En julio del 36 un circo italiano actuaba en Lodosa (Navarra) cuando estalló el alzamiento militar. Unos fueron fusilados; otros usados como monos para divertir a las tropas. Una emocionantísima pieza teatral de sólo 20 minutos reconstruye ahora aquella historia. Pasará esta semana por la Umore Azoka (Leioa), la que viene por el Barakaldo Antzokia, en junio por el KaldeArte de Gasteiz y, ya en verano, por el festival bilbaíno Kalealdia
Para empezar, dejadme ser franco y confesaros algo respecto a esta obra que me ha estado rondando la cabeza desde hace meses, cuando sólo era un proyecto, mucho antes siquiera de poder verla. Yo conocí por primera vez el trabajo de Estefanía de Paz Asín en octubre de 2022, cuando en la sala pequeña del Teatro Barakaldo pude ver «La Reina del Arga» (crítica completa, aquí). El flechazo fue instantáneo. Aquel espléndido espectáculo se coló por derecho en nuestro Top 3 de Mejores montajes de ese año y, por azares de la vida, poco después acabé conociendo personalmente a la mujer tras la obra: a Estefanía, a Tefi.
En el año y medio largo transcurrido desde entonces, hemos coincido en diversas ocasiones y hemos entablado una muy cordial y, sobre todo, estimulante relación (al menos para mí, dada su creatividad, su ilusión vital y su contagioso entusiasmo desbordante). Pero hay algo que siempre he tenido en mente y le he ocultado (siento decírtelo aquí en público ahora, querida Tefi). Cada vez que hablaba con ella pensaba: ¿Qué va a hacer ahora? ¿Cuál va a ser su próximo proyecto? Porque después de haber tocado el cielo con una creación, lo habitual es que a la artista sólo le quede, digamos, ‘caer’, quiero decir, ir ‘a peor’; ya que seguramente le va a ser imposible volver a alcanzar ese nivel de genialidad de una ‘obra magna’.
Esa era mi inquietud cada vez que hablaba con Tefi del futuro, ese era mi pudor cuando me iba contando lo que iba a ser «Olvido Flores». No podía dejar de pensar: ¿Será consciente de que ‘lo próximo’ le va a salir, por fuerza, no tan bien como ‘lo anterior’?
Por eso cuando la obra llegó a Euskadi por primera vez (en enero de este 2024 en Iurreta), me acerqué preparado para fingir mi mejor sonrisa consciente de que, tras la función, tendría que decirle a Tefi que, obviamente, el espectáculo me había maravillado. Ni que decir tiene que si ahora estáis leyendo esto aquí es porque, al acercarme a ella al terminar la obra, no tuve que fingir. No sé si «Olvido Flores» alcanza o no la excelencia de «La Reina del Arga» (toda comparación es odiosa y encima en este caso hablamos de formatos teatrales diferentes); pero sé que me da exactamente igual porque cuando pienso en «Olvido Flores» me olvido de «La Reina del Arga». Por eso aquel día pude decirle, con brutal honestidad, que me sigue pareciendo una jodida genia, una teatrera valiente, militante y comprometida. Porque no sólo se deja la piel (y el dinero, me consta) en lo que hace, porque no sólo es muy buena en lo que hace, sino porque además lo que hace es importantísimo y necesario: recuperar la memoria histórica a través del teatro, revivir vivencias reales injustas de personajes olvidados (y relacionados con su pasión: el circo).
Si en «La Reina del Arga» lo hizo con la pionera pero ninguneada funambulista pamplonica Remigia Echarren, ahora en esta ‘joyita de bolsillo’ (es una pieza de muy pequeño formato que no alcanza la media hora de duración) lo hace con el italiano Circo Anastasini, al que el fatídico julio de 1936 pilló actuando en Lodosa (Navarra) en pleno alzamiento militar. El resultado: algunos fueron fusilados; otros, obligados a entretener a las tropas cual monos. Para dignificar la memoria de la gente que componía aquella compañía y darles la paz tras la muerte que nunca tuvieron, Tefi se ha inventado (porque ella lo hace todo: actúa, pero también escribe, dirige y produce) al personaje de Olvido Flores, una suerte de plañidera-catrina-payasa dedicada a conservar objetos y, sobre todo, memorias. Ella sola en escena, aunque ‘acompañada’ de personajes paralelos (sean existentes o ficcionados, sean interpretados también por ella o a través de audios), va relatando al público una historia real pero que ella ha tenido que recomponer a modo de verdadera historiadora (recopilando documentos, testimonios… y, por supuesto, aportando un extra de ficción y de sabiduría dramatúrgica para llenar vacíos).
El resultado es un espectáculo emocionantísimo, que toca y que, con esta historia puntual de la troupe del Anastasini, destapa todo el drama que la Historia en mayúsculas puede llegar a sepultar si, en vez de conectar con las vivencias personales, nos quedamos en la quirúrgica descripción de los hechos y en las frías cifras. ‘Olvido Flores’ expone durante poco más de 20 minutos este suceso olvidado con la solemnidad requerida pero también con humor, con datos reales pero también con ensoñación, con las grandes dotes interpretativas de Tefi pero también apoyándose en un cuidadísimo (e ingenioso) teatro de objetos que crea magia y poesía visual (bravo también para la ‘mirada externa’ de mis admirados El Patio Teatro, para el muy pensado vestuario de Edurne Ibáñez Huarte y para la dulce música de Gorka Pastor Yerro). Todo en «Olvido Flores» está hecho con mimo, pasión y cariño. Y eso al público le llega.
Aunque se concibió originalmente para representarse para sólo una veintena de personas dentro de una caravana (para acentuar el halo circense del relato), el show se ha empezado a hacer también en sala. Y funciona igual de bien. Porque tanto la historia como Estefanía son infalibles. Este mes la tendremos en Bizkaia por partida doble y en ambos formatos. Esta misma semana (viernes 17 y sábado 18 de mayo) la caravana-teatro de Tefi (bautizada como ‘Las maravillas de Júpiter’) aparcará en la Umore Azoka de Leioa (Plaza Sabino Arana). En su interior ofrecerá una docena de pases (el viernes sólo de tarde a partir de las 18 h.; el sábado todo el día desde las 12:30 h.) de entrada libre y gratuita. La próxima semana (el jueves 23 de mayo), la versión de sala se podrá disfrutar en el Barakaldo Antzokia en dos pases (19 h. y 20 h.).
Además, en junio volverá con su caravana al festival KaldeArte de Vitoria-Gasteiz (un total de 16 pases, del día 7 al 9, en la Plaza de la Memoria) y ya en julio, la paseará por Bilboko Kalealdia. En cualquiera de sus dos versiones (sala o caravana), yo no puedo recomendarte esta joya teatral con más ímpetu y convicción.
Si en 2022, gracias a «La Reina del Arga», Estefanía de Paz Asín consiguió que el Ayuntamiento de Pamplona pusiera a unas pasarelas sobre el río Arga el nombre de la funambulista Remigia Echarren (que tantas veces lo cruzó sobre la maroma), ahora con «Olvido Flores» ha vuelto a llenar un vacío en nuestra negra Historia reciente. Lo ha hecho devolviendo la dignidad a la olvidada compañía Anastasini a través de algo a la vez tan simple pero tan necesario y debido como el recuerdo (del latín ‘recordari’, es decir, ‘re’ -otra vez- y ‘cordis’ -corazón-; o sea, ‘volviendo a pasar por nuestros corazones’ a los Anastasini).
Si todo el arte, toda la cultura, todo el teatro, fueran tan comprometidos como las creaciones de Tefi, este país y este mundo serían lugares mejores. Por eso, no puedo decir más que bravo y gracias. Y, por suerte para mí, lo puedo decir ya sin miedo a ese momento, que seguro llegará pronto, en el que la inquieta Tefi me empiece a hablar de un posible próximo proyecto. De hecho, estoy seguro de que su cabeza ya estará tramando algo; y también estoy seguro de que si ella lo lleva adelante, yo estaré interesado y deseando verlo, vivirlo y sentirlo una vez haya tomado forma y se estrene.