Justo en el ecuador de su gira conjunta, el madrileño y el granadino hacían la quinta parada de su tour «Soltad los perros» en Bilbao el pasado sábado, en un Kafe Antzkoia con todo vendido. Sergio Iglesias, con fotos de Alejandro Arteche, nos cuenta cómo se desarrolló la noche
Cuánta elegancia encima de un escenario… El escenario de un Kafe Antzokia lleno hasta la bandera para ver a Quique González y José Ignacio Lapido, dos extraordinarios cantautores que han unido fuerzas en una gira que, bajo el nombre de «Soltad a los perros«, repasa un buen puñado de canciones de los repertorios de ambos. Tras pasar por Santiago, Avilés, Zaragoza y Barcelona, se presentaron el sábado 15 de noviembre en Bilbao, acompañados de una experimentada banda formada por colaboradores habituales de los dos artistas, como el teclista Raúl Bernal, los guitarras Víctor Sánchez y Pepo López, el batería Edu Olmedo y el gran (en todos los sentidos) Ricky Falkner, prestigioso productor que en la gira ejerce de bajista.
Nuestros protagonistas demostraron a lo largo de las dos horas que duró el bolo que lo suyo es el rock americano cantado en castellano, y que ahí no hay quien les haga sombra, tal y como puede apreciarse echando un vistazo a sus respectivas discografías. La pareja dejó claro desde el primer tema que, efectivamente, había que soltar a los perros, y que los canes tenían forma de canciones de puro rock. Lo comprobamos desde el aullido inicial, un tema de Lapido titulado precisamente «Ladridos del perro mágico«, con el que daban comienzo al espectáculo. Fue un concierto intenso, emocionante y directo. Sin prisa pero sin pausa iban sucediéndose temas de ambos, cada uno aportaba su particular punto de vista a las canciones del otro, sin que estas perdieran su identidad.
González, rasgando guitarra // Alejandro Arteche
Quique González ejercía de una especie de maestro de ceremonias, tal vez consciente de que gran parte del público iba al concierto por él, ya que por estos lares, lamentablemente, la obra del granadino ha pasado un poco más desapercibida que la del madrileño, quien hace ya años que llena los escenarios cada vez que se deja caer por aquí. No obstante, aunque más sobrio y calmado, Lapido demostró por qué lleva 30 años en esto, desde que comenzó con 091, banda que alguno de los asistentes reivindicó en un momento del concierto y de la que pudimos escuchar «Nubes con forma de pistola«.
La primera parte del concierto sirvió como calentamiento para la gran noche de rock de la que íbamos a disfrutar, y sonaron temas tan perfectos como «El carrusel abandonado» o «Luz de ciudades en llamas«, del granadino, intercalados con otros más pausados de Quique González, como «Se equivocaban contigo» o «Deslumbrado«. Hasta que el madrileño, tras recordar la querencia de ambos por los perros y el boxeo, dio paso a «Kid Chocolate«, primera referencia pugilística de la noche a la que siguió «Hotel Los Angeles«, con la que pusieron a botar a todo el personal.
El ex 091 Lapido // Alejandro Arteche
«En el backstage» y «El más allá» precedieron a «Dallas-Memphis«, esa seudoranchera de González tras la que llegó la última composición del madrileño hasta el momento, la notable «Clase media«, para terminar esta primera parte con tres temazos de Lapido en los que pudimos disfrutar de su grandísima capacidad compositiva en temas que hablan de imposibles, perdedores, aspirantes a ganar por KO… En fin, un mini repaso a ese mundo interior del ex 091.
El primer bis comenzó con el homenaje en solitario de Quique González a su gran mentor, Enrique Urquijo, de cuyo fallecimiento se cumplen estos días quince años. Sorprendentemente, esta vez no sonó «Aunque tú no lo sepas«, sino «Hoy no«, sobrecogedora canción de Urquijo y Los Problemas, tras la que Lapido volvió al escenario para interpretar «En el ángulo muerto» antes de que el madrileño regresara para acompañarle en la ya mencionada «Nubes con forma de pistola«, de 091, y rematar con lo que parecía un fin de fiesta, la coreada «Vidas cruzadas«. Pero todavía quedaba la despedida, que comenzó con la desesperada «Cuando el ángel decida volver» y concluyó definitivamente con el adiós emocionado y agradecido de estos dos monstruos atacando con rabia «Dónde está el dinero«, el tema con el que cerraron una fantástica noche de rock en la que González y Lapido consiguieron devolvernos la fe en la música en castellano.
