Homenaje a la última sala de cine a pie de calle que existe en Bilbao -los Multis- por parte de uno de sus clientes -Goio Borge- que reflexiona sobre la trayectoria y las decisiones comerciales del séptimo arte
Cuenta la leyenda que los primeros multicines que se construyeron en España fueron, a finales de los años setenta del pasado siglo, los Multicines de Bilbao, conocidos popularmente como los Multis. No se trata de una vieja sala de gran capacidad que se transformó en varias salas, de las que antes había muchas en Bilbao pero que ya no queda ni una, sino de aquellas que se construyeron directamente como multisalas. Fueron tan pioneros que incluso se pusieron ese nombre genérico, que hacía preguntar a los forasteros de qué multicines se trataba cuando se mencionaban. Algo que, supongo, cualquier estratega de marca analizaría (y estoy seguro de que unos lo calificarían de genial decisión, y otros de error que diluye la marca). Los Multis aún permanecen en la ciudad, y son los últimos cines de Bilbao que existen a pie de calle. Aunque sólo quedan dos complejos más, los Gólem en la Alhóndiga, y los Zubiarte en el Centro Comercial de su mismo nombre.
No era el único comentario que los Multis suscitaban en cualquiera que los visitara por primera vez. Inicialmente eran 8 salas (hoy son 7 tras una única remodelación de importancia en su historia) con apenas 100 butacas de capacidad y una pantalla decididamente pequeña que hacía exclamar con frecuencia que uno se encontraba en una sala más pequeña que algunos salones. Hoy en día la profusión de proyectores domésticos seguro que hace esta comparación ampliable al tamaño de la pantalla. Tampoco tengo la impresión de que sus gestores sean cinéfilos empedernidos. ¿Por qué? Pues… ¡esas proyecciones actuales en BD, que con tanto descaro pueden ver los espectadores en la pantalla antes de empezar la película! ¡Esas películas que llegan dobladas cuando en medio país se estrenan en V.O.! Sé que se enfrentan a una ciudad contradictoria con el tema, pues se cree cosmopolita y viajera y hospitalaria; sin embargo, nunca ha afianzado un público estable para que una exhibición comercial de películas en versión original se asiente. Pero pueden ser avatares de la distribución, claro. Hombre, yo siempre creo que los exhibidores pueden hacer más, pero tampoco quiero hoy meterme en esto.
No, en efecto, no es que me guste con devoción ciega el complejo, ni que los crea un ejemplo de cultura y divulgación de arte y ensayo, aunque siendo los cines que más cerca han estado de ello a lo largo de las dos últimas décadas en la ciudad algún reconocimiento habría que darles. Por ejemplo, hace un par de semanas me dieron la alegría inesperada de estrenar Holy Motors, la rareza de Leos Carax que ha ganado el Festival de Sitges de 2012 en 35mm y versión original, y fui tan sentimental que me alegré sólo de comprobarlo al comprar la entrada, anticipando una noche de gloria como la que te hace pasar un viejo amante cuando ya lo tenías olvidado y nunca pensabas que volverías a cruzarte en su camino. No sé si un cliente feliz es suficiente satisfacción, aunque confío en que fuéramos más.
Los Multis están apartados, su programación es poco comercial, y se encuentran en condiciones aparentes de peor explotación. Pero son los únicos de la ciudad que no subieron el precio de la entrada con la subida del IVA. Es decir, que asumen desde el 1 de septiembre esa subida del 13% del impuesto, a la espera (dijeron) de cómo evolucionan estos meses hasta el cambio del año. Mantienen además sus bonos de entradas a los mismos precios, lo que puede rebajar el precio de la entrada a 5,50 ó incluso 5 €, dependiendo del bono del que dispongas. ¿Les recuerdo cómo vienen los tiempos? No, pero sí que decisiones así generan fidelidad y se asocian a la marca, aunque tu nombre sea… genérico.
Para los cinéfilos los Multis son el penúltimo refugio en salas comerciales. He mencionado Holy Motors, y hay otras películas recientes como Misterios de Lisboa, pero recuerdo proyecciones de gloriosos descubrimientos en versión original, desde algunos filmes de Eric Rohmer a los de Lars Von Trier. O una sesión de Ed Wood en compañía de góticos que sudaban la gota gorda vestidos de cuero y tachuelas en esa joya de Tim Burton. O un reestreno de Alien en un ciclo de películas fantásticas de la Fox. Y obviamente muchas más, que treinta años dan para demasiadas películas.
Para mí es esencial en la vida de cualquier persona conocer qué se está viendo, qué se está leyendo, lo que sucede en nuestro cerebro a la vez que nos sucede la vida. Y los Multis son el lugar principal en que sigo ejecutando el acto ya romántico de salir de casa para ver películas en salas. Y sin lugares no hay memoria, que se lo he leído a Proust.