Del pelotazo de los de Thom Yorke (con casi 40.000 almas escuchando en silencio los primeros compases de «Creep» para luego estallar en un karaoke-clímax que se recordará siempre) hasta el fraude de The Avalances (¿un «dj set»? ¿¡En serio!? ¿Pero no se supone que venían a tocar?). Repasamos todo lo ocurrido ayer en el festival de Barcelona de la mano de nuestros enviados especiales (los redactores Javier Santamaria e Iñaki Espejo-Saavedra y el fotógrafo Aitor de Haro)
Primavera Sound 2016: CRÓNICA y FOTOS del jueves (Tame Impala, LCD Soundsystem, John Carpenter…)
Primavera Sound 2016: CRÓNICA y FOTOS del sábado (PJ Harvey, Sigur Rós, Brian Wilson…)
Como el yin y el yang, todo lo bueno tiene algo malo y todo lo malo tiene algo bueno. Ayer, viernes 3 de junio, estas cosas se enfatizaron sobremanera en Primavera Sound 2016, dejándonos una jornada de contrastes, buenos momentos con sabor amargo y momentos que no pintaban bien pero acabaron más o menos satisfactoriamente. Ayer en el Parc del Fòrum de Barcelona se sentía que la diferencia entre cabezas de cartel y nivel medio de los artistas era más distante de lo habitual. Por tanto: abarrotada la zona de los escenarios Heineken y H&M, y el resto, por momentos vacío e, incluso, con actuaciones de poco gancho e intensidad.
No teníamos esa sensación desde el concierto de The Cure en el año 2012. En aquel momento, parecía que todos los caminos te obligaban a ir a Roma sí o sí. En este 2016, el camino era Radiohead. Esto supuso más de una hora de cola para poder entrar en el foso de la prensa y vivir momentos tensos con otros medios acreditados. Y también supuso un sobreesfuerzo a la hora de ponerse en situación para dicho concierto. Pero la circunstancia también nos brindó libertad a la hora de vivir actuaciones como la de Dinosaurio Jr o la de Royal Headache (eso sí, en el caso de los primeros, en condiciones de sonido no del todo adecuadas; de hecho, al finalizar su directo, pudimos escuchar a Radiohead de fondo -algo que no recordamos haya pasado nunca, ya que el sonido de artistas de escenarios más cercanos debería haber cubierto ese vacío, y no el del grupo que estaba en la otra punta del recinto-). En el lado positivo (positivísimo) del festival, el escenario Hidden Stage, que año tras año regala actuaciones memorables para enmarcar para siempre. Un regalo para los asistentes más madrugadores que les permite vivir conciertos en condiciones insuperables en cuanto a vivencia bis a bis con el artista, dado su aforo limitado, y un sonido de matrícula de honor. En serio, con recordarlos a uno se le eriza la piel y los ojos se ponen vidriosos.
Pero vamos a la miga, que el día fue muy largo. Empezamos jornada de viernes viendo a Shura en el escenario Firestone. Peeeero, los comentarios (y parabienes) los dejamos para más adelante, ya que repitió actuación después en el escenario Adidas. A las 17:00 nos refugiamos en el mencionado bosque secreto del Hidden Stage entre sonidos de la naturaleza para disfrutar del concierto de Los Hermanos Cubero. Desplegaron toda su carisma y buen hacer para hacernos pasar un buen rato a ritmo de habaneras, vals y ritmos tradicionales, a golpe de mandolina y guitarra a viva alma, sin enchufe que las amordace. Canciones como «Aire», que nos emocionaron sobremanera, ese revoltoso tema llamado «Levántate» o esa visión vital de «Para ganarme la vida». Como decía el anverso de la mandolina: «Gracias».
Aliment no fallan, una maquina de rock’n’roll y hits. Con ellos se nos pasaron los dolores de la noche anterior y ya no pudimos parar de saltar y bailar, mover las piernas y la cabeza, en un concierto en el que las canciones elegidas, el sonido y la velocidad fueron sobresalientes. «Seein´Black» sigue siendo un temazo y «Razors» en directo es un pelotazo. Este concierto entrada la noche hubiera sido increíble. Ben Watt, la mitad de Everything But The Girl, el grupo que nos enseñó que la eletrónica podía ser tan elegante como contagiosa, cree que, a partir de cierta edad, no se puede bailar. Al menos eso parece teniendo en cuenta la música que hace ahora y que presentó por fin en Primavera Sound 2016, después de haber tenido que cancelar el año anterior. Pop blandito e incluso bossa nova (con la colaboración de Bernad Butler) que tendió peligrosamente al easy listening.
Veníamos tan tranquilos de ver a Watt pensando en la jubilación en un resort todo-incluido que, cuando Jehnny Beth salió al escenario, casi nos dá un ataque al corazón. Savages transmiten tensión a través del ritmo casi militar de alguna de sus nuevas canciones («Adore Life», «Matador», «2016») y de la abrasividad de Jehnny, que canta, alecciona y hasta surfea entre el público. Savages están en su mejor momento y lo saben. Si hubiera un concurso puramente vocal en Primavera Sound, Moses Sumney sería sin duda finalista. El angelino es un portento en cuanto a matices vocales y melodías, pero su propuesta de crooner soul no es asequible ni para el escenario Pitchfork del festival. Incontestable en cuanto a talento, hubiera encadilado en el Auditori.
El shoegaze hacía referencia a la forma de tocar los grupos (que parecían absortos mirándose los pies mientras actuaban), así que resulta paradójico que Lush, uno de los estandartes del género, nos hicieran mirar ayer tal alto, llevándonos al cielo con esas melodías, juegos vocales y efectos guitarreros. Miki Berenyi nos recordaba que ya estaba cerca de los cincuenta; pero benditos cincuenta, está en plena forma. Cuando empezamos a oír el in crescendo de un rasgueo de guitarra y cómo poco a poco entraba el bajo hasta explotar con la segunda guitarra en «De-Luxe», quedó claro lo que nos esperaba: un viaje emocional, todo un regalo para los afortunados que pudimos entrar al Heineken Hidden Stage. Tener la sensación de que todo está dispuesto para que la comunión entre público y artista sea perfecta, de que el sonido es tan perfecto como en un estudio y de que todo va como un reloj… Es un sobreesfuerzo que rara vez alguien puede disfrutar como ayer lo disfrutamos. Qué gozada escuchar por primera vez en directo «Ladykiller», esa canción que tantos buenos momentos de fiesta nos dio. Solo cuando terminó una explosiva «Sweetness And Life» que cerró el concierto, pudimos bajar de aquella nube. Quisimos y pedimos bises, pero este motor llamado Primavera Sound no podía pararse. Pasará el tiempo, pero esto se quedará para siempre.
Nos pusimos la camiseta folkie para acercarnos a ver a Steve Gunn y dejarnos llevar por este neoyorkino. Era una elección de poco riesgo, la verdad. Donde hay talento y buen hacer, uno sabe lo que ha de esperar: un buen concierto sin fisuras en el que solo tienes que sentarte en el suelo y dejarte llevar. Parajes como «Park Bench Smile», con sus desarrollos, o lugares más lisérgicos como «Conditions Wild». Una delicia. Aquí ahora tendríamos que hablar de Freddie Gibbs, pero, trágicamente, ayer mismo se anunció su cancelación. Así que aprovechamos para cenar comentando los rumores que nos iban llegando desde la «explanada Mordor»: hordas de personas que llevaban de pie horas sin moverse esperando a Radiohead.
A buen seguro, dos de los adjetivos que más se repetirán sobre el concierto de Radiohead en Primavera Sound 2016 serán «memorable» e «histórico«. Siendo «trending topic» en Twitter durante todo el show (incluso con el título de alguna canción), los de Oxford consiguieron que todo aquel que estuviera allí se fuera con la sensación de haber visto hago especial. Y eso que no empezaron poniendo las cosas especialmente fáciles. Radiohead es un grupo que alcanzó la cima («Ok Computer», Parlophone, 1997), no le gustó lo que desde ella veía y decidió recluirse en sí mismo. Más y más complejos con cada nuevo disco, habían llegado a un punto en el que podían ser tan maravillosos como incomprensibles. «A Moon Shaped Pool», su recientísimo trabajo, sigue custodiando el secreto del laberinto de Thom Yorke, pero abre alguna puerta por la que se colaron para salir a dar el concierto de anoche en Barcelona.
Etéreos al comienzo («Burn The Witch», «Daydreaming», «Decks Dark»), poco a poco fueron aterrizando para conectar con un público que les esperaba como al mesías. «No Surprises» enseñó el camino de la redención, «Pyramid Song» y «Everything In Its Right Place» mantuvieron las promesas, y «Karma Police» abrió las puerta del cielo. Tras el bis, cuando el feliz viaje parecía haber llegado a su fin, aún faltaba lo mejor: «Creep». No es un hit ni se puede bailar e, incluso, puede que no sea una de sus mejores canciones, sin embargo es especial para miles de personas. Ayer en el Primavera lo fue para casi 40.000, que escucharon en completo silencio sus primeros compases para luego estallar en un clímax en forma de karaoke que se recordará siempre, y no por lo paradójico de la letra («I wish i was special/you’re so fuckin’ special/but i’m a creep, i’m a weirdo/what the hell am i doing here?»).
Mascis & Barlow podría ser el nombre de una maravillosa fábrica de ruido, si lo que hacen con Dinosaur Jr. pudiera comercializarse como un producto. Como es imposible, fueron una comodísima alternativa a la masividad de Radiohead y un recorrido efervescente por lo mejor el noise, con algún regalo como «Just Like Heaven». La única pega, el onanismo de Mascis con los punteos, lo que por fin explica una de las mayores incógnitas de muchas adolescencias: ¿Por qué en los 90 los conciertos de grunge se llenaban de heavys?
Ante un planing tan medido, de vez en cuando merece la pena salirse de la línea y cambiar el plan para llevarse una buena sorpresa. Así que en el último momento cambiamos a Tortoise por Royal Headache, dejar atrás la madurez «rockjazzexperimentalwhatever» por algo más inmediato, y disfrutar de los australianos (que sí, que Royal Headache son australianos, aunque todo nos haga sentir que son ingleses, de algún barrio «de las afueras»). Estribillos para corear, guitarras nerviosas, dejes del soul al britpop, una mezcla para dejarse llevar y disfrutar del momento. Con «High» ya nos ganaron (ese equilibrio entre lo sensible y lo rudo) gracias a esos «…be with you» y sus «uohs». Algo parecido nos pasó con «Another World», otro de los temas más que destacados de su último disco. Lo pasamos realmente bien.
The Last Shadow Puppets tuvieron que competir con la resaca de Radiohead, lo que suposo tocar ante menos de la mitad de público que sus compatriotas. A pesar de las circunstancias, no lo hicieron nada mal. Elegantes hasta rozar lo hortera (sobre todo en la poses de Alex Turner, que, por momentos, parecía Julio Iglesias), lo mejor de su recargada puesta en escena fue un cuarteto de cuerda que dió empaque y señorío a las nuevas canciones de «Everything You’ve Come To Expect». A mitad de concierto cambiaron de tercio. Parecieron cansarse del teatro para recordar sus inicios más descarados, y terminaron rompiendo la noche con una magnífica «The Age Of Understatement».
A C.Tangana se la debíamos. Quizá en la crónica del donostiarra Lurrazpiko le dimos de más, así que tras el sonado beef con los Chikos del Maíz, decidimos ir a verle al escenario Adidas. «Nada» funciona, «Los Chikos de Madriz» fue tremendamente celebrada, «Alligators» resultó ser la bomba y el fin de fiesta con ese «Chito» (puchito, puchito) fue redondo. Pero ese vocoder, ese vocoder… Abuso de lo innecesario. Por eso la mejor parte del set fue su final, cuando la cosa se moderó y fue todo más directo y natural. Respeto C.Tangana, pero esta vez quedamos en tablas. Con Shura, como ya hemos dicho, nos habíamos dejado engatusar a las cuatro de la tarde nada más acceder al recinto, en un adelanto de lo que ocurrió ya a las dos de la mañana en el escenario Adidas. Shura coge un poco de synth-pop, un poco de r&b, un poco de electrónica y mucho talento para conseguir enamorarnos; y eso que solo habíamos escuchado cuatro temas (ojo, que aún no ha publicado disco). Todas las referencias eran más que positivas, y con razón. De los conciertos vividos con nocturnidad y alevosía, sin duda fue el mejor.
The Avalanches, «legendaria banda australiana». Fin de la cita. ¿Qué esperáis al leer esto? Pues a un grupo dando un concierto, ¿no? Nuestra comprensión lectora, y todo, indicaba que The Avalanches venían a tocar a Primavera Sound 2016. ¿Acaso estamos chalados? ¿Qué narices pintaban allí pinchando entonces? ¿En serio? Queda claro lo que opinamos del tema, ¿no? Ahora, centrados en la sesión, pues sí, pues muy bien, pues algo así es lo que debería haber como fin de fiesta en alguno de los tres escenarios del festival porque, sí, nos gusta bailar y pasarlo bien. Y a veces parece que desde el festival se esfuerzan en que no podamos, será nuestra sangre pop que no nos deja entrar en el juego de Óptimo, Hudson Mohawke, Helena Hauff, Maceo Plex o Koze. Así que de sacar algo positivo del bluff de The Avalanches, eso, que por lo menos lo pasamos bien bailando a las Slits.
El punk a las cuatro de la mañana siempre es bienvenido, así que ir a ver a Sheer Mag era una buena idea. Toques roqueros de los 70, un deje cacharroso, algo de pop y sobre todo la potente voz de Tina Halladay. La referencia inmediata de todo el mundo alrededor fue la de Gossip. Nosotros discrepamos, al menos de momento: aquí sí hay una naturalidad que Gossip perdió hace lustros. Imposible que no se fueran los pies, que no diéramos unos cuantos empujones y que no pusiéramos puño en alto. El fin de la noche nos llevó hasta el electrónico Bowers & Wilkins Sound System (aka Beach House) para ver a Tiger & Woods en un set acogedor y muy disfrutable de nu disco. Así, el tiempo pasó volando mientras bailamos hasta que se podían ir intuyendo los primeros rayos de sol…