¿De nuevo sold out en la segunda jornada del certamen? Eso dice la organización, aunque a mediodía aún quedaban entradas de día que, esperamos, no desaprovecharas para asistir a la lección magistral de Ben Harper, revivir el mítico «Psychocandy» o alucinar con el flow de Azealia Banks. Nos lo cuenta el nutrido equipo de bi fm: Joseba Vegas, Alfredo Rodríguez, Óscar Díez, Germán Castañeda y Abel Amutxategi; con fotos del propio A. Rodríguez
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Bilbao BBK Live 2015 sigue sorprendiendo. Empezaba el jueves 9 de julio con entradas de día para la primera y la segunda jornada aún disponibles. Pero según afirma la organización, las últimas del jueves se agotaron antes de abrir puertas y, ayer de nuevo, las últimas del viernes volaron. ¿Otra vez 40.000 personas ayer viernes 10 de julio en Kobetas? Eso parece… Sold out en la segunda jornada y, por tanto, segundo sold out completo en la breve historia del festival tras el del pasado 2014 (y dado que las plazas de acampada, las entradas para hoy sábado y los bonos de este ya habían volado hace mucho). Si fuiste uno de esos millares de asistentes de ayer, seguro que recordarás por mucho tiempo la magistral lección musical de Ben Harper y sus Innocent Criminals, la revisión en directo del mítico álbum «Psychocandy» (Blanco y Negro, 1985) de The Jesus & Mary Chain tres décadas después, el alucinante flow con el que la siempre discutida Azealia Banks convirtió Kobetamendi en una suerte de parque público del Bronx o el fiestón que montó una de las sorpresas de la jornada, Shaka Ponk. Nos lo vuelve a contar el equipo de bi fm desplazado a Bilbao BBK Live: Joseba Vegas, Alfredo Rodríguez, Óscar Díez y Germán Castañeda, a los que ayer se unió Abel Amutxategi. Y, todo, como siempre, con fotos del propio Alfredo Rodríguez.
A las 17:30h, ante un centenar de valientes (el mercurio no andaba muy lejos de los 40ºC y la afluencia de gente fue ayer muy escalonada durante toda la tarde noche), los bilbaínos Nazca inauguraron la segunda jornada de Bilbao BBK Live 2015 (foto superior), haciendo valer su triunfo en el concurso para bandas emergentes organizado por la radio pública vasca. Un premio que los chavales disfrutaron de lo lindo, a pesar de no contar con demasiados testigos, pues no todos los días puede un grupo joven y local acceder a un escenario de semejantes dimensiones (el stage Bilbao, el más grande del festival). Indie rock de querencia stoner cantado en castellano y temas como «La máquina», «Tras el muro» y «Androides» para presentarse en sociedad. Hay mucho margen de mejora, pero esto no ha hecho más que empezar, así que… ¡bienvenidos!
A The London Souls (que, por cierto, son neoyorkinos, a pesar del nombre) ya los habíamos visto a las 12:00 del mediodía de ayer en su actuación, de entrada libre y en formato dúo, en La Ribera del Casco Viejo de Bilbao. Y nos habían cautivado con su elegantísimo rock de pegada (limitada al ser en formato sala). Aquí a la derecha, los tienes recibiendo las felicitaciones de bi fm tras su bolo (foto: G. Castañeda), y es que va muy en serio eso de que nos han ganado para su causa. Así que para su puesta de largo en el recinto festivalero por la tarde, sí, nos tenían en el bolsillo de antemano. Llegaban, ahora como trío, a presentar su reciente segundo disco, «Here Come The Girls» (2015). Y el escaso público tempranero nos dió la razón, quedando maravillado con su mezcla irresistible de lisergia y rock correoso. El sonido pudo ser mejor, pero su rollo Jimi Hendrix Experience nos encantó. Buena propuesta.
A la vez, en el escenario grande, salía, a pleno sol, la siempre discutida Azealia Banks. Que si es un bluf, que si vive más de sus provocaciones que de su música, que si de rapera no tiene nada, que si cancela sin previo aviso la mitad de sus conciertos, que si mucho single de adelanto desde hace 3 años (¡hasta 5!) pero nada de discos completos, que si al final ningún sello quería a la supuesta estrella del hip hop en ciernes… Pues bien, toda esa amalgama de procedentes y justificados reproches empezaba a diluirse a finales de 2014 cuando, por fin, editó su «Broke With Expensive Taste» (Autoeditado/Prospect Park, 2014), una colección de 16 temazos. Todos, claro, con el preceptivo etiquetado de «Explicit lyrics»; todos. Pues bien, ayer, hasta a los más reticentes les volaron por los aires los prejuicios cuando la señora Banks saltó a escena. Y eso que ni eran horas para su estilo ni para su show (¡las 19:20 y a pleno sol!). Llegan a programarla de noche y tienen que reimprimir los pósters del festival para ponerla de cabeza de cartel.
Y es que, en 2 minutos, todo Kobetas abrazó el rap como si de un género natural en el festival (que no lo ha sido nunca) se tratara. Aquello parecía un reseco parque público del Bronx con hasta el personal de barras absolutamente poseído por el flow de esta mujer, su Dj Cosmo a los pregrabados y sus dos bailarines. Una verdadera pantera en escena: bella, con ritmo y gracia, con una preciosa voz (aunque se le escapó un gallazo que probablemente a estas horas sigue correteando por Kobetas), rapeando genuinamente, animando el cotarro, entregada de verdad a lo suyo con pasión. Eso es cerrar bocas. Su «Ice Princess» lo petó (sin tener nada de «ice» las circunstancias, que allí hacía un calor de justicia). Y es que, no se atrevan a negarlo, es un temazo. Y ya cuando reapareció en camiseta y con unos vaqueros tan tan tan cortos que parecían un tanga y se arrancó con su «212», se coronó como la reina de la jornada. Y eso que solo eran las 8 de la tarde…
El Red Bull Tour Bus, ese pequeño escenario elevado reservado para las joyitas nacionales este año, acogía a Grises, los guipuzcoanos que ya el pasado 2014 fueron parte del ciclo paralelo Bilbao BBK Live Bereziak y arrasaron en la Plaza del Arriaga por la mañana el mismo día que volaban a Sevilla para tocar por la noche. Y es que, así son ellos, incombustibles y mejorando con el paso de los meses y los directos en los que se han ido curtiendo. Si no existiera esa estúpida barrera entre el indie y el mainstream, bandas como ellos deberían ser superventas, deberían petar en las pistas de los garitos más concurridos de cualquier ciudad y sus temas deberían ser los más radiados del año por las radiofórmulas masivas. ¿Por qué no? Lo tienen todo: presencia, dúo de voces chico-chica, temas redondos, coreables, bailables y hechos con gusto, un directo potente (quizá cada vez más rockero y menos electro)… Los alrededores del bus estaban a rebosar comparado con el día anterior a la misma hora. Como siempre, terminaron en lo más alto con «Animal» y «Parfait», y todo el mundo encantado cantando y saltando. Y para el saludo final, de fondo, el noventero «Everybody Dance Now», de C+C Music Factory. Geniales.
El escenario 2 estaba concurrido de antemano, antes de que James Bay (foto superior) saliera a escena. Pero de ingleses, básicamente. Porque, ¿quién es James Bay?, te puedes estar preguntando. Pues un mozalbete (no ha cumplido los 25) esmirriado de rostro vampíricamente blanquecino que este año se ha hecho con el prestigioso Brit Awards «Critics’ Choice». Y es por eso que, en Inglaterra, se está convirtiendo en una estrella con solo un disco, «Chaos And The Calm» (Republic Records, 2015). Pero aquí, es solo un novato. Sus baladas a la guitarra incitaron a los autóctonos a tomar un respiro sentados sobre el césped y escuchándole de fondo, mientras los ingleses se coreaban todas y cada una de las canciones. Su mayor éxito hasta la fecha, el tema «Hold Back The River», fue el que más aplausos arrancó. Lo disfrutamos, cierto es, pero tampoco nos entraron ganas irrefrenables de bucear en el álbum completo al volver a casa.
De vuelta a la carpa y con mucha curiosidad por ver a los Catfish & The Bottlemen, cuyo más reciente single, «Hourglass» (ese del clip con Ewan McGregor) llevamos semanas radiando en bi fm. Su directo nos gustó, resultó ser brit rock divertido, pero por momentos se nos antojaba monótono. De hecho, a ratos los superiores The Kooks se colaban por las costuras de una banda con más pose que pegada. Y, vaya por delante que no lo pasamos mal, para nada. Pero… ¡cuánto daño ha hecho Oasis! A sus imitadores, queremos decir.
The Jesus & Mary Chain ofrecieron uno de los directos más especiales del día, interpretando en su totalidad «Psychocandy», su debut de 1985, del que se cumplen 30 años ahora. Eso sí, con ellos subió la media de edad en las primeras filas, cosa que se subrayaba aún más si uno llegaba de ver en la carpa a Catfish & The Bottlemen. Desde los primeros acordes de «Just Like Honey», quedó patente que el grupo venía dispuesto a reproducir lo más fielmente posible el sonido de aquel disco. Hieráticos sobre el escenario, concentrados sólo en arrancar de sus instrumentos esa intrincada mezcla de ruido y melodía que los dio a conocer hace tres décadas, los escoceses ofrecieron un concierto que fue ganando en intensidad a medida que avanzaba. Entre el público se podía ver desfilar a padres acompañando a sus hijos adolescentes, una estampa habitual en los festivales de la Europa civilizada pero difícil de ver por estos lares. Pero se echó en falta en el Escenario Bilbao (donde se escuchaba el «Psychocandy») a todos los jóvenes del reciento, en ese momento desbordando el Escenario Heineken, el dos, el mediano, buscando ya un buen sitio para ver a Alt-J. Pero los de Jim (en la foto, por A. Rodríguez) y William Reid aún tenían para rato, porque tras completar el mítico álbum íntegro venían los grandes éxitos, hasta terminar con un «Reverence» para enmarcar.
Algunos preferimos ver a los locales Zea Mays antes que a Alt-J (perdónennos). Y no fuimos los únicos. Carpa una vez más hasta los topes y los bilbaínos, sabiéndose en casa, crecidos. Los hemos visto muchas veces en directo, pero ayer se salieron. Centraron su repertorio en sus dos últimos álbumes, «Da» (2013) y «Era» (2010), esos con los que ya se han consolidado definitiva y sólidamente. Hasta la gente de fuera que no les conocía alucinó con su directo (algo similar a lo ocurrido con Belako en el mismo escenario el pasado 2014). Y es que (vaya como piropo, que nos parecen geniales sus letras en euskera) si cantaran en otro idioma serían conocidos en todo el Estado y más allá, fijo. Fueron cayendo «Oihu», «Ihes», «Kukutza III» y, ojito, su «Bi bihotz, bi ero» entremezclado con el «Get Lucky» de Daft Punk + Pharrell Williams (¡¡momentazo!!). Y ya, claro, los cuatro acordes de guitarra del comienzo de su celebradísimo éxito «Negua joan da ta», que pusieron a gritar a toda la concurrencia. Muy, muy fans de la banda y de la voz de Aiora Renteria. Bravo.
El escenario mediano se quedó pequeño, pequeñísimo, para unos Alt-J que, tras pasar por Bilbao BBK Live como nombre de tamaño medio en el cartel de 2013 (cuando bi fm pudo compartir charla con ellos en el backstage), regresaban ahora a lo grande. Y es que, recordemos, vienen de ser cabeza de cartel del mismísimo Primavera Sound 2015 el pasado mayo, donde, todo hay que decirlo, estuvieron mejor que anoche. Allí sí que nos cautivaron con su personalísimo estilo y sonido. Porque, antes de que nadie nos tache de «haters» (que pasa, que luego hay que leer cómo os ponéis algunos en las redes sociales… dicho desde el cariño), Alt-J nos gustan, pero en Kobetas era imposible disfrutar de ellos con semejante aglomeración, aparte de que es innegable que estuvieron más flojos que en Barcelona hace dos meses, que hasta los fans-fans los alabaron bastante menos… Lo dicho, conectaron mejor tanto con las nuevas generaciones como con los guiris y destacó, más que lo musical, una puesta en escena luminosísima llena de LED que, dicho sea de paso, nos fastidió todas las fotos…
Fue el jueves 13 de julio de 2006 cuando, con Ben Harper como cabeza del día, nacía Bilbao BBK Live (bueno, por aquel entonces aún era solo Bilbao Live, que los de Kutxabank no habían sacado la chequera todavía). Los que allí estuvimos alucinamos con el hecho de tener semejante festival en semejante ubicación. Una noche poco concurrida donde todo era cesped verde, limpio y espacioso y donde el Harper estuvo sembrado. Justo una década ha pasado desde entonces. Justo. Diez años en los que el festival se ha convertido en un gigante. Igual que el músico. Un músico descomunal. Harper llegaba anoche a Bilbao tras 8 años sin girar con sus Innocent Criminals, y demostró un exquisito gusto en directo, gracias precisamente a una de las mejores bandas que ha pisado Kobetas en años. Si a esto sumamos un sonido cristalino, un set list óptimo (se pulió casi entero el «Live From Mars» -Virgin, 2001-) y esa mezcla rock/folk/soul que, como gran alquimista, logra, el bolo fue de lo mejor de este décimo Bilbao BBK Live. Irresistible ya desde el arranque -esos bongos africanizantes de «Burn One Down»-, llegó a picos de intensidad mágica (por ejemplo, con «Ground On Down» a guitarra tumbada) empujado por el bajo del mitiquísimo Juan Nelson. Y, ¿qué decir de los temas que sonaron del «Diamonds On The Inside» (Virgin, 2003), esa joya grabada en París hace más de una decada? Pues eso, verdaderos diamantes. Aunque también es de rigor dejar aquí atestiguado que alguno que otro confesó aburrirse con la propuesta a esas horas de la noche-madrugada. ¿Error de programación? No lo creemos, la verdad.
Tras Ben Harper, el escenario 2 se llenó de fogonazos lumínicos y guitarrazos, bases electrónicas y alaridos: entraban en escena Shaka Ponk, una de las bandas más desconocidas del cartel para la inmensa mayoría. Sin embargo, los franceses dejaron claro desde el primer momento el porqué de su contratación (y el porqué de su programación a esas horas, rondando las 2 AM): Iban a poner Kobetamendi patas arriba. Y así fue, gracias a una propuesta que recordaba lo mismo a Rinôçérôse que a The Prodigy, pero añadiéndole buenas dosis de hard rock y punk en el sentido clásico del término. Una verbena electrorock que no vino nada mal después del más reposado y clásico set de Harper y sus Innocent Criminals.
Como con la gran Samaha Sam (en la foto izquierda, por J. Vegas, sus Shaka Ponk) nos subió la bilirrubina, nos dirigimos a la carpa (ese enorme escenario techado que, sin embargo, se queda pequeño en la mayoría de los casos) con la intención de seguir bailando. En la tarima, Chromeo, los mismos que el año pasado se cayeron del cartel y que este año se resarcían con una actuación en formato DJ set. Aunque nos gustan mucho más en versión «Live», infinitamente más funk, corpórea y divertida, la sesión cumplió su objetivo: tenernos danzando hasta las 4 de la mañana (o por ahí, que a esas horas ya…).
A escasos metros de la carpa, siguiendo un breve camino bajo árboles con ramas de neón, se sitúa el escenario Bosque, el último en entrar en acción cada jornada (ya de madrugada) y que, tras Jupiter Lion y Siesta!, tenía programados a Der Panther, el dúo madrileño previamente conocido como Cälima. Encerrados dentro de una especie de cubo forrado de tela translúcida, como siempre, a los músicos no se les veía la cara pero sí la silueta, esa que se retorcía a medida que ellos hacían lo propio con su experimental propuesta. Una manera de bailar diferente, como lo es el propio escenario, reservado tanto para melómanos inquietos como para trasnochadores alevosos. Nosotros nos fuimos alejando con disimulo, en un moonwalk que nos llevó hasta el centro de la ciudad, donde (oh, sí –no como el jueves–) pudimos coger el metro para volver a casa. Eran las 5 y pico de la mañana y había que reservar fuerzas para afrontar la última jornada de festival con unas mínimas garantías (y para levantarse a escribir esto, qué diantres). Mañana os contamos lo que pase esta noche con, claro, los esperadísimos Muse (entre muchos otros, no nos olvidemos).