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BIME Live

BIME Live 2014: Crónica y fotos del sábado, 1 de noviembre (The National, The Kooks, Mogwai, La Roux…)

Te contamos cómo fue la segunda jornada de BIME Live 2014, la del sábado, 1 de noviembre, donde también actuaron Mando Diao, Billy Bragg, The Orwells, Holy Ghost!, Delorean, Dawn Landes o Ángel Stanich, entre otros. Una crónica de Raúl Luceño, Germán Castañeda y Joseba Vegas, con fotos de Stuart MacDonald (MusicSnapper), Rhythm and Photos, David Durán y Mick Habgood


Te contamos cómo fue la segunda jornada de BIME Live 2014, la del sábado, 1 de noviembre, donde también actuaron Mando Diao, Billy Bragg, The Orwells, Holy Ghost!, Delorean, Dawn Landes o Ángel Stanich, entre otros. Una crónica de Raúl Luceño, Germán Castañeda y Joseba Vegas, con fotos de Stuart MacDonald (MusicSnapper), Rhythm and Photos, David Durán y Mick Habgood


 

La segunda edición de BIME Live es ya historia. El pasado sábado, 1 de noviembre, el BEC! de Barakaldo congregó a 10.788 personas (10.246 el día anterior –leer crónica-), según datos oficiales, para atender a los conciertos de The National (con Sufjan Stevens como un miembro más de la banda), The Kooks, Mogwai, La Roux, Mando Diao, Billy Bragg, The Orwells, Holy Ghost!, Delorean, Dawn Landes o Ángel Stanich, entre otros. Nosotros estuvimos allí y, cómo no, queremos contártelo. Una crónica de Raúl Luceño, Germán Castañeda y Joseba Vegas, con fotos de Stuart MacDonald (MusicSnapper), Rhythm And Photos, David Durán y Mick Habgood.

 

Babasonicos bime2014_RhythmAndPhotos_bifmQue el segundo día de festival iba a ser más concurrido que el primero quedó claro desde primera hora, cuando los argentinos Babasónicos aparecieron sobre las tablas del escenario 2. Eran las 18:30h y, si bien el público podía contarse por decenas, ya empezaba a llenar de vida el inmenso vacío de la feria de muestras a un ritmo superior que el día precedente. Así, mientras un puñado de acérrimos de The Kooks y The National se hacían fuertes agarrándose a la valla del escenario 1, donde 4 o 5 horas más tarde actuarían sus bandas favoritas, Adrián «Dárgelos» Rodríguez y los suyos, representantes de uno de los grupos pop-rock más importantes de Latinoamérica, desgranaban su reciente «Romantisísmico» (2013) a la par que tiraban de los clásicos que jalonan su dilatada trayectoria, de más de 20 años y con un total de 11 discos de estudio, casi nada. Seguro que a quien nos lea desde el otro lado del Atlántico le choca que un combo de tan larga y exitosa trayectoria actúe en un horario tan prematuro y congregando a no más de 100 personas, pero cosas del mercado. Ellos, a lo suyo, a demostrar que tienen buenas canciones. No maravillaron, pero aprobaron con nota gracias a «Putita», «Yegua» o «El colmo».

 

Fue acabar el concierto inaugural del escenario 2 y arrancar la actuación de La Maravillosa Orquesta del Alcohol en el escenario grande, el 1. La M.O.D.A. venían de haber dejado pequeña la carpa del Bilbao BBK Live hacía poco más de tres meses, por lo que había expectación por saber si les vendría grande esta oportunidad, pero ni por asomo. Con un público bastante numeroso para ser la hora que era (19:10h), los de Burgos volvieron a demostrar que son una de las bandas españolas con mayor proyección de la actualidad, capaz de gustar a públicos muy diversos y a personas de generaciones diferentes. Porque vimos a señores que peinaban canas cantar al unísono con chavales que apenas rozaban la veintena (juraríamos que había muchos amigos, primos y demás familia entre el entregado gentío de las primeras filas) temas como «Nómadas», «Los hijos de Johnny Cash» o «Vasos vacíos», intentando emular la rasgada voz de Adán Maravillas al ritmo de guitarras acústicas, mandolinas y banjos, junto al acordeón de Joselito y el omnipresente saxofón de Alvar de Pablo. Una buena banda de rock and roll que moldea a su gusto el folk con pinceladas de blues y la urgencia del punk. Siguen creciendo y ya no hay escenario que se les resista.

 

La MODA_bime2014_David_Duran_bifmLa M.O.D.A. // David Durán

 

Lo de La M.O.D.A. podría haber sido un fin de fiesta por todo lo alto, pero la cosa no había hecho más que empezar. Nosotros tuvimos que adentrarnos en el backstage para grabar varias entrevistas (las tendrás en nada aquí en la web), por lo que nos perdimos a los siempre festivos y reivindicativos The Coup (escenario 2) quienes ya nos encantaron un par de días antes en su showcase de BIME Pro en el Kafe Antzokia de Bilbao, así como a la intimista Dawn Landes (escenario 4 / teatro) pero, en fin, todo no puede ser. Eso sí, a mitad de entrevista con Mando Diao, las paredes del camerino empezaron a retumbar y, si bien al principio no caímos en la cuenta de lo que pasaba, cuando empezó a sonar «The Righteous One» no cupieron dudas: The Orwells estaban a pleno rendimiento en el escenario 1. Una vez nos despedimos de los escandinavos, salimos a ver cómo se las gastaban los estadounidenses, pues eran altas las expectativas puestas en el jovencísimo quinteto de Chicago.

 

Y, vale, no tienen pinta de ir a salvar el rock ni de liderar ningún nuevo comeback revivalista (hay quien los compara con The Strokes), pero es de agradecer que haya nuevas hornadas de bandas que suenen tan clásicas y tan contemporáneas a la vez. Vale, seguro que a muchos os parecen unos simples copiones, pero es la historia de siempre: de todas las bandas que existen haciendo algo parecido… y algo reciclado una mil veces, ¿cuántas llegan, realmente, a conectar con el gran público y asomar la cabecita en el panorama internacional? Pocas, muy pocas. Y The Orwells han venido para quedarse. Tienen actitud (o un buen camello -Mario Cuomo estaba absolutamente on fire-), tienen hechuras (a pesar de llevar solo un par de añitos editando música, con dos álbumes ya en su discografía) y tienen canciones (tocadas a toda pastilla, a veces medio mal -ahí está parte de su encanto-) que se te clavan en el cerebelo (como «Mallrats» con sus «la la las«). Lo dicho: nada que no hubiéramos visto antes, nosotros, pero que seguro que encandiló a los enloquecidos adolescentes (algo de público más joven el segundo día de BIME) allí presentes. Démosle un margen de confianza a los chavales, ¡que el rock no puede quedar relegado como una asunto de viejunos! Nos gustaron.

 

The Orwells bime2014_MusicSnapper_bifmThe Orwells // Stuart MacDonald (MusicSnapper)


Lo que BIME tiene en su «Stage Teatro» es una mina. Una verdadera mina de momentos mágicos. El hecho de que, en la vorágine que siempre es un festival de gran formato, uno pueda retirarse por un momento a un espacio de calma, apartado, con gradas y que incita al silencio más que al bullicio, permite disfrutar de propuestas inusitadas en un ambiente idóneo. La magia ocurría en la tarde del viernes con SOAK, Anna Calvi o Divine Comedy. Y se repetía el sábado con Chris Garneau. Momentos sublimes solo interrumpidos por los gritos de «¡Cerveza!, ¡Cerveza!» de los mochila-men (que, sugerimos, deberían tener prohibidas este tipo de vociferadas técnicas de márketing en este escenario).


Chris Garneau_bime_David_Duran_bifmEl cantautor estadounidense probaba sonido en la penumbra y, sin inmutarse, el simple encendido de las luces del escenario indicó que el concierto comenzaba. Lo de Garneau es un pop-folk preciosista de arreglos barrocos, sí. Pero nada de producciones de aire grandilocuente en su directo. Tampoco las echamos de menos. Él, su voz y su piano. Nada más. Los tres consiguieron convertir el brevísimo recital en un emocionante exorcismo en el que Garneau se iba desnudando emocionalmente para nosotros. Un ejercicio de estilo desgarrado «a lo Antony Hegarty» en el que su voz sonaba más castrato y más trémula que en sus grabaciones. 


Eligió los temas que mejor cuadraban con el formato de concierto: desde «Baby’s Romance» (de su debut en 2007, «Music For Tourists») hasta «Winter Song #1» y «Winter Song 2», de su reciente «Winter Games» (2013). Para terminar, «The Island Song», «Black & Blue» y, cómo no, su versión del «Between The Bars» de Elliott Smith, que fue incluida en la BSO de «La piel que habito», de Almodóvar. ¿La pega? Imposible siquiera hacer un esbozo somero de una discografía que cuenta ya con cuatro referencias (tres álbumes y un EP) en los menos de 50 minutos de los que Garneau disponía. Porque Mando Diao ya empezaba a atronar en el Stage 2, pero ninguno de los (poquitos, reconozcámoslo) congregados en el ritual purificador del estadounidense, queríamos irnos de allí mientras él tuviera algo que ofrecernos.


Mando Diao ya no son lo que eran. No es que sean menos… o peores ahora. Pero es eso, que no son lo mismo, simplemente. Vale que, en esencia, su actitud siga siendo la misma, con Gustaf Norén y Björn Dixgård en el papel de estrellas del rock a pecho descubierto (se descamisaron al poco de empezar, para mayor regocijo de gran parte de sus fans -están buenos los suecos, ¿eh?-), pero su puesta en escena, su vestuario, sus instrumentos, ya avisaban de que aquello del garage quedó atrás, para mayor gloria de sus archirrivales (y amigos) de The Hives. Como nos confirmó Dixgård en su charla con bi fm, ya no están tan obsesionados por rockear y no tienen nada que demostrarle a nadie, por lo que, básicamente, hacen lo que les sale de las köttbullars. Así, si «Infruset» (2012), su disco anterior, fue una obra grabada en sueco y que basaba su sonido en el piano y las cuerdas, «Aelita» (2014), su séptimo LP, deja las guitarras en un segundo plano para dejarle hacer a los sintetizadores, sonando así bastante ochentero (el rubio vocalista nos negó este extremo) y, ante todo, muy bailable.


Mando Diao bime2014_MusicSnapper_bifmMando Diao // Stuart MacDonald (MusicSnapper)


«Black Saturday», el tema más conocido de su nuevo trabajo, editado en abril, ya avisaba de esto, por lo que no nos pilló por sorpresa que sonara como sonó en directo. Tampoco «Dance With Somebody» (de «Give Me Fire!», de 2009), aquel hit, ya discotequero en origen, difirió mucho de lo que augurábamos, pero canciones como «Down In The Past», «God Knows» o «Gloria» discurrieron por caminos insospechados hace unos años. Podrá agradar más o menos su nueva propuesta, pero es de agradecer que el grupo no se estanque y busque nuevas vías de expresión. Eso sí, a nosotros nos gustaban más antes. Por comentar.


THE KOOKS, SMILE Y ÁNGEL STANICH, AL MISMO TIEMPO



Mientras Smile y The Kooks salían a otros escenarios (en los que también estuvimos), volvimos una vez más al acogedor Stage Teatro, esta vez para ver a la gran revelación de la música nacional en este 2014. El esquivo Ángel Stanich (es casi imposible entrevistarle) volvía a Bizkaia con su debut, «Camino ácido» (apadrinado y producido por Javier Vielba, de Arizona Baby y Corizonas). Pero esta vez lo hacía en formato banda. Dos guitarras, bajo y batería para arropar las historias del santanderino afincado en Valladolid, para vestir unas letras ingeniosas marca de la casa por las que transitan forajidos, sicarios o antiguas reinas de concursos de belleza.


Sin embargo, y nos duele reconocerlo porque nos acercábamos a él ya ganados para la causa de antemano, tenemos que decir que ese folk-rock fronterizo que suena a desierto árido y huele a whisky añejo, le queda mucho más auténtico cuanto menos lo viste. Ya lo habíamos visto en otras ocasiones con el solo acompañamiento de su guitarra, y aquello había sido una genuina lección de personalidad musical. Cuando la propuesta se presenta como una banda al uso, la personalidad de Stanich se difumina y la propuesta corre el riesgo de convertirse en una más.


Angel Stanich_bime_David_Duran_bifmÁngel Stanich Band // David Durán


Desde luego, el público no pensaba lo mismo, ojo, y estuvo entregado desde el minuto cero, desgañitándose en los estrillos, riendo a mandíbula batiente y jaleando todo gesto y comentario. «Este es el escenario más outsider, ¿no? El más complicado de todos«, preguntaba. Y el público, en pie para recibir su tema «Outsider». Sonaron también «Camino Ácido», «Mezcalito» y, cómo no, la historia del gran «Metralleta Joe», la que le convirtió el año pasado en el hombre más buscado del indie patrio. También nos regaló una versión de «En el río aquel», de Miguel Ríos, y un tema nuevo, «Carbura», que aseguró haber tocado antes solo en dos ocasiones.


Nos gusta Stanich. Nos gusta mucho. Esa voz cavernosa que emana de la mata de pelo que es su cabeza (¿dónde empieza la barba y dónde termina el cabello?), esas historias de personajes en el filo, esa música que nos remite al lejano oeste. Pero, sinceramente, nos gusta más él solo, desnudo (musicalmente, entiéndannos). Desde aquí rogamos: Que Vielba y la multinacional Sony le dejen seguir sus instintos, por favor.


Ver el concierto de The Kooks fue, una vez más, como hacer una especie de repaso en directo a la historia de la música popular británica. Es decir, en su repertorio de canciones guitarreras, pegadizas, con sus estribillos y demás parafernalia podíamos identificar un legado que se va hasta los Beatles y los Stones, pasando por los Clash, los Jam, los Housemartins, etcétera, manteniendo ese toque ¿generacional? de aquella hornada de bandas del inicio del siglo XXI que, a su vez, también miraron al otro lado del Atlántico para contagiarse de lo que pasaba en lugares como Nueva York.


The Kooks bime2014_RhythmAndPhotos_bifmThe Kooks // Rhythm And Photos


En esta ocasión, a diferencia de la actuación que los Kooks ofrecieron hace un par de años en el Bilbao BBK Live, sólo faltaba una marabunta de entusiasmados y etílicos ingleses entre el público para aumentar el ambiente que los de Brighton logran alcanzar a través de su espectáculo. En todo caso, volvieron a ofrecer un concierto divertido y contundente, uno de esos directos que, sin convertirse en inolvidables, dejan al espectador con una sonrisa en la boca y con la sensación de haber pasado un rato agradable. El típico bolo, en definitiva, perfecto para el formato festival.


Así, además de repasar un buen número de temas que componen su último álbum, «Listen» (2014), los Kooks elevaron la ya de por sí calenturienta temperatura del BIME cuando se lanzaron a interpretar los singles que les catapultaron como banda referente para el NME. De esta forma, fueron cayendo temas como «Ooh La», «Naive» o la aclamadísima y televisiva «She Moves in Her Own Way». Unos Kooks, permítannos el chiste, que fueron rebautizados como Cocks por buena parte del respetable gracias a… Bueno, si estuvieron ayer en el BIME viendo a esta banda y más concretamente a su frontman lo entenderán perfectamente.


the kooks bimelogo mickhabgood bifmThe Kooks, sin duda // Mick Habgood


Y como «The Corrs» es como rebautizó John Franks al grupo británico liderado por Luke Pritchard, con la que el getxotarra y sus Smile tuvieron que lidiar, a la misma hora, en el escenario Euskadi. «Ellos son más guapos, pero nosotros besamos mejor«, llegó a asegurar con sorna el vocalista, quien volvió a apelar una y mil veces al amor y el buen rollo. Y vaya que si consiguió que reinara la concordia, reuniendo a un buen puñado de personas y logrando una total comunión entre público y banda, que, una vez más, lo dio todo.


Quien esperara un concierto lánguido, con cancioncillas de esas que luego puedes tocar con el ukelele en la playa para impresionar a las bronceadas bañistas, iba bastante desencaminado. Porque las acústicas prevalecieron, pero eran tres las guitarras que sonaban, porque el sabor a mar, a verano, se percibía, sí, pero no se trataba de la banda sonora de la historia de un ligue de chiringuito, no, sino de toda una oda al AMOR, así, con mayúsculas, con toda la fuerza y la intensidad que una buena historia de amor ha de tener. Que una cosa es ser un romántico surfero y otra cosa es ser… Jack Johnson.


Smile bime_MusicSnapper_bifmSmile // Stuart MacDonald (MusicSnapper)


Con canciones como «City Girl», «Let Go», «Island Paradise» o «Do As I Want»… con los cuatro miembros de la banda llegando a alternarse a las voces… con Franks cantando sin amplificación subido a la valla de seguridad… y con todo el cuarteto bajando del escenario para tocar entre el público, el grupo se ganó a éste por completo.


Mogwai eran una de las propuestas más experimentales de esta edición del BIME. Una de las apuestas, digamos, arriesgadas. Así se percibía, por ejemplo, entre buena parte del público que ya admitía, antes de arrancar el concierto, que en bolos anteriores sólo les habían aguantado un par de canciones. Y es que el sonido que practican Mogwai, ciertamente, no es apto para todos los oídos, si bien demostraron tener alto poder de convocatoria, como abanderados del potente e intenso post-rock que son. Los escoceses desembarcaron en Barakaldo con todo su arsenal sónico, capitaneado, obviamente por ese muro que logran al desgarrar tres guitarras si bien, en el caso de ayer, el inicio de su setlist, más centrado en su último trabajo, «Rave Tapes» (2014), destacó por una presencia de teclados que, en cierta manera, suavizaba su ya de por sí áspero espectáculo.


Mogwai bime2014_RhythmAndPhotos_bifmMogwai // Rhythm And Photos


Así, temas como «Remurdered», que evocaba a algo, lo que sea, retro-futurista, o «Heard About You Last Night» parecían hipnotizar al oyente y llevarle a una estado de calma, esa calma que, a veces, precede a la tormenta, una tempestad que, efectivamente, llegó a través de temas como «Mogwai fear Satan» (la primera en la que abandonaron los teclados) o «How To Be a Werewolf». Un vendaval, con todo, que, en verdad, hizo que desapareciera mucha gente antes de que acabase el concierto pero que también gustó y mucho a unos fans de Mogwai que acabaron encantados y felices (sí, se puede salir feliz tras un bolo de Mogwai) con el espectáculo vivido.


mogwai banda bime2014 mickhabgood bifmMogwai al completo // Mick Habgood


Si decimos «cantautor de izquierdas» a casi todos nos empieza a oler a naftalina y pensamos en un señor con una guitarra española dando una brasa considerable. Sin embargo, Billy Bragg, es, indudablemente, un «cantautor de izquierdas»… y nada tiene que ver con el cliché. Acompañado de una fantástica banda (guitarra, bajo, batería, teclados y slide guitar), el quinteto vistió las letras de Bragg con maestría, casi reproduciendo lo visto en su reciente «Live At The Union Chapel», el flamante DVD donde recorre sus clásicos y desgrana «Tooth & Nail», su disco de 2013. De todas maneras, más allá de lo que Bragg canta en «All You Fascists» o «Sexuality», volvió a ser muy interesante y edificante lo que este inglés de sonido americano cuenta. Así, tras lamentarse por el avance de la ultraderecha en el Reino Unido, en Hungría o en Francia, se alegró del éxito de Podemos en las Elecciones Europeas y de la celebración del referéndum por la independencia de Escocia. Como veis, a los festivales no solo se va a bailar…


Billy Bragg bime2014_MusicSnapper_bifmBilly Bragg // Stuart MacDonald (MusicSnapper)


THE NATIONAL Y SUFJAN STEVENS, CABEZAS DE CARTEL



The National eran el gran reclamo de la jornada del sábado en esta segunda edición de BIME. Era la banda con mayor tamaño de fuente tipográfica en el cartel del festival gracias al celebrado «Trouble Will Find Me» (2013), que tanto entonces como ahora no deja de cosechar parabienes. Además de dicho álbum, las crónicas de sus conciertos preconizaban un espectáculo digno de ser degustado. Y, por si todo ello fuera poco, el anuncio de que el aclamado cantautor estadounidense Sufjan Stevens acompañaría a Matt Berninger acababa por explicar la expectación que esta cita había generado.


The National_sufjanstevens_bime_RhythmAndPhotos_bifmSufjan Stevens, uno más // Rhythm And Photos


Y sí, bueno, las expectativas, más o menos, se cumplieron. El escenario 1 lucía abarrotado de gente, con hasta ocho músicos sobre las tablas del mismo y una marabunta de asistentes que contribuyeron a dar lustre a un concierto que tuvo sus momentos álgidos pero que también tuvo pasajes que rozaron el aburrimiento. A destacar al frontman de la banda, el señor Berninger, un hiperactivo actor principal que no podía parar quieto ni durante las canciones ni en los interludios de las mismas; un frenético dinamismo que a veces agobiaba y otras veces servía, claro está, para conectar con una masa enfervorecida entre la que se mezcló en un par de ocasiones.


Y, claro, no faltaron los temas, los grandes temas de ese «Trouble Will Find Me» («I Should Live in Salt», «‘I Need My Girl», «Graceless»…), sin olvidar pasajes de los también aclamados «Alligator», «Boxer» o «High Violet», e incluso un guiño a Stevens intercalando, a través de la sección de vientos, unas notas de ese himno suyo que es «Chicago»… con un final acústico de toda la banda en el borde del escenario interpretando «Vanderlyle Crybaby Geeks» que fue la guinda con la que coronar la comunión que alcanzaron con el respetable.


The National_bime_MusicSnapper_bifmThe National // Stuart MacDonald (MusicSnapper)


Hace poco más de un mes ya vimos a La Roux en el Dcode madrileño, así que pisábamos sobre terreno conocido al enfilar hacia el Stage 2 tras escuchar a The National. Teníamos muchas ganas de disfrutar de nuevo de su electropop desprejuiciado, perfecto para una hora como las 2 de la madrugada. Tras los problemas surgidos entre Elly Jackson y Ben Langmaid en el proceso de creación de su segundo disco («Trouble In Paradise», 2014), ahora La Roux es más que nunca La Roux, la pelirroja, Elly y su tupé. Pero dado que el tupé no aporta mucho musicalmente, ella se ha arropado por 4 multiinstrumentistas que alternan guitarras, sintetizadores y baterías (electrónicas y convencionales) para lograr llevar al directo su synthpop sin perder la garra de sus grabaciones.


En una hora justa, Elly hizo un repaso de su debut homónimo de 2009, incluyendo «Fascination» (gran comienzo de bolo), «In For The Kill» o «I’m Not Your Toy». Y presentó profusamente ese disco de la discordia que la ha convertido en solista en este 2014, «Trouble In Paradise» (y tanto que «trouble«, pensará ella). A pesar de que su primer lanzamiento dejó el listón muy alto (nominación al Mercury Prize y Grammy al mejor disco de Dance/Electrónica incluidos), esta nueva entrega no desmerece. Y gracias a ella nos regaló momentos en los que banda y público disfrutaron por igual. «Cruel Sexuality» (en la que suenan más disco que nunca), «Sexoteque», la potente «Silent Partner» y, claro, los tres singles: «Uptight Downtown», la celebrada «Kiss And Not Tell» y «Tropical Chancer».


publico bime2014_RhythmAndPhotos_bifmEl público de BIME // Rhythm And Photos


Un gran concierto que no llegó a ser redondo por dos fallos incomprensibles. Porque si dos de los principales activos de La Roux son la voz y la imagen de Elly, ¿por qué ella parecía estar amplificada a años luz por debajo del resto de la banda y por qué el diseño de iluminación la mantenía en la sombra durante todo el bolo? Solo la intuimos en una pseudooscuridad, con ese look de pantalón ancho sobaquero y camisa y americana XXL, un poco a lo David Bowie era «Serious Moonlight» (como si fuera poco el paralelismo con ese tupé pelirrojo…). Tampoco pudimos disfrutar más que entre sombras de sus movimientos swing imposibles, que no terminaban de cuadrar con el ritmo de sus temas pero que esta hija bastarda de Tilda Swinton ejecutaba con mucha gracia. 


Como no podía ser de otro modo, cerraron con su mayor hit, «Bulletproof», certero tiro a dar en los pies del respetable, que correspondió cantándolo, bailándolo y siendo consciente de que aquello tenía que terminar ahí. En lo alto. Porque, quizá, La Roux nunca vuelvan a ser capaces de alumbrar un rompepistas pegadizo a esa altura. Pero aún así, en menos de 5 años han conseguido crear una sólida porpuesta musical de la que muchos, en sus comienzos, dudaron. Eso sí, tras su actuación, una pregunta rondó por el BEC!: ¿Había tirado La Roux de playback en algún momento de su actuación? Psss…


the national publicobime2014 mickhabgood bifmEl Escenario 1 de BIME // Mick Habgood


Eran las 3 y pico de la mañana y apenas podíamos con nuestras almas, tras dos días de conciertos y entrevistas, pero, aún así, aún sacamos fuerzas para bailar con Holy Ghost!, primero, y con Delorean, después. Nos gustaron más los primeros, menos vistos por estos lares, y perfectos representantes de la escudería DFA (LCD Soundsystem, The Rapture, The Juan MacLean…), esa que tan bien aúna tradición y modernidad discotequera. Su nu-disco tuvo momentos muy disfrutables. Los zarauztarras, por su parte, empiezan a sonar un tanto cansinos, repetitivos, previsibles. Que vale que su nuevo disco, «Apar» (2013) ha servido para mostrar una cara algo más orgánica y pop, pero, ¿de qué nos vale cuando son las tantas de la madrugada y el grupo está ahí para hacer bailar al personal? Que ojo, que no queremos decir que no bailáramos, que lo hicimos, pero aquella chispa de antaño… ¡ay! ¿Se nos habrá gastado el amor de tanto usarlo?


 

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