El club electrónico, heredero del recordado Caos, anunció su cierre el pasado día 4, tras casi dos años de actividad. Todo pintaba bien, pero, una vez más, se impuso la cruda realidad. Hablamos con Alain Elektronische, uno de sus responsables
En agosto de 2013 bajaba su persiana el Caos, mítico club del underground bilbaíno que llevaba 21 años como referencia electrónica en la ciudad. Pasó a la historia de manera abrupta. «Lo del Caos sería largo de contar y daría para varios reportajes», asegura Alain Ballesteros, más conocido como Alain Elektronische en su faceta de DJ. «Pero, resumiendo -nos amplía- sería el claro ejemplo de cómo se puede robar impunemente conociendo la legislación y aprovechándote de la buena fe de la gente». OK, dejémoslo ahí.
Casi un lustro después, en junio de 2017, Alain y varios de sus compañeros de productora («Gari Selekt de Bamboo, Ricardo y Santi de Sonort, más Iñaki, expropietario del Caos») pasaban de Indautxu al Ensanche, al lado de una zona de marcha como Mazarredo, a un paso del Museo Guggenheim, a otro de Abando… con la apertura de Klubba, que, como su propio nombre indica, trataría de heredar el espíritu de club del recordado garito de la calle Simón Bolívar.
«Klubba surgió como una oportunidad, de repente, en un lugar cercano a lo que ahora mismo puede ser el núcleo de ambiente adulto y de tendencia, un poco alternativo, musicalmente hablando. Stereorocks, Ambigú, Shake, Art After Dark, lo que parecía que iba a ser el Rocket…», enumera, justificando la elección del lugar. «Nos dio la sensación a varios promotores, hosteleros y clientes de que podía surgir una zona interesante, más o menos delimitada, en la que poder disfrutar de varias alternativas«. Algo parecido les ocurrió con el establecimiento, situado en la calle Cosme Echevarrieta. «En una primera visita al local ya nos transmitió buenas vibraciones y nos dio ese feeling de que se podría generar algo ahí dentro. Claro está, el acondicionamiento de sonido y la decoración ayudaron un poco también».
La verdad es que sí. El espacio fue diseñado con todo lujo de detalles. Solo su alicatado, con esos baldosines en plan mosaico que unificaban suelo, barra y paredes, ya demostraba que fue montado con mucho mimo. Y no hablemos de la cabina del pinchadiscos o del sonido. «Nos habíamos fijado y empezamos a tener en cuenta un nuevo formato de ‘Hi-Fi bar’ que ha empezado a florecer por todo el globo. Se basan en un local de copas y comida donde se le da mucha importancia al equipo de sonido, casi siempre vintage, que suele costar más que el local», nos explica. «Más que un volumen atronador, lo que la gente encuentra es una calidad sonora muy buena y una programación variada y de calidad. En Bilbao era algo útopico, pero conseguimos acercarnos un poco».
Pero, sin embargo (y a pesar de «eventos con añadidos de tipo streaming con Das Leben; radio con Hause of Beatz; o culinarios con ayuda de buenos amigos y restauradores de la zona: Dando La Brasa, Copper Deli, La Brasa Canalla, Sumo, etc.»), Klubba abandonó pronto la fórmula inicial, como reconoce Alain. » Sí, pero es que la gente que lo montamos no somos hosteleros. Venimos del ámbito del sonido, la iluminación y la producción de eventos… y no hemos sabido llevar esa otra línea de negocio, la verdad». Quién sabe, podría haber funcionado. «Creo que lo tendríamos que haber explotado más, sí, pero ya te digo, siendo un segundo trabajo o negocio no ha recibido toda la implicación o energía que requería», reflexiona el popular disc jockey.
Así que, básicamente, Klubba ha sido un club que abría cuatro horas los viernes y otras cuatro los sábados para mayor gloria de los noctámbulos con ganas de beats. Hace casi dos años, en su onda, apenas existía Stereorocks, en el piso superior de Kafe Antzokia, pero poco más. Dos clubes de ese perfil para una “gran” ciudad que, además, se presupone muy “musical”… no parecían demasiados. La cruda realidad ha vuelto a demostrar lo contrario. Klubba anunciaba su cierre el pasado 4 de enero. «Es alucinante la poca cantidad de público que hay en general y, al hilo de lo que comentas, desde que arrancamos hemos tenido en cuenta la agenda de Stereorocks, una programación que en ocasiones nos ha dado mucha envidia, intentando hacer algo complementario. Con todo, creo que hemos podido convivir. Sin embargo, es increíble que en una ciudad como Bilbo haya que andar haciendo este tipo de filigranas para llenar dos o tres locales de menos de 200 personas«.
Pero no, que nadie achaque la falta de público a la línea musical del local, a su apuesta por la música electrónica. Baste como ejemplo que, en una ciudad tan tradicionalmente rockera, apenas hay garitos de rock and roll donde pasar la noche… o de indie, sin ir más lejos, cuando en la misma se celebra uno de los festivales de verano más masivos del país. ¿Dónde está esa gente a lo largo de año? «Eso nos preguntamos… ¿dónde coño se meten? También hay que matizar que, en nuestro caso, teníamos un publico bastante adulto, mayor o ‘viejoven’… que no se puede permitir y tampoco quiere estar todos los fines de semana alternado. Pero que estando en 2019 la mayor parte del público no tenga al menos curiosidad, es difícil de entender«.
En definitiva: En Bilbao, ¿es un suicidio hacer algo que se salga de la norma, de lo previsible, de lo convencional? ¡Pero si nos venden que somos muy modernos! «En Bilbao somos modernos… o lo intentamos. El modernismo creo que siempre va de la mano de lo underground, que es donde se gesta todo lo nuevo. Si no tenemos escena underground o es pequeñísima, pues entonces somos muy poco modernos, sí». De hecho, nos consta que la escasa oferta nocturna alejada del ‘mainstream’ (de la pachanga, para entendernos) llama la atención de muchos visitantes. «Así es. A modo anecdótico, era increíble el careto de más de un guiri que aterrizaba por Klubba y, flipado, decía: ‘¡Por fin un garito con música guay!’ Entiendo que les venden ese Bilbo moderno, pero, en lo que a nocturnidad se refiere, el 99% de la oferta es la que es, así que, claro, llegan y se cagan en todo lo más alto».
¿POR QUÉ HA CERRADO KLUBBA?
En suma… ¿por qué ha cerrado Klubba? «Varios factores, pero, resumiendo: Mucho trabajo y responsabilidad, aparte de inestabilidad en la facturación (muchos picos altos y bajos). Como ya hemos comentado, al ser una segunda ocupación para los socios, ha sido un proyecto poco menos que altruista. Cuando se tienen otras responsabilidades… pues como que dura lo que dura», reconoce resignado.
Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, cada vez que una puerta se cierra, es posible que otra se abra. «Jajaja, pues no hay nada fijo, pero algo haremos, ¡seguro! De hecho, ya ha habido demasiados cantos de sirena teniendo el cuerpo aun caliente». Habrá que esperar, pues, para conocer detalles de un posible proyecto a futuro. Hasta entonces… ¿qué hacemos con la noche bilbaína? ¿Qué le falta? «Más público con ganas de disfrutar y que se deje llevar por propuestas diferentes… Uno no sale a estudiar, pero, coño, un poco de inquietud con la música no nos vendría mal, ¿no? ¡A ver si se va a tener que hacer una peli de Walt Disney con cada artista o movimiento musical que se quiera promover!»