«Macho Man» es una «instalación teatral» que abofetea la mente del público para hacerle consciente de su parte de culpa en el hecho de que el terrorismo de género esté aún sin erradicar. Hasta el 15 de marzo, en Azkuna Zentroa-Alhóndiga Bilbao
Los hombres han matado a 1.047 mujeres en casos de violencia de género en España desde que comenzó el registro oficial en 2003 (sí, el recuento no arrancó hasta entrado el siglo XXI). 55 de ellas murieron a manos de sus parejas o exparejas el pasado 2019 (más de una a la semana; la cifra más alta desde hacía un lustro). Los hijos menores asesinados por esta causa son 36 desde 2013 (cuando entraron también en el registro) y el terrorismo machista ha generado casi 300 huérfanos desde ese mismo año. A día de hoy, 5 de marzo, llevamos 14 asesinadas en los 64 días que van de 2020. Doce de los criminales eran españoles; diez de los perpetradores eran pareja de su víctima.
¿Ves lo que acabo de hacer? Te he ametrallado con tal cantidad de datos (todos reales, por cierto) que a la cuarta cifra tu cerebro ya empezaba inconscientemente a divagar, ¿a que sí? Ese es el riesgo que se corre cuando los medios bombardean con noticias que reducen dramas reales y tangibles a cifras asépticas y fríos contadores. Lejos de calar, nos hacen insensibles; lejos de formar e informar, solo generan indiferencia o morbo.
Para poner su granito de arena en revertir esta tendencia, el reputado dramaturgo catalán Àlex Rigola (que también ha sido director del Teatre Lliure o los Teatros del Canal) sintió que su nueva propuesta teatral tenía que remover emocionalmente hasta el tuétano al público. Zarandearlo, ponerlo cara a cara con la violencia de género, dejarle “una cicatriz para que recuerde lo que está sucediendo” con el terrorismo machista aquí y ahora. ¿Su objetivo? Generar una empatía sin fisuras con víctimas y supervivientes y lograr una concienciación mayor “que la que conseguiría un flyer informativo o un documental”, en sus propias palabras.
Fue así como en 2019 creó “Macho Man”, no una obra de teatro sino un “artefacto teatral”, como él lo llama, en el que ha fusionado artes escénicas, plásticas, psicología y una exhaustiva documentación. La instalación, creada por su compañía (Heartbreak Hotel) en coproducción con los Teatros del Canal y con al asesoramiento de la psicóloga Alba Alfajeme, se estrenó en Madrid el año pasado y, tras su paso por Girona o Valencia, acaba de llegar a Bilbao a pocos días del 8-M. «Macho Man» se puede visitar desde el pasado 3 de marzo en el Atrio de las Culturas de Azkuna Zentroa-Alhóndiga Bilbao, donde estará hasta el 15 de marzo (entradas disponibles a 8/10 € aquí -ojo, que para algunos pases ya están agotadas-).
Los 50 minutos de recorrido se realizan en grupos de solo 6 personas y, a la vez, en la soledad que confieren los auriculares que se llevan puestos en todo momento. A través de ellos, una actriz (también víctima de malos tratos) nos guía por las 12 salas de “Macho Man”, por las que transitamos a veces con los/as 5 compañeros/as de viaje, a veces sola/o, en parejas, tríos…
El arranque no puede ser más demoledor. A oscuras, nos enfrentamos a una serie de cuadros de Botticelli de 1483 sobre una historia de Boccaccio. Un tal Nastagio, rechazado por su amada, quiere convencerla de que se case igualmente con él. Para ello, le enseña lo que le pasó a otra joven que no atendió a los ruegos de su pretendiente: le cayó la maldición de vivir por siempre perseguida por un jinete y unos lobos que, en bucle, le dan caza, la abren en canal y le extraen el corazón de cuajo. Una y otra vez. Por toda la eternidad. ¡Toma moraleja! Claro, si nos ponemos así, a ver quién no prefiere aguantar al psicópata de Nastagio en esta vida… Pero no solo eso. Agárrate los machos (si me permites el juego fácil de palabras) porque los cuadros fueron encargados ¡¡como regalo de bodas para una joven pareja!! Digo yo que para que ella tuviera claro su lugar y él, el suyo, ¿no? Si es que de aquellos polvos vienen estos lodos…
A partir de ahí, en «Macho Man» nos encontramos audios, textos, objetos, imágenes, escenografías… y hasta participamos en pequeñas interacciones puntuales (nada invasivas, no te asustes -más aún-). Estos elementos van conformando una verdadera “experiencia” teatral en la que todo lo que se cuenta y se enseña está sacado de la más estricta realidad. Dibujos de niños que han sufrido malos tratos en sus casas, testimonios de supervivientes que nos acercan a dimensiones desconocidas del drama (como las secuelas físicas que se siguen somatizando años después), casos que marcaron hitos (el de Ana Orantes o el de la autodenominada Manada) o bochornosas sentencias judiciales (“no puede considerarse particularmente vejatoria o degradante -la conducta de un violador que amordazó a su víctima, la amenazó con un cuchillo y la penetró vaginal y bucalmente- porque posteriormente le ofreció un vaso de agua” -sic.-). En definitiva, diferentes retazos que van componiendo un retrato global del actual panorama de nuestra enferma sociedad.
“Macho Man” es, realmente, una sucesión incesante de bofetadas de realidad al público asistente, por muy consciente que se crea de esta lacra. La gran hostia final a mano abierta llega en la última sala, en la que comprobamos con perplejidad que aquella atrocidad de los cuadros de Botticelli del siglo XV, en poco (o nada) difiere de salvajadas contemporáneas que seguimos tolerando e incluso asumiendo sin siquiera torcer el morro. ¡¡En pleno siglo XXI del #metoo en el que alguno/as creen que ya todo se ha resuelto!! Como decían los hermanos Marx: ¡Y dos huevos duros!
No entraremos en mucho detalle sobre esa mencionada sala final (tras la que se puede acceder a un espacio «de descompresión» en el que se ofrece atención psicológica especializada), ni en destripar más un recorrido que cada uno debe vivir e ir descubriendo y asimilando en primera persona. Pero sí recomendaremos encarecidamente el viaje emocional que propone «Macho Man», por mucho reparo que a priori pueda dar. No me vengas con lo de que en tu tiempo de ocio prefieres no sufrir, ni mucho menos con lo de que tú ya eres bien consciente de esa lacerante realidad y no necesitas pasar 50 minutos frente a ella. Seas quien seas y seas como seas, pásalos. Recapacita durante esos 50 minutos sobre el sangrante hecho de que, en la Unión Europea, 1 de cada 3 mujeres haya sufrido violencia de género, 1 de cada 10 haya padecido violencia sexual y 1 de cada 20 haya sido violada (datos de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE). Sí, en tu propia familia, en tu núcleo más cercano, ha habido, está habiendo o va a haber varias; si es que no eres tú misma, lamentablemente, una de ellas. El tópico nunca fue más real: Si no eres parte de la solución, eres parte del problema. El personal de Azkuna Zentroa ya ha puesto un granito de arena (consten aquí nuestras felicitaciones por atreveros a programar «Macho Man», una apuesta complicada en muchos sentidos). ¿Qué vas a hacer tú sabiendo que en los 13 días que «Macho Man» estará en Bilbao se van a producir 2,76 feminicidios más en España? De nuevo, las cifras; tan asépticas pero tan palmarias y tozudas.
Por poner alguna pega a la loable iniciativa de «Macho Man», sí echamos de menos una inversión más radical (en el sentido de ir a la raíz) de la perspectiva en algún momento del recorrido. Sabemos que Àlex Rigola ha querido poner el foco solo en las víctimas para sacarlas del anónimo recuento y devolverles la dignidad. Pero si 1 de cada 3 mujeres ha sufrido terrorismo machista es porque (permítaseme la burda inferencia estadística) 1 de cada 3 hombres lo ejerce(mos). Y, si no lo hace(mos) directamente, sí contribuimos activa o pasivamente a que otros sigan sintiendo que lo pueden hacer (permitiendo comentarios vejatorios pretendidamente socarrones sobre mujeres de nuestro entorno, no abandonando ese grupo de whatsapp en el que algunos chisten rayan lo repulsivo, no haciendo profundo examen de conciencia cuando alguien tilda de machista algo que hemos hecho sin maldad alguna, etc.). Todos somos culpables de perpetuar esta lacra. Aunque sea sutil e indirectamente. Y para muestra, dos botones. Aquí abajo, la viñeta con la que El Correo, el principal diario de nuestro territorio, creía condensar con gracia esta semana la recién aprobada Ley Integral contra la violencia de género (que por fin exigirá también consentimiento expreso en el ámbito matrimonial). Junto a ella, la elocuente imagen que nos dejaba la propia inauguración de «Macho Man» el pasado día 3 de marzo: tres hombres en primer plano, tapando a Nekane Alonso, Concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao, de la que solo intuimos una melena cobriza que se pierde en el fondo junto a las responsables de Emakunde, colaboradoras en haber traído «Macho Man» a Euskadi. ¿Que soy un tiquismiquis? Bueno, por un par de siglos que pasemos siendo tiquismiquis para intentar compensar el peso de la historia tampoco va a pasar nada. Y a medios de comunicación y políticos, se les debe exigir ese plus de «tiquismiquismo», es decir, de responsabilidad. Creo yo…
La Diputación Foral de Bizkaia cuenta con un Programa de atención psicológica a hombres que infligen malos tratos. Puedes llamar al Servicio de Mujer e Intervención Familiar al 94 406 62 66, al 94 406 62 72, al 94 608 35 74 o al 94 406 69 00.
El teléfono 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas y en 51 idiomas. No deja rastro en la factura, pero hay que borrarlo del registro de llamadas del teléfono móvil. Los menores también pueden dirigirse al teléfono de la Fundación Anar (900 20 20 10).