Una breve gira de dos paradas (Madrid y Barcelona) ha traído este septiembre al trovador estadounidense por estas tierras, en el tour de presentación de su nuevo disco, publicado este mismo año («Carrie & Lowell»). A la cita madrileña asistió nuestra redactora Iratxe Salaberria, que nos cuenta la magia que allí se vivió durante dos horas en un texto ilustrado con fotos de Sergio Albert
Ya se estaba haciendo desear Sufjan Stevens por estas tierras… Y, sí, dos días y dos ciudades han sido las elegidas: Barcelona y Madrid, el 29 y 30 de septiembre. Servidora tuvo su primer acercamiento a este hombre a través de su «Illinois» (Asthmatic Kitty/Secretly Canadian/Rough Trade, 2005), del que ha pasado una década. Al año siguiente caí en sus garras de nuevo con «Songs For Christmas» (Asthmatic Kitty, 2006). Han pasado cinco años desde su último trabajo y ahora de nuevo reúne magia y espiritualidad en «Carrie & Lowell» (Asthmatic Kitty, 2015), con su manera de abordar canciones tan particular; un estilo que le ha hecho un hueco en el mundo de los elegidos. Da la casualidad de que teníamos muchas ganas también de disfrutar del directo de Austra, así que, con ambas excusas, pusimos rumbo al Circo Price de Madrid.
Austra, con su carismática y etérea cantante, que, por momentos, puede evocarnos a una Florence Welch, nos hicieron volar de una manera más oscura durante 30 minutos y dejando un buen sabor de boca, con ganas de más… Hubo éxitos de trabajos anteriores que levantaron algún grito de entrega entre el público, y así se marcharon, quizá algo fríos y contenidos.
Puntual salió Sufjan acompañado de 4 músicos; todos ellos, multiinstrumentistas que se intercambiaban roles. Juntos, interpretaron canciones de su último trabajo (dedicado a su madre) y temas de «Illinois» (que pusieron al público en pie). Los matices de todos y cada uno de los instrumentos se percibían, fundiéndose en una melodía mágica. Alternaba imágenes con momentos que lograron ser extáticos; un trovador del siglo XXI. Emociones a flor de piel y cánticos hipnóticos durante dos horas. Inimitable e inolvidable fue el momento en que todo oscureció, con imágenes estrelladas y fondo casi lunar, donde dio rienda suelta a la psicodelia extrema.
Traía unas muy buenas críticas de su concierto en Barna la noche anterior, y no sabíamos si iba a igualar o mejorar… No vivimos cómo fue allí la cosa, pero en la capital acertó; y cómo. El público entregado a Sufjan y Sufjan entregado a su público. Hasta se le pudo ver emocionado frente a un Circo Price abarrotado. Incluso nos deleitó al final del concierto con su look clásico de camisa espantada-estampada y gorra mítica. Llevábamos tiempo queriendo tenerle cerca y, por fin, se ha hecho justicia. Oh, sí… justicia cósmica; sí, señor.