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Ocio y cultura

Camino a los Oscar: «La Ballena», «Los Fabelman» y «El triángulo de la tristeza»

Las películas del mes: Tres de los principales títulos del año en cuanto a expectativas, premios y repercusión, comentadas de menos a más.

Charlbi Dean (D.E.P.) en "El triángulo de la tristeza"
Las películas del mes: Tres de los principales títulos del año en cuanto a expectativas, premios y repercusión, comentadas de menos a más por aquello de que un buen postre levanta una comida mediocre

Decía el recientemente desaparecido Carlos Saura que lo que más pereza le daba como espectador en el cine actual era saber lo que iba a pasar a lo largo de una película con solo ver los primeros quince minutos.

Vistas las nominadas al Oscar este año, no podemos quitarle la razón. Por eso nos gustó una mamarrachada pasada de frenada como «Todo a la vez en todas partes». Tenía muchos peros, sí, pero se despeñaba con gracia.

A continuación comentamos tres de los principales títulos del año en cuanto a expectativas, premios y repercusión. Y avisamos ya: Hay de todo. Vayamos de menos a más por aquello de que un buen postre levanta una comida mediocre. Al lío.

«LA BALLENA»

El tan cacareado retorno de Brendan Fraser (ahora la gente descubre al actor de «Dioses y monstruos», así somos) ha tenido mecha corta. Si se lo permite «Elvis» quizá se lleve una estatuilla (los roles con transformación física puntúan doble), pero el último film de Aronofsky es poco más que un telefilme estático (casi dos horas en un mismo espacio), más cercano a teatro filmado que a la emoción sincera que busca desesperadamente.

En «La Ballena (The Whale)», la historia de un profesor que busca recuperar el amor de su hija mientras vacía los telepizzas colindantes está contada sin brillo, funcionarialmente. La sobrevolamos sin conectar con ella y sospechamos que, en muy poco tiempo, nadie la recordará. Oportunidad perdida.

«LOS FABELMAN»

Reconozco que Steven Spielberg tiene un par. Airear los aspectos más íntimos de una adolescencia desgraciada no puede ser fácil. Menos aún cuando ha condicionado gran parte de tu carácter en la edad adulta.

De «Los Fabelman» me quedo con el inmenso amor al cine que trasmiten prólogo y epílogo (ese David Lynch encarnando a John Ford) y con el baile nocturno de una sutil y maravillosa Michelle Williams, en la escena más plena y hermosa del reciente cine spilberiano. ¿Cuál es entonces el pero? El habitual cuando su director trabaja con niños y animales: Una molesta tendencia a la sensiblería que baja enteros a una cinta que, lo aclaramos, no está mal.

«EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA»

Avalada por la palma de oro en Cannes (o sea, el Oscar europeo) y ovacionada en el último Zinemaldi, nos llega la última obra del enfant terrible Ruben Östlund.

Ruben es como el clásico compañero de curro al que la mitad de la plantilla quiere varear, pero cuya contrastada brillantez le salva del percance: Es un guay, pero tiene talento (da mucha rabia, sí).

«El triángulo de la tristeza» es una comedia gran guiñolesca dividida en tres actos desiguales que narra el viaje en yate de un grupete de representantes del primer mundo: Empresarios, modelos, influencers y traficantes de armas. A saber: Gente que no ha madrugado en su puta vida.

Todo ello bajo la supervisión (es un decir) de un capitán con los rasgos de un Woody Harrelson impagable en su pachorra infinita: Un norteamericano alcohólico y comunista que pasa la mitad del año borracho y la otra mitad dormido. Suyas son las mejores escenas de una comedia salvaje, llena de olas, Rolex, vómitos y afiladas reflexiones sobre la moda, el dinero y la jerarquia en una sociedad donde importa más un youtuber que un cardiólogo.

Evidentemente, no es plato para todos los gustos, lo que nos hace recomendarla aún con más ganas. ¡Ah! mención especial para Charlbi Dean, protagonista femenina y tristemente fallecida el pasado verano a la edad de 32 años. Una gran pérdida la de la sudafricana. D.E.P.

Con la «Irati» de Paul Urkijo en nuestro horizonte cinéfilo, nos despedimos hasta dentro de un mes. Que sean felices.

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