En este arranque de 2019 recomendamos “Ocaña”, que vuelve a Bilbao tras llenar el pasado octubre, y «The Hole Zero», tercera entrega (precuela) de la saga «The Hole»
Por fin nos hemos dado cuenta de que una Historia relatada solo con nombres de hombres blancos heterosexuales no puede ser La Historia. Como sociedad, estamos empezando a ser conscientes de que ese discurso es unilateral, sesgado, supremacista y pobre.
Estudiar que la Generación del 27 la integraban Mihura, Hernández, Alberti, Jardiel Poncela o Neville y obviar a Zambrano, Chacel o Manso (¿a que de ellas cuesta más acordarse del nombre de pila?); que los salvadores de los multiversos sean Batman, Spiderman, Flash o Superman, y no Wonder Woman, Capitana Marvel o Batgirl; que tras la educación obligatoria no seamos capaces de citar una sola pintora clásica pero sí decenas de pintores. No. Nada de eso es aceptable ya. Por suerte.
¿Has visto “Ralph Rompe Internet”? ¡Si hasta en Disney han dinamitado (orgullosos y con una gracia incontestable) su propio mito del príncipe (valeroso y, para mas inri, azul)!
Nuestras niñas (y nuestros niños) necesitan referentes plurales y diversos. En los que puedan verse reflejados y sobre los que puedan proyectar su yo futuro, sea este cual sea. Mucho queda por conseguir en esta batalla, desde luego. Pero uno de los siguientes pasos es el reconocimiento de los personajes LGBTI+, tanto en la Historia como en la ficción. A ver, por ejemplo, ¡pregunta! ¿Cuántos referentes históricos de la lucha por los derechos LGBTI+ (no coetáneos tuyos) puedes nombrar? A ver… ¿Sí? ¿Voluntarios? Si alguien quiere contestar que levante la mano… ¿No? ¿Nadie? Pues eso.
Y tú dirás, todo este rollo en una sección sobre teatro, ¿para qué? Pues para dar la medida de la trascendencia que tiene la obra que recomendamos este mes. “Ocaña”, escrita y protagonizada por Unai Izquierdo, se representa estos días en el Pabellón 6 de Bilbao (hasta el 25 de enero), a cuya cartelera ha vuelto tras un exitosísimo estreno el pasado octubre (en el que se agotaron entradas tanto en el Teatro Arriaga como en el propio Pabellón 6 durante varios días).
Porque, ¿quién es José Pérez Ocaña? Ese flagrante olvido de la Historia reciente de España (esa que hasta ahora solo escribía el hombre blanco heterosexual) es el que viene a paliar esta función. “Ocaña” recupera las andanzas y la biografía del pintor sevillano (Cantillana, 1947). Libérrimo, homosexual, artista (y muchas cosas más), acusó la opresión del campo andaluz y emigró a Barcelona. Allí, paseando su descaro vestido de mujer por las Ramblas, desarrolló su colorista carrera como pintor y ejerció de estandarte en la lucha política por los derechos del colectivo LGBTI+ en los últimos años la dictadura franquista. Vamos, en una oscura época en la que el concepto ni existía (lo de “vagos y maleantes” o, simplemente, “mariquitas” -por no decir “maricones”- era de uso más común).
Pero no solo por ese, digamos, “valor documental” es reseñable esta “Ocaña. Además de dar a José Pérez Ocaña el lugar que su trayectoria siempre mereció, de reconocerle y honrarle porque su lucha me permita hoy a mí salir a la calle tranquilamente de la mano de mi novio, la obra tiene también sus méritos puramente teatrales. El principal, construir un personaje complejo y poliédrico en escena. Héroe y víctima, promiscuo pero también amante despechado, valiente o débil, libre aunque sometido, popular pero solo e incomprendido. Todas esas tonalidades del Ocaña real se plasman perfectamente en el texto y la interpretación (acento andaluz mediante) del propio Izquierdo, trazando un retrato genuino que consigue que el público empatice en todo momento con un personaje irrepetible y carismático, sean cuales sean las vicisitudes que atraviese.
Es más, “Ocaña” obra de teatro no solo nos hace empatizar, hace que amemos y admiremos al Ocaña persona y personaje gracias al cariño que supura el trabajo del dramaturgo y protagonista, la directora (Maria Goiricelaya) y los productores (el propio Pabellón 6).
A Unai le acompañan en escena Itziar Lazkano (como madre de Ocaña), Diego Pérez (como el cuitado amante/admirador de Ocaña desde la infancia) y un Mikel Losada desatado que se come el escenario en el papel de “escudero” del pintor, de refugio que lo acoge en Barcelona, de acicate que le exhorta a ser él mismo para siempre. Losada encuentra en este secundario o, mejor dicho, en este coprotagonista que pone el punto de comedia en el drama, un papel en el que brillar como nunca sobre las tablas. ¡Bravo!
Además, la obra “Ocaña” cuenta con el aliciente de servirnos para conocer y repasar la obra pictórica y performativa del artista (varios de sus cuadros son proyectados durante la función gracias a una escenografía sencilla pero ingeniosamente empleada, que lo mismo es casa de pueblo que piso barcelonés, cárcel que discoteca). ¡Ah! Y hablando de pintura, no podemos dejar de mencionar aquí el precioso cartel anunciador de la función, obra de Ane Pikaza, que plasma brillantemente en unos pocos trazos ese carisma y a la vez esa fragilidad y hondura de José Pérez Ocaña.
La familia del desaparecido Ocaña (su prematura y lamentable muerte en plena performance carnavalera también se lleva a escena en la obra) ha sido la primera en alabar el trabajo de este equipo vasco empeñado a recuperar a un andaluz semiolvidado por la Historia. Encabezada por su hermano gemelo, Jesús, no solo han cedido los derechos para que los cuadros originales se puedan proyectar en escena, sino que han “avalado”, por así decirlo, la obra. La vieron en su estreno en el Arriaga el pasado octubre y ahora están intentando que pueda girar por Andalucía y Cataluña, las dos patrias de Ocaña. De momento, tras las funciones de enero en el Pabellón 6 de Bilbao, “Ocaña” tiene ya confirmado su paso por Amorebieta-Etxano (Zornotza Aretoa) el próximo 22 de marzo, donde llegará ya sabiendo si se ha alzado con el Premio Ercilla a la Mejor Producción Vasca (al que ha sido nominada según escribimos estas líneas -zorionak!!-).
THE HOLE ZERO
Precisamente a pioneros como Ocaña les debemos el poder disfrutar, hoy en día, de espectáculos canallas y picantes en total libertad. Hablamos ahora del gran cabaret que propone “The Hole Zero” en el Teatro Campos de Bilbao este mes.
La tercera entrega (la precuela) de la saga «The Hole» nos lleva hasta la desenfrenada Nochevieja de 1979 en el mítico Studio 54 de Nueva York. El show nos ofrece una banda sonora imbatible con todos los clásicos de la época disco (y muchas canciones más), nos epata con increíbles números circenses de (nunca mejor dicho) altura y nos cautiva por su loable recuperación del género de la revista. Todo ello, vaga e infructuosamente hilado por una endeble historia sin enjundia. Pero, sinceramente, eso es lo de menos aquí. Ni siquiera importa que en los pasajes cómicos a veces caigan en el humor grueso y simplón (mención aparte para la drag Sharonne en el papel de Lucy; su ingenio, frescura y dotes para la improvisación son impagables).
Lo importante es que con “The Hole Zero” tienes una tarde de diversión desinhibida más que asegurada. Estará en cartel hasta el 27 de enero, con el gran aliciente de que desde el día 24, la Maestra de Ceremonias (papel en el que se van turnando diversos actores y actrices) volverá a ser La Terremoto de Alcorcón. Y ella es, con diferencia, la que lleva las riendas de este loco y sórdido agujero con más gracia y personalidad (al menos de entre los cuatro MC que hemos podido ver). ¡Vaya versión del “Qué sabe nadie” se marca bajando las escaleras como la gran vedette del siglo XXI que es!