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Música

CRÓNICA y FOTOS: Robert Plant, peleando contra todo (Bilbao Arena, 10-VII-2016)

Vaya fin de semana de iconos en Bilbao. Al día siguiente del BBK Live, el ex-Led Zeppelin llegaba al estadio de Miribilla para mostrar un perfil casi más folky que rockero. A la vieja guardia no le convenció el giro. A nosotros nos pareció un buen concierto. Texto de Óscar Díez y fotos de Koldo Orue

Vaya fin de semana de iconos en Bilbao. Al día siguiente del BBK Live, el ex-Led Zeppelin llegaba al estadio de Miribilla para mostrar un perfil casi más folky que rockero. A la vieja guardia no le convenció el giro. A nosotros nos pareció un buen concierto. Texto de Óscar Díez y fotos de Koldo Orue

 

Julio, final de la Eurocopa y un día inmediatamente posterior a Bilbao BBK Live. Ni siquiera un iconazo del rock como el cantante de Led Zeppelin pudo sobreponerse a tales elementos. No habría más de 2.000 almas en el Bilbao Arena de Miribilla el pasado domingo por la noche (viejos zorros; habían echado el escenario varios metros hacia delante). Caras conocidas (todos los habituales de sala el resto del año y muchísimo músico local -de Rubia a los Highlights pasando por George & The Hustlers) para seguir las evoluciones de una leyenda del rock a la altura de Morrison, Jagger o Macca. Tras abonar 20 € por dos katxis de cerveza -han leído bien, 20-, nos pusimos en sitio óptimo para disfrutar del show: «Buf -dijo un colega- vamos a ver a Plant a la misma distancia que si el concierto fuera en el Kafe Antzoki«. Amen.

robert plant_bilbao_2016_3Con veinte minutos de retraso, las luces se apagaron y sonó un tema de la banda sonora de «Pulp Fiction«. Cuando se volvieron a encender, el líder de los Zepellin y su banda arrancaron con aires irlandeses. Todo hipersobrio, sin pantallas, sin retroproyecciones y con un juego de luces vistoso pero para nada apabullante. «Mejor«, pensamos para nuestros adentros. A los pocos minutos cayó el primer himno: una “Black Dog” escorada de forma agradecida y profesional hacia el folk. El píblico estalló en una ovacion. «Ya han quemado el primer cartucho«, nos susurró Cris Lizarraga de Belako, aún agotada tras su apisonador concierto en Kobetas el viernes. «Rock & Roll, joder, Rock & Roll«, gritó un talibán musical con fiereza desde el fondo del recinto al ver que lo que estaba viendo nada tenía que ver con lo que esperaba.

Ya nos habían advertido de que Plant, hoy día, factura una musica con calidad de orfebre -a ratos nos vinieron a la memoria los preciosos medios tiempos de los Black Crowes-, que nada tiene que ver con lo que hacia antaño (lo cual nos parece tan lógico como lícito). Sonaron los primeros compases de «Dazed And Confused» y ahí, el público, que a ratos templaba su entusiasmo -siendo eufemísticos-, volvió a la efervescencia. Cuando en «Whole Lotta Love» Plant partió en dos la canción para meter en medio el «Boom Boom» de John Lee Hooker, a nosotros nos encanto. ¡Liberémonos de prejuicios si delante hay esta calidad! Pero nos consta que al publico más rockero no le entusiasmó. Como tampoco aplaudió los tímidos y excitantemente oscuros momentos con sintetizadores que sonaban en alguno de los temas, ecos que, por qué no decirlo, provocaron nuestro entusiasmo.

Tras 90 minutos exactos (incluidos dos bises), la última que sonó de los Zepellin fue «Rock And Roll«. Las luces se encendieron y, tras tímidos silbidos (si te habías dejado 60 pavos querías más), el respetable salió dividido. Nosotros dieremos que estuvo bien, sonó pulcrísimo aunque una gota insuficiente y decepcionó al que venía a ver rock y solamente rock. Como escuchamos en los baños al final: «Joder, es que esto no es Zepellin«. No, claro que no; ni lo pretende.

 

robert plant_bilbao_2016_2¡Olé el pandero de Plant! // Koldo Orue

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