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Esférica Rioja Alavesa

Crónica de Esférica Rioja Alavesa 2021: Un festival y un territorio de encanto apabullante

Crónica de nuestro viaje a la comarca vitivinícola vasca por excelencia atraídos por un nuevo festival apabullante en fondo y forma.

El pasado fin de semana (20-22 agosto) nos acercamos a la comarca vitivinícola vasca por excelencia atraídos por un nuevo festival que nace, precisamente, en uno de los momentos más duros para la música en directo. Te contamos un viaje que ya estamos deseando repetir en 2022

«Mejor tener público sentado que no tenerlo», claman las bandas. «Mejor tener conciertos sentados que no tenerlos», rogamos los melómanos. En este contexto pandémico sin festivales es en el que ha nacido Esférica Rioja Alavesa, un certamen que no sólo ha tenido la osadía de estrenarse en el peor momento para la industria de la música en directo, sino que encima ha sabido hacer de la necesidad, virtud, y de las limitaciones, fortalezas. Porque las restricciones de aforo, la obligatoriedad de no concentrar todos los conciertos en un mismo lugar durante muchas horas seguidas, la apuesta por recintos al aire libre… han sido lo que ha convertido a este nuevo evento en algo muy alejado del concepto de festival musical veraniego prepandemia y, en definitiva, en una cita llena de propuestas mágicas en espacios inesperados.

La apuesta de Esférica (subtitulado ‘Un festival para un territorio’) era precisamente esa: adecuarse al territorio en el que iba a tener lugar, para sacarle el máximo partido. Lo han logrado desperdigando una quincena de conciertos por toda la comarca vasca de Rioja Alavesa (a 20 kilómetros de Logroño y a 45 de Vitoria-Gasteiz): Maika Makovski, Depedro, Josh Rouse, Zetak… han tocado a diferentes horas del día a lo largo de todo el fin de semana pasado (20-22 de agosto) en hasta una decena de espacios distintos de 5 municipios (Laguardia, Labastida, Lapuebla de Labarca, Villabuena de Álava y Elvillar).

Lo que ya sobre papel prometía ser un verdadero planazo, ha tenido un resultado final prácticamente insuperable gracias a la impecable organización -y a unos buses que, incansables, recorrían la zona para cada concierto-, gracias a la no masificación, a las actividades paralelas y los numerosos encantos adicionales de la zona, y a que la climatología ha acompañado.

En lo estrictamente musical, Esférica Rioja Alavesa comenzaba el viernes 20 de agosto con un concierto mañanero en Elvillar. Su inmensa iglesia (no desacralizada, es decir, en uso) de Nuestra Señora de la Asunción fue el inusitado escenario que acogió a las 12 h. del mediodía a Amorante. Los oscuros temas de su «Bat edo hiru» (disco que ya elegimos en BI FM como uno de los mejores de 2020) se crecieron gracias a la impecable acústica del templo. Desde el mismísimo altar, Iban Urizar solo (aunque desplegando su talento de multinstrumentista) ofició una emocionantísima «misa» en la que, como es marca de la casa, entremezcló trompeta, guitarra, sintetizadores, programaciones creadas en el momento… No exageramos, no: por calidad musical, sonido y encanto, fue no ya el concierto del festival sino, nos atrevemos a vaticinar, el concierto del año. ¡Vaya bautismo el de Esférica Rioja Alavesa! Bravo.

La misa de Amorante // Javier Rosa

Aunque iba a ser difícil superar esa cita inicial, el certamen siguió sorprendiéndonos una hora después con los directos de Sara Zozaya y Os Amigos dos Músicos, que actuaron al aire libre y a la vera del edificio central de Villa Lucía (Laguardia), un gran complejo gastronómico ajardinado entre bodegas y viñedos. Por la noche, los protagonistas fueron el norteamericano Josh Rouse, Depedro y Santiago Calatrava. Y es que los dos últimos conciertos del día tuvieron lugar justo bajo los imponentes alerones con los que el conocido arquitecto coronó el ondulado edificio que diseñó para la Bodega Ysios (también en Laguardia). Impresionante la fotografía aérea junto a estas líneas, ¿no?

Os Amigos Dos Músicos  // Javier Rosa

Bodega Ysios // Javier Rosa

Josh Rouse en Esférica Rioja Alavesa // Javier Rosa

El sábado, día 21, la encargada de romper el hielo fue Mafalda, que salía a escena temprano (12:30 h.) en otro espacio oculto de Rioja Alavesa que nadie hubiera esperado: el parque de San Ginés, una frondosa arboleda en lo más alto de Labastida que los locales usan normalmente como zona de recreo y de parrilladas. De allí, a otro área recreativa aún más especial, puesto que a primera hora de la tarde, las suaves melodías electofolk de St. Woods inundaron las aguas del Ebro a su paso por Lapuebla de Labarca. Como lo lees, en una pequeña explanada verde justo al borde del agua, una tarima de madera acogió al cantautor y a su banda, que deleitaron a un centenar escaso de afortunados durante una hora que se quedo corta a pesar del calor (y también gracias a la ligera brisa de la ribera).

El directo tempranero de Mafalda // Javier Rosa

Antes de cerrar el día con los conciertos de noche, una decena de suertudos/as que concursaron a través de las redes sociales del festival, pudieron asistir a un pequeño set de Alberto & García y el DJ y locutor Ángel Carmona ¡¡en la azotea de Torre Abacial (Laguardia)!! Es decir, en lo más alto de un campanario-castillo defensivo levantado entre entre los siglos XII y XIV para defender las murallas de la villa. El resto de festivaleros/as nos tuvimos que conformar (que no es poco) con esperar a los pies de esa misma torre a otros dos de los nombres protagonistas de nuestra lista de mejores álbumes del año pasado. Por un lado, una de las revelaciones del año pasado, Melenas; por otro, la gran esperanza de la música masiva en euskera, Zetak. De fondo, los muros de la Iglesia de Santa María de los Reyes (siglos XII-XV).

Melenas, extramuros // Javier Rosa

Después, allí mismo, le llegaría el turno a la estrella de la noche, Maika Makovski, contratada in extremis tres días antes tras caerse del cartel Morcheeba (zorionak desde aquí a la organización por la rapidez de reflejos, por cierto). Si los ingleses hubieran llenado ese histórico espacio de Laguardia de atmósferas electrónicas, la Makovski y su banda (4 multinstrumentistas más) llegaron con su reciente nuevo disco, «MKMK», dispuestos a meterle fuego a Laguardia, tal cual. Más rockera, trallera y hasta progresiva que nunca, las manos de la mallorquina de ascendencia macedonia alternaron teclados, guitarra, sintetizadores y hasta batería en una hora y poco que no dio tregua, y en la que repasó prácticamente todos los temas del mencionado álbum y algún clásico, como su «Language» de 2012.

La primera edición de Esférica Rioja Alavesa (y esperemos que sólo el inicio de una larga vida que vamos a seguir muy de cerca) se cerraba ya el domingo día 22 de agosto con Delafé, a la hora del vermú (y a pleno solazo, lo que hizo que el público se refugiara en las sombras y dejara la platea semivacía) en la plaza junto a la llamativa fachada del hotel Viura en Villabuena de Álava. Pero, como decíamos, eso en lo musical, porque además de todas esas experiencias inolvidables de conciertos íntimos en lugares inesperados, Esférica ha apostado también por actividades complementarias: cata-maridaje de vino y chocolate, cata musicada de vinos a ciegas, varios proyectos y charlas artísticas (comisariadas por el gasteiztarra Artium y los gallegos Performa) y una cuidada (y, por cierto, asequible) oferta gastronómica festivalera elaborada ex profeso por Iñaki Murua y Carolina Sánchez (del restaurante logroñés con Estrella Michelín Ikaro).

Cata musicada // Javier Rosa

En definitiva, un verdadero lujo de festival que, encima, ha sabido mantener los precios moderados de entradas (37-43 €) y abonos (79 €).

UN ENTORNO CON MUCHO ATRACTIVO

Si te hemos dejado con los dientes largos y estás deseando disfrutar de Esférica Rioja Alavesa en 2022 (ya se ha confirmado que habrá segunda edición), recuerda que, aparte de todo lo organizado por el propio certamen, la Rioja Alavesa cuenta con innumerables atractivos, entre los que destacan múltiples restos arqueológicos. Hay decenas de dólmenes que irás encontrando por el camino (destaca el llamado Chabola de la Hechicera -de hace más de 5.000 años- por ser el más espectacular y mejor conservado), están los restos de todo un núcleo urbano de entre el 1200 a.C y el 250 a.C (Poblado de la Hoya) y el estanque celtíberico, y también es visita obligada la ermita de Santa María de la Piscina, destacado ejemplo paradigmático de arquitectura románica (ya en la parte de La Rioja, justo a los pies de la Sierra de Cantabria que domina toda la zona).

Si te va el senderismo, tienes infinidad de opciones con diferentes niveles de complejidad perfectamente señalizados por toda la comarca. Y, tras las caminatas, podrás regalarte un buen rato de relax en el Wine Oil Spa Villa de Laguardia, un delicioso (y muy asequible -por ejemplo, 20 € el circuito hidrotermal de hora y media-) complejo en que, además de los servicios y tratamientos habituales, comprobarás que el vino no sólo se bebe gracias a sus propuestas de vinoterapia.

Entre viñedos // Esférica Rioja Alavesa

Y, hablando de vino, tampoco puedes dejar de visitar alguna de las múltiples bodegas de la zona. Nosotros nos quedamos con dos. Primero, Baigorri (en Samaniego), con su recio edificio de hormigón, vidrio y acero de siete plantas subterráneas para proteger el proceso de elaboración del vino. Allí, sin reserva previa, puedes catar dos vinos a elegir (de los 10 que elaboran) por sólo 5 €, explicación personalizada incluida. Por otro lado, la celebérrima Marqués de Riscal (en Elciego), que más que una bodega es una pequeña ciudadela con calles, plazas y edificios y coronada por el hotel diseñado por Frank Gehry (que no puede disimular sus muchos puntos en común con su hermano mayor, el Guggenheim Bilbao). La visita guiada al recinto, que incluye cata de 3 vinos, cuesta 19 euros; también se puede acceder directamente a la cafetería del hotel a tomar un vino (entre 5 y 10 euros la copa) o unas raciones.

Por cierto, para alojarte por la zona, si no quieres gastarte los entre 500 y 900 euros la noche que cuestan las habitaciones en este mini-Guggenheim alavés, tienes infinidad de casas rurales. Todas, mucho más asequibles; como la encantadora y muy recomendable Mercedes Etxea, que nos acogió a nosotros en la tranquila aldea de Kripan.

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