercero fue un infierno.

JF: Muchas horas. Nos volvimos majaras.

Pero fueron años buenos.

JF: Sí, sí, fueron años buenos.

Haciendo balance, en el disco lo hacéis también. Por ejemplo, en «Lo que pesa», que va un poco sobre lo que pudo ser y no ha sido.

JF: Sí, así es. Cierto es que tiempo atrás, cuando sacamos «Happy Accidents» y después «Out Of Season», que tenía «City Girl», que fue un poco el hit, sí que nos entraron un poco delirios de grandeza y en mi cabeza sí que me imaginé una escalada, pero nos llevamos una hostia y nos quedamos como estábamos. La canción habla un poco de eso. A mí todo esto me compensa, pero sí que es verdad que un momento de debilidad te sale esa canción que habla de los sueños no cumplidos y de las altas expectativas como malas compañeras de viaje.

Hablaba yo hace un rato de que este era un disco optimista… pero que venía del otro lado.

JG: «Faltó la guinda, pero qué rico el pastel», como se dice en la canción.

JF: Sí que procuro que el mensaje final sea el bueno, el de quedarte con lo positivo, pero en esa canción me despacho bien.

Tomando una en Arrigunaga // Iker Arana

¿En qué lugar pensáis que estáis ahora?

JF: Hace unos días, un periodista nos comparaba con The Beach Boys, con Vampire Weekend y con Mumford & Sons y, de repente, nos metía también a Morat, Hombres G ¡y Taburete!

JG: Un descojono. Jamás los hemos escuchado, así que ni puta idea.

JF: Para mí, no hay de eso. Hay detalles que marcan la diferencia, pero entiendo que haya gente que vea una foto sin fijarse en los detalles, pueda llegar a esas conclusiones.

Puede referirse a que mantenéis la esencia del pop underground y del pop clásico, pero que os habéis acercado al mismo tiempo a terrenos más mainstream o actuales.

JG: La crítica no es nada mala, todo sea dicho.

JF: No, no era una crítica con saña.

Hay canciones que pueden, por qué no, llegar a un público muy amplio.

JF: «Una y otra vez», que tiene como ritmos latinos, cuando yo se la enseñé al resto sabía que iban a vomitar, directamente.

JG: Es un reguetón encubierto, ja, ja.

JF: Era una canción que se salía de lo que éramos nosotros, pero que yo veía que tenía cosas, que era una buena canción. Se la empecé a tocar en las pruebas, para que se les fuera metiendo… hasta que me preguntaron por ella y la hicimos. Sabía que tiene ese punto un poco más actual que podía chirriar, pero la cosa era hacer un mix con lo que somos nosotros.

Vuestra horquilla generacional puede ser ahora más amplia que nunca.

JF: Nos vienen lo mismo «puberts» que la madre con el niño… Si te enfrascas en algo muy clásico, sin ninguna referencia a lo de ahora, vas a estar muy limitado. Aquí acotamos todo por edades, mientras que en países como Australia o Inglaterra no existen tanto esas barreras por la edad. Aquí un padre siempre va a ser un padre, un hijo va a ser un hijo y tu suegro siempre va a ser tu suegro.

JG: Incluso en la forma de vestir. Tú por ahí puedes ver a un tío de 70 años todo tatuado y tal, pero aquí, no.

JF: Aquí un tío de 50 no se mezcla con uno de 18. En Inglaterra, sin embargo, yo iba y hablaba con alguien mayor en un pub y me escuchaba interesado. «Hostia, está un tío mayor escuchándome». Aquí se trata a los jóvenes con condescendencia. A mí me gusta seguir conectado, aunque no escuche esa música, en concreto.

En «Gato perro» habláis al final de encontrarse partiendo de lugares completamente diferentes.

JF: Totalmente. No hay que cerrar puertas a absolutamente nada. Hemos venido de ser comparados con Fleet Foxes a Vampire Weekend o Crystal Fighters, y ahora con esto. Pues bueno. Me gusta cambiar, enfrentarme a cosas diferentes y de cada cosa sacar algo positivo.

Y ahora, enfrentaros a la industria a pecho descubierto, sin intermediarios.

JF: Hacemos la guerra por nuestra cuenta total, somos unos bandoleros de la hostia.

JG: La auténtica banda indie de este país.

JF: ¿No te llaman? Pues a buscarte la vida. Nos hicimos 25 bolos el pasado verano.

«Nunca es tarde», como la canción.

JF: Fue una colaboración con DalecandELA (ndr: asociación sin ánimo de lucro que lucha contra la ELA), que puede resultar muy fácil o enclichada, pero que es verdad. El trasfondo es el que es y nunca hay que dejar de cantar, bailar y sentir.

Mensaje optimista, luminoso, buen rollito… pero, ojo.

JF: Eso es, sería muy fácil criticar esa canción, pero hay gente que tiene ELA y fíjate qué realidad viven. La canción viene de donde viene y las cosas son así de simples y así de complicadas, al mismo tiempo.

Hay otro mensaje importante: «Nadie va a salvarte, pasa a la acción».

JF: No abandones lo que te hace sentir bien. Es como los que dejan de hacer surf porque hay demasiada gente. No, quédate, peléalo.

JG: El surf es una gran escuela que te habla de cómo se comporta la gente, en la que hay situaciones buenas, malas, de placer, de conflicto…

JF: No es tanto el surf como la naturaleza. El surf es una manera de adaptarse a la naturaleza, que es la que tiene toda la sabiduría. Pero nosotros hemos creado un metaverso y somos más listos que nadie.

Smile en «Una y otra vez» // Antón Uribe

¿Qué tal lleváis eso de lo virtual? Los likes, los plays…

JF: Cada semana nos fijamos en cómo van las escuchas y sí que me afectaría si no fuesen bien…

JG: Yo ahora entro en Spotify todas las mañanas y muy contento por el subidón de la leche que ha pegado.

JF: Afectar, pues afecta. Al final, es donde tengo la cesta con mis huevitos puesta… y un proyecto que espero que continúe y que ojalá vaya a más. Hay que buscar el equilibrio.

¿Y qué esperáis que pase con el disco en este 2023?

JF: Hacer salas, pero centrarnos mucho en el verano, en los chiringuitos y en ir abriendo muchos más. Hemos descubierto que hay unos locales de playa que son mucho más que chiringuitos, que funcionan de putísima madre y encajan perfectamente con nosotros y nosotros con ellos y que es un salirte del camino por el que va todo el mundo. Hemos encontrado un atajo que nos permite surfear de día y tocar de noche. Queremos ampliar fronteras y llegar al Mediterráneo, aunque ya hemos hecho cosas por allí. Donde vamos, la gente se queda muy a gusto y nos vuelven a llamar.

JG: En Asturias somos un poco el grupo de moda.

¿Los chiringuitos son capaces de pagaros el caché? Porque entiendo que no son conciertos con entrada.

JF: Sí, sí. Los hay que pretenden darte 500 euros, pero con eso no podemos ir a ninguna parte. Poco a poco, van entendiendo, se les va educando…

JG: Y luego ven que tienen las barras llenas. En Xagón se quedaron sin cervezas, que no pudimos ni tomarnos una al acabar el concierto.

JF: El año pasado hicimos 25 bolos…

¿Cómo surgió esta idea?

JF: De pura casualidad. Decidimos hacer un vídeo para «Una y otra vez» grabando en unas cuantas playas, así que llamamos a Antón Uribe para que cogiera la cámara, alquilamos una furgoneta Volkswagen antigua y allá que fuimos. Hicimos cuatro fechas seguidas y fue increíble. En la primera, en Navia, hicimos 380 euros en «merchan» y dijimos, «¡hostia!». Claro, una puesta de sol preciosa, yo subiéndome por las mesas, montando un cristo tremendo… fuimos de pifostio en pifostio, grabamos unas imágenes de la leche y lo vimos claro.

Mejor que los festivales.

JF: En nuestra época dorada hacíamos 9 festivales… pero qué. Tocabas a las 6 de la tarde, te pagaban 600 pavos… hemos hecho cosas que han sido muy guays a nivel de experiencia, pero no a nivel económico.

Mares y bares (qué lugares) // Iker Arana

Vamos, que sí, pero que de ilusión no se vive.

JG: Nos hizo muchísima ilusión, pero claro. Sonorama, SOS Murcia… en Murcia fue increíble.

¿Da dinero Smile?

JF: Sí.

Pero, ¿da para vivir? ¿Dio en los mejores años?

JF: No, nunca. De hecho, es el objetivo primordial mío.

JG: Para eso tienes que hacer muchas ciudades y llenar mucho. Necesitas 300 personas por ciudad. Nos permite mantener el grupo, ganar algo de dinero y seguir en la pomada. Que ojalá podamos un día centrarnos solo en esto.

JF: Hay otras vías. Hay vida más allá de los festis, más allá del camino que toma todo el mundo. Y que, sobre todo, encaja con nosotros.

JG: Y estamos con ilusiones renovadas, con todo el subidón de las primeras veces.

Pues hay unos que han debutado hace no mucho… y que se llaman The Smile. Está detrás un tal Thom Yorke… ¿Qué os parece?

JF: De puta pena. De hecho, tenemos registrado el nombre a nivel europeo. Les escribimos y no nos han contestado. Pero creo que tenemos todas las de ganar y está pendiente.

JG: Por un millón de euros nos cambiamos de nombre, ja, ja, ja.

JF: Sí, pero por menos no, eh, ja, ja.

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