Nuestra película del mes trae de regalo la que bien podría ser la mejor obra por capítulos para TV en mucho tiempo. No las dejes escapar
Por si la Navidad no fuese una fecha lo suficientemente aterradora de por sí (comidas y cenas con la familia política o, peor: con la propia), parece ser que ahora se impone la moda de estrenar cine de terror en plenas fiestas (el 25 de diciembre nos llega el «Nosferatu» de Willem Dafoe, algo comercialmente descabellado hace solo una década.
Pero me van a permitir que apunte en otra dirección y les hable de una muy buena película que quizá muera sepultada por el alud de estrenos, luces, azúcar, pelis Disney y buenos deseos de Hacendado.
Les hablo de «Cónclave» (estreno el 20 de diciembre), la nueva película del director que hace dos años arrasó en los Oscar con el remake de Sin novedad en el frente, Edward Berger, que esta vez propone la búsqueda de un nuevo Papa en la Roma vaticana, como saben un país democrático, transparente y progresista como el que más.
Es verdad que, contado así, la cosa pide huida, pero resulta que la película es un inesperado thriller lúdico más cerca de Agatha Christie que del relato envarado que en un primer momento pudiera parecer. De hecho es entretenidísimo ver cómo los candidatos (obispos? Controlo tanto la jerarquía religiosa como la militar) se putean entre sí, poniendo palos en la rueda adversaria para alcanzar la grandeza espiritual (es decir, trincar poltrona).
Con una fotografía portentosa y una duración apropiada (algo inaudito hoy y que redunda en beneficio del ritmazo de la película), «Cónclave» sube dos peldaños sobre la media gracias a un reparto de órdago (Ralph Fiennes superado por todo sin entender nada, John Lithgow bordando de nuevo a un trepa displicente) que lleva en volandas al espectador (bajo palio, obvio) hasta un final que no habría visto venir ni Sherlock Holmes.
Un filme juguetón y desengrasante. Y es que nunca deberíamos juzgar un libro por su portada ni una película por su póster. Mea culpa.
Y EN PLATAFORMAS: «QUERER» (M+)
Hace no tantos años, cuando el Zinemaldia donostiarra empezó a pasar series (hablo de memoria: creo que la primera que vi fue la estupenda «Gigantes», de Enrique Urbizu) lo entendí como una intromisión. Si era un festival de cine, la tele sobraba.
La historia es que en la última década el nivel de las series ha sido tal que la frontera entre serie y cine (cuando ambos son de nivelón) se ha difuminado casi por completo.
Un ejemplo sería este «Querer«, de Alauda Ruiz de Azúa, la crónica de una mujer que tras años de maltrato psicológico (pero, oh, magia!, no físico) decide denunciar a su maltratador y padre de sus dos hijos: su amantísimo esposo, católico, apostólico y reconocido ciudadano de bien.
Decir que Nagore Aramburu y Pedro Casablanc están de Goya es quedarse cortísimo para la serie del año. Del lustro. De la década. Y rodada en Bilbao, oiga, que siempre suma.