Vino para seis meses y se tiró dos años de fiesta en fiesta, de plan en plan, antes de decidir quedarse y montar su propia agencia, con la cual organiza escapadas, rutas guiadas y experiencias a medida para turistas anglosajones.
Es inglés, de Southampton, de cuyo equipo de fútbol tomó prestadas el Athletic Club sus características rayas rojas y blancas hace 110 años. Una conexión balompédica que hace que Erik Sandler, futbolero de pro, sienta ambos equipos como suyos. Al fin y al cabo, vive en Bizkaia desde hace una década, desde que viniera para seis meses… y decidiera quedarse para siempre. O eso parece, de lo integrado y «a gusto» que dice estar.
Aunque bien es cierto que su fanatismo athleticzale y su querencia por lo vasco venían de atrás. De padre británico, pero madre vizcaína, había ido visitando Euskadi de manera periódica. Hasta que un día, casi por casualidad, programara aquel viaje tras cancelar unos planes iniciales que pretendían llevarlo «a Irán o Ghana».
Tras dos años en el País Vasco de manera «temporal», haciendo miles de planes e invitando asiduamente a compatriotas ingleses a compartirlos con él, se le encendió la bombillita: ¿Por qué no convertir su día a día, aquello con lo que más disfrutaba en su modo de vida? Con ayuda del bilbaíno José Manuel Rodríguez Peña fundó en 2012 basqueexperiences.com, empresa online que organiza escapadas, tours guiados y actividades personalizadas por todo Euskal Herria para grupos de turistas de origen anglosajón. Quedamos con él en su sitio preferido: una taberna de sabor añejo.
Te instalaste en Bizkaia hace diez años, a punto de cumplir los 40. Pero ya la conocías de tu infancia, ¿verdad?
Sí, había había venido algunos veranos, con mis padres, para ver a primos y así, de chaval. A partir de los 18 empecé a ir por ahí a mi bola y perdí más el contacto.
¿Y qué te hizo volver… y quedarte?
Pues estaba en Londres, agobiado, y necesitaba escapar, del curro y mil cosas más. Quería respirar. Mi plan era ir a Irán o Ghana. Irán lo desestimé porque me gusta mucho la fiesta y Ghana, aunque tengo a conocidos allí, no terminó de convencerme. Así que me decanté por Bilbao, porque lo conocía de veranos y nocheviejas, pero nunca había vivido su realidad del día a día.
Así que ejerciste de bilbaíno durante medio año… y te convenció.
Sí. Estuve seis meses y decidí quedarme seis más. Había hecho tantos planes y me lo estaba pasando tan bien, que al final pasé como dos años de juerga total: apuntándome a todas las fiestas, conociendo todos los pueblos, subiendo a todos los montes, yendo a las playas…
Vamos, que estuviste haciendo planes desde el primer momento.
Sí, y trayendo a amigos ingleses aquí.
Así que la idea de tu empresa surgió de manera natural… ¡era lo que ya hacías por gusto!
Sí. Tras dos años viviendo de mis ahorros vi que, si me quedaba, algo tenía que hacer. Influyó un viaje que hice a Colombia con unos amigos de Southampton que habían abierto una agencia de turismo. La idea era ayudarles a expandirse en España, pero el suyo no dejaba de ser un destino peligroso y difícil de vender. Así que tomé la idea de realizar planes, rutas, tours a medida… en lugar de allí, aquí. Y para el público que mejor conozco, el anglosajón.
Naturaleza, gastronomía, bodegas, sidrerías, fiestas, fútbol… todo lo que te gustaba a ti de antemano es lo que decidiste ofrecerles.
Bueno, nos fuimos amoldando, evolucionando. Lo importante era conocer al cliente, saber qué es lo que les gusta, y enfocarlo como ellos lo ven, no como se ve aquí. Pero desde el principio sabía que los planes enogastronómicos, por ejemplo, podían tener mucho tirón. En Inglaterra se bebe mucho vino. «Rioca», como decimos allí.
Rioja, San Sebastián, Guggenheim, Athletic… Igual desconocen el entorno, pero hay varias «marcas» que pueden servir de gancho, ¿no? Las conocen.
Eso es. Aunque es un perfil de turista leído y viajado. Saben más o menos adónde vienen. Es gente que busca algo diferente, conocer sitios nuevos. Con la gastronomía pasa, por ejemplo, que hay un producto bueno, pero poco explotado. Y lo conocen cada vez más, por programas de tele, artículos de prensa, Internet…
¿Dirías que Euskadi es un destino turístico poco explotado?
Bueno, no me gusta el término… Diría que es un destino poco desarrollado, aún hay muchas cosas por descubrir. Pero gracias a Internet o los vuelos baratos está cada vez siendo más conocido. Los ingleses antes íbamos a Praga, Tallin, Berlín… ahora muchos quieren venir aquí.
¿Con qué idea llegan?
Con la de comer bien, beber vino y explorar, aunque llueva. Saben que es diferente a España, no son turistas del mismo perfil que los que van al Mediterráneo. Aquí hay marcha… aunque no de noche, jajaja.
Hacéis rutas en Iparralde… o por Rioja Alavesa. ¿No les explota la cabeza con eso de que parte de Euskal Herria esté en Francia o que el vino de Rioja no solo sea de La Rioja sino también vasco?
No, normalmente. Como te decía, suelen estar más o menos informados. Pasa más cuando trabajamos con agencias más grandes, que nos traen grupos más amplios y pueden estar un poco más perdidos, es gente de otro perfil.
¿Alguna anécdota con ellos?
Pues me pasó una vez con un grupo llegado a Getxo en un crucero. Los recogimos allí con un minibus e íbamos contándoles un poco la historia de la ría y tal, de camino a Bilbao. Y me preguntan «oye, este río va al Mediterráneo, ¿no? Desemboca cerca de Barcelona» Y, claro, te das cuenta de que no tienen ni idea de dónde están.
Pero vuestro público habitual sigue sin ser el inglés que va a Magaluf, vaya.
No, ni mucho menos. Es gente de 40-65 años que ha viajado mucho y que está abierta. No hay que convencerles demasiado acerca de por qué hay que venir. Les propones una ruta de pintxos y flipan con la idea.
Pero les llevas a tabernas tradicionales de verdad, a bares muy castas, como en el que estamos.
Eso es. Huyo de los sitios reformados, con maderita rubita… esos los tienes lo mismo en Montevideo que en Helsinki. Se está perdiendo el bar tradicional y es una pena. Cuando le digo a la gente de aquí a qué sitios llevo a los visitantes, me dicen que qué cutres. Y, mira, no. Serrín en el suelo, porrón, solo hay un par de pintxos… pero es todo de verdad.
¿Tenéis rutas cerradas de bares, algún tipo de acuerdo…?
No, no me gusta eso, no quiero estar atado a nadie. Me gusta improvisar y amoldarme al público y a las circunstancias.
¿No vais a comisión?
¡No! Otra cosa es que, sabiendo que tengo un grupo amplio y decido ir a un restaurante, avisar y que puedan hacerme un buen precio, pero nada de ir a sitios por obligación.
Os amoldáis, aunque tenéis packs cerrados.
Empezamos con paquetes a medida, con precio cerrado. Pero yo no quería hacer la misma ruta siempre ni depender de comisiones. Tampoco siempre los planes ya fijados al 100% salen mejor… adaptarse a la gente es muy importante. Siempre hay que tener un plan B y, para mí, se trata de traer a amigos y hacer que disfruten lo máximo.
Y disfrutar tú también.
¡Eso es! A veces empiezas con unos simples pintxos y acabas a gin tonics y bailando y llegas a dormir a las 2 de la mañana.
Aunque no estás tan loco como para hacer tú siempre de guía…
Al principio yo hacía los tours por aquí, contando con otro guía, Mikel, pero fuimos contactando con más profesionales, sobre todo para mostrar otros sitios como Pamplona, Donosti, Goiherri, Iparralde… y vas ampliando.
Me sorprende que no hagáis Sanfermines…
Es solo una semana al año… y está muy explotado. Hay demasiados guiris, jajaja.
¿De dónde proceden vuestro clientes?
De Inglaterra, la mayoría de Londres. Algunos de Mánchester. De Estados Unidos nos vienen de todos sitios. Y, luego, holandeses, nórdicos…
¿Volverás a Inglaterra?
De momento… no. Estoy viviendo en Berango y ando mirando para ir a Zalla, me tira mucho el poder contar con una casita con huerta, en el campo. Pero mantengo el contacto con todos mis amigos y voy tres o cuatro veces al año. Ellos también vienen bastante. En septiembre vendrán seis y haremos una ruta en bici.
¿Qué echas de menos de Londres y qué tienes aquí que allí sería impensable?
Aparte de familia y amigos, echo de menos la calidad musical y la variedad de comida. Londres es una ciudad tan cosmopolita que puedes comer lo que quieras, de cualquier sitio. Nada que ver con los restaurantes chinos de aquí. Sobre la música… me mata lo que suena aquí en todos sitios, es horroroso. De aquí valoro mucho la cercanía de la gente, el sentimiento de comunidad. Allí somos mucho más individualistas. Londres es una máquina y las personas son parte del mecanismo. Aquí, por otro lado, creo que hace falta abrirse a otras culturas. Lo de uno está muy bien, pero no tiene por qué ser lo mejor. Menos el Athletic, claro, jajaja.