Última jornada del festival de Barcelona en su edición de este año. Repasamos todo lo ocurrido gracias a la ubicua presencia de nuestros Javier Santamaria e Iñaki Espejo-Saavedra y de nuestro fotógrafo Aitor de Haro, que se patearon incesantes el Parc del Fòrum para no perderse (casi) nada y poder contarte (casi) todo. ¿Lo mas destacado? La reina de la noche: una diosa en escena, la gran Polly Jean
Primavera Sound 2016: CRÓNICA y FOTOS del jueves (Tame Impala, LCD Soundsystem, John Carpenter…)
Primavera Sound 2016: CRÓNICA y FOTOS del viernes (Radiohead, Savages…)
La última jornada de Primavera Sound 2016 transcurrió en parámetros parecidos a las anteriores. Comodidad en los escenarios pequeños y gran afluencia de público en los principales, a veces lastrados por una preocupante falta de volumen, algo endémico en el festival año a año. En un certamen urbano siempre resulta polémico el sonido, ya que suele ser queja frecuente. Esta era situación de los escenarios del Primavera en el Parc del Fòrum de Barcelona este año. La cosa estaba mas o menos equilibrada; suponemos que casi todos podrían haber estado un poco mas altos, salvo el escenario Primavera, que ha sido el mas potente sin duda, especialmente en la actuación de los Boredoms, que casi nos vuelan la cabeza. Los escenarios Heineken y H&M, en general, sonaron muy bien, en Radiohead o Sigur Ros se percibían los detalles incluso en la distancia, aunque luego nos lleváramos sorpresas como la de Brian Wilson (hemos de deducir que se trataba de alguna decisión por parte de los técnicos del propio Wilson). El RayBan es uno de nuestros escenarios favoritos y ha sonado genial (Battles o Richard Hawley han sido ejemplos perfectos de ello; quizá la peor parte se la llevó Dinosaur Jr, que sonó excepcionalmente bajo, no sabemos si porque éramos poca gente o porque no se quería contaminar otros escenarios). El Pitchfork quizá se lleva la peor parte: en actuaciones con mucho protagonismo de bajos la cosa va muy bien (Vince Staples), pero el tema de los agudos se lleva peor (a veces las guitarras no acababan de oírse bien, que se lo digan a Car Seat Headseat o a Parquet Courts). El escenario Adidas va muy bien por lo general, y en el Hidden Stage se nota que se han gastado muchos recursos para que aquello sea un regalo, sin duda nuestro favorito. Por último, la carpa Beach Club, que gozada, y poder estar en su barra bailando, también.
Empezamos el sábado viendo a Bob Mould en el Hidden Stage y tenemos que reconocer que fuimos con cierto escepticismo, ya que se trataba de un set en el que estaba él solo con la guitarra eléctrica. Pero no pudimos evitar la tentación. Nada más aparecer, la cosa arrancó con «Hoover Dam» de Sugar, justo después, «Chartered Trips» de Husker Du, y claro, no faltaron temazos propios como «I Don’t Konw You Anymore» o «Hold on». Nos vinimos arriba, y la cosa acabó en una sonada ovación cuando terminó con «Makes No Sense At All». Bob, por favor, vuelve pronto pero la próxima vez con banda. Boredoms nos pusieron la cabeza loca, fue la primera vez que fue absolutamente necesario el uso de los tapones para los oídos. La verdad que nos machacaron con ruidos y experimentos.
En el escenario Adidas vimos a las US Girls, que nos ofrecieron un espectáculo en el que parecían unas Baccara pasadas por el filtro de David Lynch, hasta tenían su propio cowboy misterioso que aparecía y desaparecía con su guitarra. Era de nuestros conciertos marcados con negrita y no nos defraudaron. Sonaros oscuras y misteriosas en todo momento, ejemplo de ello podrían ser «New Age Thriller», «Damm That Valley» o «Island Song». Lo que menos nos gustó, el discurso final, quizá un poco contradictorio en su carga contra las corporaciones mundiales (recordamos, bajo la marca Adidas rotulando el escenario). Pese a seguir siendo de día, nos seguimos decantando por el lado oscuro, esta vez por la propuesta de Autolux (foto derecha), que nos atraparon ya sea con canciones mas antiguas como «Turnstile Blues» (más que hipnótica) o con las nuevas, como «Soft Scene». Nos acercamos escépticos por sus cambios estilísticos, no sabíamos qué nos íbamos a encontrar. Pero, en general, salvaron la papeleta bien.
Brian Wilson tocando el «Pet Sounds» de 1966 era una oportunidad única. A pesar de que el sonido no fue el adecuado, y del inevitable efecto de la edad del protagonista, el encanto que derrochó y el lirismo de unas canciones que rozan la perfección nos bridaron momentos mágicos. Tras el «Pet Sounds», hubo tiempo para el resto de grandes éxitos de los Beach Boys, para regocijo de todo aquel que tuvo la suerte de poder asistir a un directo tan especial.
Uno de los conciertos de la jornada fue el de Richard Hawley. Fue casi, casi perfecto, si no fuera por un despiste en la última canción, la cual tuvieron que volver a empezar. Así de puntillosos nos tenemos que poner con él para decir algo negativo, porque por todo lo demás fue de enamoran. Richard Hawley juega ligas mayores, toque el palo que toque, de los pasajes mas intensos (como con su «Standing At The Sky’s Edge») a partes mas luminosas (como «Heart Of Oak» o «Tonight the Streets Are Us»); en su vertiente mas roquera («Down In The Woods») o más romántica («There’s A Storm Coming», con la que cerraron). Todo sonó a la perfección, con sus matices, sus texturas, con una voz perfecta y, creemos, en una franja horaria ideal. .
Los conciertos de PXXR GVNG y Los Chichos, en principio ajenos a la línea artística del festival, estaban programados para verse de forma conjunta como una especie de experimento conceptual. Banda sonora de lo más marginal de los años 70 y 80, la rumba de Los Chichos es citada frecuentemente como influencia espiritual del trap, la nueva salida musical de los barrios menos favorecidos de las grandes ciudades, como atestiguan los PXXR GVNG en Barcelona. Así que se trataba de ver los dos directos y jugar luego a las similitudes y diferencias. Por la mañana se organizó una divertida charla conjunta, en la que los músicos destacaron sus puntos en común. Por la tarde sobre el escenario, el resultado fue más desigual. PXXR GVNG dieron la sorpresa y se plantaron en Primavera Sound 2016, además de con sus decenas de groupies adolescentes, como una banda de salsa y vestidos de Café Quijano. El sonido orgánico de los músicos dio evidente empaque, pero la mezcla de hip hop y academia latina de baile no superó la barrera de lo intrascendente. Al menos nos ahorramos escuchar sus letras, frecuentemente desagradables, porque, entre tanta bachata, no se les entendieron ni cuatro palabras seguidas.
Lo de Los Chichos fue un asunto mucho más serio. Llenaron, como nunca se ha visto en un Primavera Sound, el escenario Adidas (el más pequeño), para ofrecer, ni más ni menos, lo que llevan haciendo cuarenta y tres años: un ejercicio de oficio, tablas y honestidad. Como ellos mismos reconocieron, por falta de tiempo solo pudieron tocar lo mejor de su repertorio, así que sonaron «Mujer Cruel», «El Vaquilla» o «Amor y Ruleta», todas ellas aderezadas de comentarios y jaleos al público, los chicheros. La gente respondió con ganas y bailes, así que el resultado fue tan divertido como intrascendente.
Si fuera un festival tecnológico y hubiéramos tenido actuaciones holográficas, nos hubiera gustado que fueran en dos momentos concretos: durante la actuación de Brian Wilson y en el concierto de Pusha T. En el de Wilson, bueno, que cada cual piense por qué lo digo. En el de Pusha T es porque al final por allí salió a pasear Kanye West, ya sea a lo «Runaway» o a lo «M.P.A.», sí allí estaba. Salvo por eso, pues un concierto correcto, además, como hemos comentado, en el escenario Pithcfork las bases van muy bien y nos la pudimos gozar.
Disfruten de las fotos del concierto de PJ Harvey (por Aitor de Haro), porque la puesta en escena fue espectacular. Una ópera en blanco y negro, con una protagonista indiscutible cuya personalidad crece sin límite. Pero hubo mucho más que una mero ejercicio de estilo, porque el concierto fue una demostración de belleza y solemnidad. No decepcionaron las nuevas canciones del «The Hope Six Demolition Project», aunque quizá sonaron algo frías. Para disipar cualquier duda y firmar una de las grandes actuaciones del festival, Polly Jean recurrió al «Let England Shake» y sobre todo, a clásicos como «To Bring You My Love» o «When Under Ether».
Uno de los concierto que menos nos gusto fue el de Chairlift. A ver, no nos entendáis mal, no fue un horror, pero si un poco soso. Igual por lo que ya llevábamos en nuestras espaldas a esas alturas, pero no nos trasmitieron mucha cosa salvo en momentos puntuales, como cuando tocaron «I Belong To Your Arms». Fuera de toda pose, podemos deciros que Sigur Rós nos engatusaron mucho. Ahora ya en formato trio, dieron un concierto emocionante, con en el que incluso (sorprendentemente) la gente fue respetuosa, llegándonos a impresionar el silencio que se guardaba entre canción y canción. Visualmente fueron espectaculares y el sonido fue increíble. Que nos hubiera encantado que hubieran estado arropados por alguna cuerda, pues sí, pero esto ya lo hemos reflexionado en el viaje de vuelta, porque estando allí nos parceía todo una maravilla. ¡Hasta tocaron una canción nueva!
¡Por fin hemos visto a Parquet Courts! Estábamos que no nos lo creíamos, ya era hora, porque es de los grupos que más nos ha gustado estos años. El Mundo Today bromeo con el titular «Fallecen ocho caballos en el primer dia de romería del Primavera Sound», pero nosotros los vimos trotar durante todo el concierto de los de Brooklyn. Cómo no dejarse llevar por canciones como «Borrowed Time», o no acordarnos de los Pavement cuando hicieron «Dear Ramona», cómo no quedarnos locos con canciones como «Dust» y, sobre todo, cómo no gritar locos pidiendo mucho más cuando acabaron con «Black And White».
Ni sé las veces seguidas que Ty Segall (foto izquierda) lleva tocando en el Primavera Sound. Da igual, sean las que sean, resultan pocas. El californiano siempre se reinventa cada año para volver a sorprender a todo el mundo. El sábado, junto a los Muggers (Mikal Cronin) no fue una excepción. Pese a que su último trabajo, «Emotional Mugger», no pasará a la historia como uno de sus mejores discos, la forma de presentarlo en directo suplió cualquier deficiencia. Fue, literalmente, una locura que incluso consiguió superar en velocidad y tensión a los Thee Oh Sees del jueves. En una de las enésimas veces que Ty Segall bajó a cantar entre el púbico del Parc del Fòrum de Barcelona, le dejó el micrófono a un chico de las primeras filas que siguió la canción dando alaridos. El chaval triunfó, así que Ty lo subió al escenario y él se bajó al pogo con el público, todo, en medio del delirio general. La única pega (que no deslució un ápice el resultado de un concierto inolvidable): aquello salió tan bien que tenía que estar preparado…
Para cerrar el Primavera Sound 2016 definitivamente, nos fuimos un rato al Beach Club, a bailar al hedonista Disco Finale hasta que nos cerraron la carpa. Acabamos con Dj Coco cantando el «Bro Hymn» de Pennywise, así que solo podemos terminar la crónica de este gran Primavera Sound diciendo eso de: «To all my friends, present, past, beyond, especially those who weren’t with us, life is the most precius thing you can lose«. Hasta el año que viene. FIN.