Entrevistamos a Zahara Gordillo a unos días de arrancar en Bilbao, en Kafe Antzokia, la gira de salas de su disco «Lento ternura», con el cual ya ha recorrido todo el país integrada en mil y un festivales, sobre los que (entre otros temas) hablamos en esta charla
Cuatro años después de «Puta» (2021), cumbre creativa y mediática de Zahara, la artista jienense publicaba «Lento ternura» (2025), tras mil y una raves, colaboraciones, remixes y proyectos paralelos como _juno. Lejos quedaba la Zahara cantautora, parecía, en esta etapa sintetizada y sin medias tintas y así lo demostraba ese nuevo trabajo que, sin llegar a hacer sombra a su predecesor -tampoco lo pretendía-, ahondaba en la senda más reciente de quien un día se hiciera famosa por «Con las ganas».
Ahora, tras una intensa gira de festivales donde ha sido reclamo habitual (normalmente, a altas horas) y donde ha dado mucho de qué hablar por una puesta en escena que lo mismo incluía coreografías a lomos de galopantes cintas de gimnasio que momentos más íntimos dentro de ¡un policlín!, Zahara se dispone a presentar su obra más reciente en salas, a cubierto, con su público y tiempo de sobra para cantar y contar.
Un tour de salas que arrancaré en Bilbao el próximo 14 de noviembre, viernes, con todo agotado en Kafe Antzokia. Pero no se alarmen: hay disponibles entradas para una segunda fecha, al día siguiente, el sábado 15 de noviembre, en este enlace. Después, la gira proseguirá por Salamanca, Inca, Zamora, Pamplona, Donostia…. (aquí, todas sus fechas).
Aprovechando la coyuntura, le hemos pegado un telefonazo a la líder de la «Michis Army» y esto es lo que nos ha contado.
Dos fechas en el icónico Kafe Antzokia, una llena y la otra esperemos que también. No todo el mundo puede decir eso.
Sí, me hace mucha ilusión y voy con muchas ganas, porque es el inicio de mi nueva gira. Allí he estado como público, que fuimos a ver a Dawes y fue espectacular. La sala suena increíble y se ve superbonito desde cualquier sitio. Empezar ahí y llenar es un regalazo.
Te hemos visto en varios festivales este verano. No sé si tenías ganas de acabar y empezar con salas…
Prefiero salas, la verdad. Los festivales dan oportunidad de mostrar un show más grande a nivel técnico, pero todo el equipo está deseando volver a las salas y sentir su magia, sentir la energía del público y cambiar el repertorio. En los festivales va todo muy rápido, sientes que estás ahí compitiendo con un cartel gigante, todo está muy mecanizado porque tienes poco tiempo, pero en una sala te lo puedes tomar con más calma y dilatar los momentos especiales como quieras.
Llevas tres músicos, bien de cacharrería, bailarinas, cintas de gimnasio… ¿y el policlín?
¡El policlín no cabe! Ja, ja. Quien venga a estos conciertos y nos haya visto en verano, va a vivir una experiencia muy diferente. Hemos dicho ‘vale, no están estos elementos, pero vamos a ver cómo los sustituimos para que siga siendo espectacular, llamativo, divertido, para que sigan pasando cosas’. Entonces, los sustituimos por otros elementos, humanos, pero suplimos esas carencias con creces.
Ahora, en salas, también puedes controlar mejor dónde tocas y para quién. Lo digo por la controversia de los festivales relacionados con el fondo proisraelí KKR.
Claro. Yo la viví con muchísima angustia, siendo sincera. Esto ha sido una manera de evidenciar, de poner en la conversación, quién está detrás de los festivales y a quién le estamos dando nuestro dinero y dejamos que maneje nuestra carrera. Los festivales son una fuente de ingresos crucial hoy en día para muchos artistas, pero claro, a qué precio. Esto ha destapado una serie de carencias y vulnerabilidades porque yo me he visto ahí metida de repente, con contratos firmados con anterioridad a toda la polémica y, claro, preguntándome ‘y cómo salgo yo ahora de esto’. Apoyo la causa palestina desde que tengo uso de razón y me lo explicaron mis padres, pero salirse de ciertos festivales conllevaba unos riesgos económicos legales que no se saben a día de hoy a ciencia cierta. Yo no cuento con una estructura que me respalde para poder enfrentarme a eso. Admiro a los artistas que han decidido salirse, pero yo, por recomendación legal, decidí seguir y, eso sí, donar mi sueldo ganado en el festival más grande y asociado a KKR a UNRWA, que es una organización que sé que está gestionando muy bien todas las ayudas en Palestina.

Zahara en directo // Iñaki Espejo-Saavedra
Entre promotores, patrocinadores, fondos de inversión… Vaya usted a saber para quién está tocando, en muchos casos.
Eso es… esto pone sobre la mesa un tema que solo refleja lo precario que es en realidad el sector y a lo que tenemos que renunciar para poder vivir de esto. Cada uno sabe hasta dónde puede renunciar. Cada cual va haciendo lo que puede y hasta donde se puede permitir, pero es complicadísimo. Parece que es un lujo poder ser coherente con las ideas, la mentalidad, la moral que cada uno tiene. Pero el sistema es el que es y hay que buscar un equilibrio, porque es muy difícil poder salir de ahí. Aunque no todo el mundo tiene un debate ético y, directamente, se la suda.
Macrofestivales, superestructuras… ¿qué queda de la Zahara cantautora?
Pues yo creo que sigue ahí, lo que pasa es que, en lugar de la guitarra, he descubierto otros instrumentos que me permiten expresar mis emociones y jugar de una manera más divertida. Pienso mucho en esta pregunta que me haces y creo que sigo teniendo conexión con aquella Zahara con cuyas canciones quería entenderse a sí misma, entender al mundo y también generar preguntas para que los que están al otro lado pudieran sentirse interpelados y cuestionarse algo. No dejo de ser la Zahara cantautora protesta, ja, ja, que le cantaba al medio ambiente o aquella que con 14 o 15 años cantaba «Gritaré», una canción en la que ya hablaba de la violencia machista. Siento que sigo siendo eso, pero con los instrumentos que tengo ahora a mi disposición: sintetizadores, cajas de ritmos y Martí Perarnau, ja, ja.
Se te hará raro tocar la guitarra.
Cuando la cojo digo ‘ostras, cuántas cuerdas tiene esto’, ‘cómo se afinaba’, ja, ja. Son ya muchos años tocando botones, pero voy a hacer una gira de «Acustiquísimos», en la que recupero aquello y demuestro que sigue ahí.
Se han cumplido 20 años de «Con las ganas», una canción importante en tu carrera y no solo ahora porque ya pueda considerarse un clásico, sino porque marcó un antes y un después para que fueras perdiendo el pudor, ¿quizá? No sé si podrías haber llegado a algo como «Puta» si antes no hubieras hecho aquello.
Fue la primera canción importante de mi vida y en la que me transformaba cuando la cantaba, compartiendo un sufrimiento vital y honesto. Esa manera de mostrarme, completamente desnuda, conseguía llegar a la gente de una manera distinta a cualquier otra canción. Me di cuenta del poder transformador, personal y colectivo, a partir de esa canción. Para llegar a «Puta» creo que la canción que dio más pie fue «Hoy la bestia cena en casa», que es más reciente, pero sí que «Con las ganas» fue la que me ha llevado a mostrarme, a no tener miedo sobre un escenario, a llorar si hace falta. Es una canción que me ha dado mucho.
En una entrevista de hace un par de años hablabas de la «polarización» como algo preocupante. No sé si debido a ella abogas expresamente por la «ternura» en esta etapa. Podrías hacer una gira por universidades con la Michis Army y difundir esos mensajes de ternura que contrarresten otros que parecen tan en boga.
Totalmente, sería precioso. Si solo repetimos mensajes beligerantes y solo estamos en las narrativas de odio, esa polarización solo puede continuar, hacerse más extrema y llevarnos a que acabemos viendo al otro como un enemigo desalmado y queriendo que, simplemente, desaparezca. La sociedad nos lleva a esa falta de empatía hacia quien no es como nosotros y creo que la ternura es el antídoto contra todo eso. Los entornos de amabilidad, de protección, de cuidados están completamente olvidados.
Crees que, como canta Nacho Vegas, la ternura es un don, ¿o hay que trabajarla?
Creo que hay que trabajarla. Es una emoción más, como la calma, la rabia o el asco. Es algo inherente al ser humano, pero hay que entrenarla. La ira también puede ser positiva, solo que estamos usando el cabreo como no deberíamos y la ira siempre parece que viene del mismo sitio, radicalizada que da miedo.

La Zahara más íntima // GOZZZ Records
¿Te cabreaste con Madrid, que la abandonaste?
¡Sí! Dos años ya. Yo sigo con un pie en ella, pero Martí por ejemplo sí que la abandonó completamente. Me gustaría decir que la calma se ha apoderado de mí y que cuando vuelvo la vivo de otra forma, pero estando en Madrid, me vuelvo madrileña y voy con prisas, me cabreo con el tráfico, grito a los coches que se saltan el paso de cebra y todo eso. Me cambia el chip. Pero sí que estoy cabreada con ella y con el corazón roto, pues como se rompen las relaciones, por las expectativas no cumplidas.
¿Desde qué perspectiva te preocupa más el mundo, desde la de artista, la de mujer, la de ciudadana con el don de la ternura, la de madre…?
Buena pregunta. En general me preocupa desde todas, soy una persona preocupada, ja, ja. Pero, como madre, creo que es la perspectiva que reúne todas. Veo a mi hijo y me preocupo por el legado y mi responsabilidad para con él, pienso en cómo la sociedad le va a afectar, de cómo el cambio climático le va a afectar, cómo la música y mi música le van a afectar, cómo el cambio político que parece que se avecina en Europa y el mundo le va a afectar… Si pienso solo en mí lo puedo gestionar mejor, pero si pienso en mi hijo me vuelve más la conciencia a todos los niveles, porque no sé qué le va a quedar a él y a todos los que vienen detrás, ¡porque menudo mierdón! Ja, ja.
¿Te libera eso de la escritura automática? Tengo entendido que escribes mucho… pero te deshaces de ello, sin preocuparte por su valor artístico o económico. Por monetizarlo. Como vaciar armarios sin colgar nada en Vinted.
¡Eso es! Es un poco desprenderse de cosas en un mundo que te obliga a monetizarlo todo. Cada creación. Y crear debería ser un placer por sí mismo. Pero, claro, disociar el arte por el arte del hecho de que tengo una empresa que ha de funcionar, que tiene trabajadores que viven de esto, que tengo un equipo, etc., me consume. ¿Hago las cosas porque quiero? ¿Soy libre? ¿Quiero mantenerme en mi estatus? Se generan unos dilemas horrorosos. Si dejas que gane el lado empresarial, terminan perdiendo las dos Zaharas. Por eso, tiendo a preocuparme de la Zahara artista y lo otro ya se resolverá. La escritura automática es un ejercicio de libertad, que da vértigo, pero que ayuda a desprenderse sin preocupaciones, disfrutando de ese momento creativo placentero.
Recuerda que Zahara estará en Bilbao el 14 y 15 de noviembre, en Kafe Antzokia, con entradas aún disponibles para la segunda fecha.

