La decimocuarta edición del certamen de Vitoria-Gasteiz congregó, en su primera jornada, a casi 14.000 melómanos sedientos de rock (13.915 exactamente). Entre ellos, nuestros redactores Óscar Díez, Sergio Iglesias, Antonio Refoyo y Jon Rozadilla, y nuestro fotógrafo, Alfredo Rodríguez. Entre todos consiguieron cubrir todo lo que allí pasó. Desde la lluvia en el previo de Nico Duportal hasta la descarga de sabiduría de los ZZ Top, pasando por la aplaudida reunión de las L7 o la decepción de Television
Azkena Rock Festival 2015, la decimocuarta edición del certamen, daba comienzo con los recuperados conciertos en pleno centro de Vitoria-Gasteiz, en la Plaza de la Virgen Blanca. A eso de las 13:30 del viernes 19 de junio y con una inesperada lluvia, los franceses Nico Duportal & His Rhytm Dudes, comandados por la guitarra y la voz del propio Nico, hicieron vibran con su rock con palpables ecos de rhythm & blues en un bolo que (musicalmente, pero no, por suerte, en lo meteorológico), era el inmejorable calentamiento para lo que nos esperaba en los dos próximos días: buen rock.
Ya en el recinto de Mendizabala (y, ahora sí, con un extraordinario sol que iluminaría las campas durante todo el certamen), el Azkena Rock Festival 2015 propiamente dicho lo estrenaban (el escenario mediano, o Bobby Keys Stage), los chicos de Arrigorriga Highlights, a los que ya habíamos visto hace justo un mes en MAZ Basauri. El honor había recaído sobre ellos gracias al Premio Azkena Rock, logrado en 2014 en el 26º Concurso Pop-Rock Villa de Bilbao (donde se alzaron hasta con cinco galardones; ese mismo año también fueron, por cierto, distinguidos como mejor banda local en la II edición de Rockein!). Lo suyo fue espectacular: rock setentero en una una banda con un futuro muy esperanzador. Highlights son buenos, muy buenos. Pusieron en marcha a los más madrugadores de la jornada (su bolo comenzaba a las 17:20) repasando su único EP hasta el momento, «Storming The Gates», y avanzando algún tema del que será su nuevo disco, que ojalá vea la luz pronto. Terminaron en lo más alto con una fantástica versión del «Shoot, shoot», de los UFO.
El gran escenario del festival (dedicado este año, cómo no, al gran músico B.B. King, fallecido hace justo un mes), lo abría, a las 18:05, Sven Hammond. Desde el principio notamos lo que fue la tónica habitual de la noche: el volumen estaba demasiado bajo para disfrutar como es debido. El grupo holandés hizo frente como pudo a este inconveniente y con una voluntad brutal y el saber hacer de su frontman, Ivan Peroti, consiguió incluso que todo el público se agachara y se pusiera a botar después al ritmo de estos inclasificables músicos que se mueven como pez en el agua en ese territorio indeterminado entre el soul, el rock… y muchas más cosas. Como su propio nombre indica, el sonido del hammond (donde se sienta Sven Figee, el líder de la banda), domina la música de un grupo que supo salvar la papeleta del sonido y que, al día siguiente, se tomaría cumplida venganza con su bolazo de mediodía en la Virgen Blanca (ahí sí, el volumen hizo justicia a la calidad del quinteto).
De vuelta al otro escenario (ese iba a ser nuestro sino durante dos largas tardes noches, vagar de uno a otro y a otro tercero sin cesar), llegamos, sin muchas expectativas, a ver a los resucitados The Dubrovniks. Los australianos se separaron en 1995 tras cuatro álbumes y una breve carrera que no llegó a la década de largo. Así que llegaban a Vitoria-Gasteiz en esta reunión, 20 años después, que, a priori, nos inspiraba poca confianza. Pero enseguida vimos que la formación original del quinteto (Boris Sujdovic, James Baker, Peter Simpson, Chris Flynn y Glenn Armstrong) estaba mejor engrasada de los esperado. Nos ofrecieron un bolo de rock correcto y competente, a ratos derrapando hacia el punk britanico. Bien, bien por estos renacidos The Dubrovniks.
Justo a la vez que unos se sorprendían con la buena forma de los australianos, otros estábamos frente al tercer escenario de Azkena Rock Festival 2015 (el Kim Fowley Stage). Su música la habían abierto Mad Martin Trio, esos gallegos rockabilly descubiertos por el festival gracias al concurso de bandas que convocaron hace ya 8 meses, el ARF Rock Party (con el que han premiado a esta y otras dos bandas -The Outside Hours y Black Horde, que tocarían al día siguiente– con un hueco en el cartel de su edición 2015. Pero sobre el que llamaríamos escenario pequeño ahora estaban The Last Internationale, que habían despertado gran interés, seguramente gracias al boca a boca tras su volcánico concierto del año pasado en el Bilbao BBK Live, en el que, ya de madrugada, pusieron a hervir la carpa. La presencia de Brad Wilk, baterista de Rage Against The Machine, también fue un claro reclamo. Para comenzar, a las 18:50, un mensaje grabado hablaba sobre la revolución al ritmo de tambores, tras el que apareció en escena Delila Paz (con su llamativo traje rojo de una pieza, foto superior derecha), quien entonó un góspel en solitario para abrir boca. A partir de ahí, el trío neoyorquino atacó con brío su repertorio, que recoge diversas influencias sesenteras y setenteras que van desde Janis Joplin a los primeros Blondie, pasando por Patti Smith o los Bellrays (si atendemos a la voz de Delila Paz), o desde Ten Years After a Free y, sobretodo, Hendrix (si nos fijamos en el guitarrista Edgey Pires, quien dejó claro su filiación hendrixiana colando efectos wah-wah por doquier). Aprovechando la aportación de Wilk a los parches, les quedó natural la versión del «Sleep Now In The Fire», de los RATM, en la que colaron partes del «Sympathy For The Devil», de los Stones, tema que introdujo el guitarrista entre soflamas revolucionarias y ataques a gobiernos y grandes corporaciones. Creíbles o no, que cada cual decida. Más allá de discursos, el concierto fue bueno pero de perfil bajo, mucho menos intenso que el del BBK Live. La propia Delila Paz dijo en un momento «I know it’s early to rock» para pedir al público que les acompañara, pero lo cierto es que era la propia banda la que sucumbía a ese pensamiento y no terminaba de romper. Quizás su canción «Wanted Man», con su envolvente y repetitiva línea de bajo y su riff machacón de guitarra, y el final in crescendo de «1968», con la líder bajando al foso y emergiendo por encima del público de las primeras filas, fueron los momentos culmen… Y ofrecieron una actuación de las que dejan buen regusto momentáneo, sí, pero no demasiado poso al finalizar la jornada festivalera.
Otro de los platos fuertes de la tarde, JD McPherson, llegaba a Gasteiz con una banda compuesta por dos guitarras, contrabajo, saxo, batería y hammond. Declaración de intenciones y demostración de lo que hace: rockabilly clásico y rhythm & blues del bueno. Este fenómeno de Oklahoma no defraudó y desde el principio se metió al respetable en el bolsillo. Y es que McPherson representa a la perfección el espíritu del festival vitoriano, donde la gente viene a disfrutar de la música y del maravilloso ambiente que se vive en la ciudad estos días. Pues eso es precisamente lo que hizo el bueno de JD: un auténtico bolazo en el que disfrutamos como chavalitos de esa interesante mezcla de sonidos que inmediatamente nos transportan, cuan Delorean a Marty McFly en «Regreso al futuro», a los años 50.
Y de nuevo a duplicarnos (que este año la organización nos obligaba a elegir, con tanto solape horario), para conseguir escuchar, a un cuarto de hora para las 9 de la noche, a The White Buffalo y D-Generation (foto izquierda). Estos últimos son de esos punks neoyorkinos con toque glam y fiereza roma. Trataron de llegar al mainstream en tres ocasiones a lo largo de la década de los 90 -con 3 discos, el homónimo en 1994, «No Lunch» en 1996 y «Through The Darkness» antes de la entrada del siglo XXI- y no lo han logrado. Su directo lo explica: divertido, superficial y olvidable. Parece que, tras una década de parón, en 2011 se juntaron solo para eso, para regresar a la carretera con bolos de digestión fácil y rápida. A la vez, The White Buffalo, el proyecto de Jake Smith, que, durante una hora, dio una clase magistral de lo que es el rock americano de raíces. Un concierto inolvidable que nos dejó entrever de lo que es capaz un machote americano cuando quiere sacar el máximo sentimiento a su guitarra. Y eso es todavía más sencillo cuando, además de un extraordinario gusto musical, tienes esa poderosa voz que a ratos puede recordar al mejor vocalista de rock en la actualidad (si se nos permite el atrevimiento): Eddie Vedder.
De nuevo vuelta al escenario grande, y ya sin ninguna banda haciéndoles competencia, todos los presentes nos disponíamos a asistir a lo que se prometía un concierto para el recuerdo. Los míticos Television volvían al Azkena Rock Festival una década después de su anterior actuación y, esta vez, para interpretar íntegro su histórico álbum de debut de 1977: ¡¡el «Marquee Mooon»!! Pero… ¡Oh, Dios! Esas giras conmemorativas, cómo son a veces… El cuarteto de Nueva York, unánimemente reconocido por su personalidad y por haber sentado las bases de lo que después sería en rock alternativo, fue la gran decepción del día. Por muy célebres que sean por haber sido la primera banda rock que tocó en la meca musical que fue el pub CBGB neoyorkino en los 70, Television ofreciron un concierto plano, monótono y lineal, que aburrió incluso a los incondicionales…
Al filo de las 23 horas, el Azkena Rock Festival volvía a contraprogramarse a sí mismo haciendo coincidir, en los dos escenarios aparte del principal, a Black Mountain con Lee Bains III & The Glory Files. Los primeros (foto derecha), esa banda de culto de Vancouver, ofreció lo esperado: lisergia, progresion y rock futurista a partes iguales. A nosotros, lo reconocemos, nos aburrieron, pero sabemos que tienen sus fans, que para eso estaban en Gasteiz celebrando el décimo aniversario de su homónimo disco debut (que, por cierto, por si alguno de esos acérrimos nos está leyendo, se publica en una re-edición especial este lunes, 23 de junio). A la vez, los mencionados Lee Bains III & The Glory Files (que definen lo suyo como «el auténtico rock and roll de Alabama«) demostraban ser un pedazo de banda que, partiendo del rock sureño más clásico, ha conseguido un sonido mucho más acelerado, cercano al punk. Así, pusieron a botar al público, tal vez deseoso ya de un poco de cañita. Es lo bueno que tiene el escenario pequeño, que es mucho más cálido y no se nota tanto el tema del volumen pobre…
ZZ TOP, LEYENDAS VIVAS DEL ROCK
Pocas leyendas en activo pueden decir que nunca han celebrado una gira de reunión de la formación original tras haber pasado 45 años desde su nacimiento. La explicación es tan simple como que ZZ Top es una rareza muy difícil de encontrar, que ha mantenido siempre el mismo trío, desde que editaran en 1971 su primera obra hasta la actualidad, con un último disco, «La Futura» (2012), de sobra a la altura de su historia. Por otro lado, no suele ser la primera banda que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de grupos referentes, de influencias incontestables, pero lo cierto es que desde su potente blues rock de los 70, pasando por el evolucionado hard rock de los 80, ellos han editado siempre trabajos de esos que nunca están de más en la discoteca de quien se considere seguidor del rock. Y tal parecía ser el caso de Alfonso Santiago, máximo responsable de Last Tour (promotora responsable de Azkena Rock Festival, entro otros certámenes), que unas horas antes no dudo en compartir en las redes sociales su foto en el backstage junto a Billy Gibbons y su barba.
Lo demostraron, sin ir más lejos, los temas de arranque de la descarga, con los que el grupo trenzó canciones separadas por una década en las que hay una forma de componer y de tocar común, con una guitarra que marca el sonido particular y reconocible del grupo. Dos de sus discos imprescindibles son «Tres Hombres» (1973) y «Eliminator» (1983). En esos diez años, el grupo supo adaptarse a diferentes formas de hacer música, pero sin perder fuerza, gancho ni categoría. Sonaron «Waitin´For The Bus» o «Jesus Just Left Chicago», entre medias del primer «Got Me Under Pressure» y un coreado «Gimme All Your Loving». Los barbudos Billy Gibbons y su eterno colega al bajo, Dusty Hill, enardecían a la concurrencia con sus clásicos bailes en el centro del escenario y con esos movimientos tan particulares. Además, siguen haciendo un conjunto trabajo vocal impecable. Por su parte, Frank Beard, tras su espectacular batería, no dejó de marcarles el paso al gusto de esa curiosa pareja que, a sus 66 tacos, conserva actitud y talento como para dar una lección a cualquiera que quiera subirse a un escenario. Por cierto, que otro dato curioso es que los tres miembros de la formación son nacidos en 1949, por si alguien andaba haciendo apuestas. Habiendo una diferencia de meses lo justo sería dejarlo en empate.
ZZ Top pasó a brindarnos un recorrido por otros trabajos de su discografía, desde un añejo «I´m Bad, I´m Nationwide», para el que se pidió ayuda al respetable a la hora de corear el estribillo, al noventero «Pinchusion», pasando por su última obra hasta la fecha, defendida con dos excelentes piezas como «I Gotsta Get Paid» y «Flying High», un hard rock pegadizo que perfectamente podría pertenecer a un disco mucho más clásico de los de Houston (Texas). Otro tramo del concierto fue para los homenajes a Jimmy Hendrix y a Muddy Waters, con las versiones de «Foxy Lady» del primero y «Catfish Blues» del segundo, y con imágenes en las dos pantallas del fondo del escenario recordando sus figuras. En este último y clásico, se lucía la guitarra el señor Gibbons, libre del micro al hacerse Hill cargo de la voz. «Cheap Sunglasses» marcó otro curioso momento, cuando el guitarrista terminó dándole la vuelta a la guitarra, en la que podía leerse «beer» (cerveza). También hizo bullir el ambiente cuando cambió la letra de «My Head´s In Mississippi» por «mi cabeza is in Vitoria«. Enlazando uno de los mejores tramos del concierto cuando nos acercábamos a la recta final y al grito de «¡¡¡whiskey!!!» por parte del cantante y guitarrista, este le cedió de nuevo el papel en la voz principal a Dusty Hill en «Wishkey´n Mama», llegando a un final previo a marcharse por primera vez del escenario con dos enormes «Sharp Dressed Man» (realizado con una sola mano por parte de Gibbons) y ese característico y sintetizado «Legs» (con cambio de instrumentos para sacar a relucir la imagen que podíamos ver en el videoclip del que tal vez pueda ser considerado su gran hit).
Los ZZ Top se retiraron, sí, pero volvieron a reaparecer para interpretar los dos temas que todos teníamos en mente. Un «La Grange» extendido y un «Tush» durante el que Gibbons (protagonista de su propio show) pediría que le encendieran un puro sobre la marcha… Chulería y desparpajo para parar un tren unido a un puñado de grandes canciones. Camino de los 70 sigue siendo un gustazo verles descargar rock & roll en vivo, con toda su esencia completamente vigente. Los años no les han hecho perder clase.
Los grandes cabezas de cartel de la primera jornada de Azkena Rock Festival 2015 ya habían ofrecido su show, pero aún quedaba noche por delante… ¿Nico Duportal & His Rhytm Dudes o L7? Esa era la cuestión en ese momento. Nos decidimos por el grupo punk femenino por excelencia y, creemos, no nos equivocamos (aparte de que a los otros ya los habíamos escuchado en la Virgen Blanca esa mañana). Se acaban de juntar de nuevo tras más de diez años, pero parece que nunca se hubieran separado. La maquinaria está perfectamente engrasada y demostraron que, a pesar del paso de los años, la rabia no se pierde. Durante más de una hora, fueron cayendo una a una todas esas canciones que hicieron de esta girl band uno de los grupos referentes del grunge y del rock de los 90. Y así, en lo más alto, terminó el festival el viernes, 19 de junio, para bi fm. Agotados pero con un buen sabor de boca nos fuimos a descansar… Quedaban por delante a partir de las 3 am los djs (incluidos Coni y Martín de Capsula), pero necesitábamos un respiro para lo que se avecinaba el día siguiente en una segunda jornada que queríamos empezar prontito, a eso de las 13:30 en el centro de Vitoria-Gasteiz, donde (ya lo hemos adelantado aquí), ya intuíamos que Sven Hammond ofrecerían un bolazo para resarcirse del de esta primera jornada, que les había quedado algo deslucido por un sonido que no estaba a su altura.