Alejandro Arteche narra su experiencia en el concierto del líder de los Zeros, esta vez acompañado de una banda de lujo con miembros de Presidents Of The USA, Fountains Of Wayne y Johnny Marr. Rock ‘n’ roll, power pop y algo de punk pop sin tregua ni descanso para presentar «City Lights»
Con un traje marrón que en los 70 ya había vivido tiempos mejores, un pañuelo de lunares al cuello y varios pendientes en una oreja, Javier Escovedo aparecía vestido como cuando Johnny Thunders se paseaba por Madrid disfrazado de Camarón. De hecho no sólo el vestuario nos recordó a la difunta muñeca de Nueva York, los dos temas con los que comenzó el concierto y el par de versiones que hizo de Velvet Underground tenían la misma furia y la misma tensión sexual no contenida que destilaban las New York Dolls en el escenario. Era sólo el comienzo y el concierto pintaba muy bien. «Tonight Is Gonna Be Better«, canción que abre su disco en solitario, fue el tercer tema de la noche y toda una declaración de principios de lo que iba a venir a continuación.
Flanqueado por una superbanda compuesta por el guitarrista Andrew McKeag de los Presidents Of The USA vestido de músico de nuevo rock americano, Brian Young de Fountains of Wayne con camiseta de rayas a lo Factory de Warhol y el actual bajista del grupo de Johnny Marr, un elegantísimo Max Benson de luto riguroso con un tupé perfecto que nos recordaba al Paul Simonon de la mejor época, Escovedo se limitó a hacer lo que mejor sabe: descargar buenas dosis de rock ‘n’ roll, power pop y algo de punk pop sin tregua ni descanso. ¡Casi nada!
«City Lights«, el disco en solitario que Javier Escovedo ha venido a presentar, es un excelente trabajo donde predomina el power pop pero donde también hay espacio para recuerdos ramonianos pasados por el filtro Phil Spector (nos era imposible no acordarnos de los de Queens mientras en el escenario sonaba «The Music Keeps on Playin«). El repertorio que forma el disco es perfecto para escuchar en casa y lo suficientemente sólido para defenderlo encima de un escenario sin que desmerezca al mezclarlo con las versiones o el recuerdo a otras bandas de Escovedo. De hecho, el peligroso momento de incorporar a dos chelistas en el escenario para un par de temas más lentos y que podía haber lastrado el ritmo del resto del concierto, fue salvado con gran maestría gracias, precisamente, a la sólida colección de canciones que traía bajo el brazo el miembro de los Zeros.
Para los bises Escovedo prescindió de la americana marrón, se quedó en camiseta de tirantes, se plantó una gorra y entonces todos nos acordamos de Alan Vega en los comienzos de Suicide. La cosa es que pareciéndose a uno u otro en el vestuario, la hora larga de concierto fue contundente y una gran lección de como descargar encima de un escenario. Y todos nosotros saliendo por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja que es algo muy de agradecer.