El viernes 31 de octubre de 2014 asistimos a la primera edición del festival MAD Live! by Sony, el cual tuvo lugar en el Barclaycard Arena de Madrid con entradas agotadas para los conciertos de The National, The Kooks, Mando Diao, The Orwells, Cycle, Belako, Grises y Jack Knife. Una crónica de Manuel Mataix, con fotos de Adolfo Llopis y Sergi Ramos
31 de octubre de 2014. Tras el éxito en el mes de febrero del BCN Live!, la primera edición de su análogo madrileño, MAD Live!, bien merecía nuestro desplazamiento a la capital para disfrutar de un cartel que llenaría de buen de música el Barclaycard Arena desde primeras horas de la tarde. Tras la apertura de puertas, allá por las 17h., y con todo el papel vendido, empezó el desfile de grupos por el escenario que Sony había preparado para la ocasión.
Jack Knife, ganadores del concurso «El cartel no está cerrado: ¡falta tu banda!«, fueron los encargados de dar comienzo a la jornada ante un recinto todavía sin mucho público (por horario y ser viernes laborable), comparado con lo que sería la afluencia de la noche. Tras tocar este verano en sitios como el Sonorama o Ebrovisión, los madrileños se alzaron con la victoria en una final entre 30 grupos. Así que tuvieron oportunidad de presentar su primer EP «Listen to Jack Knife» y su apuesta por el rock de garaje.
También cantando en inglés, los vizcaínos Belako aparecieron en escena. Con ganas de mostrar al público sus dos EPs autoeditados este mismo año «Bele Beltzak Baino Ez» y «AAAA!!!!» en sus, aproximadamente, treinta minutos de concierto. Una mezcla de canciones punk, pop-rock y juventud que les bastaron para demostrar por qué son uno de los grupos con mayor proyección en el panorama nacional. Fueron, sin duda, los que mejor aprovecharon la ocasión. Para quienes no hubieran tenido tiempo todavía de verlos en directo en Madrid, un grupo a seguir a partir de ya mismo.
Y, a partir de aquí, todo fue un tanto raro. Poco, demasiado poco que resaltar hasta llegar a los cabezas de cartel. The Orwells ya contaban con un mayor número de asistentes. «Disgraceland» (2014), su segundo álbum, suena bien: rock guerrero y con algunos puntos desenfrenados. Los americanos son jóvenes y su vocalista Mario Cuomo lo intentó con ganas, pero dieron sensación de dejar al público un tanto indiferente. «Who Needs You» y «Mallrats (la la la)» fueron con las que los espectadores más pudieron disfrutar.
Sobre las 19:00h., Grises. Música bailable y estribillos pegadizos, acompañados con sus guitarras y arreglos de electrónica. Es evidente que no cuentan con letras tan trascendentales como otros grupos, pero muchas veces no hace falta. Semejante descarga de energía y buen rollo sobre el escenario viene bien siempre, más cuando se consigue transmitir también al público, aunque en este caso no acabaron de encontrar la respuesta esperada de la mayoría. No estuvo nada mal para ir calentando motores, pero demasiado pronto para el tipo de concierto que plantean los guipuzcoanos.
Con Mando Diao lo que quedó claro es que va quedando lejos lo de aquellos rockeros suecos que nos dejaban exhaustos. Aquellas guitarras incansables y dúos vocales del «Ode to Ochrasy» (2006) o «Hurricane Bar» (2004) han dado paso a un intento de experimentación que, muchos de los que los hemos disfrutado varias veces, no hemos entendido todavía. «Infruset» (2012) fue un disco difícil de definir sin resultar dañino y con «Aelita» (2014), el disco que presentaban en esta gira, nos encontramos con una electrónica que, sinceramente, no aporta mucho. Un escenario futurista, de colores blancos y bastante frío acorde a la apariencia de los aguerridos Gustaf Norén y Björn Dixgård.
«God Knows» fue un buen detalle ya que los mejores momentos llegaron con aquellas canciones más antiguas: «Long Before Rock And Roll», «Gloria» o «Down In The Past». Finalmente, ni rastro de «Infruset», así que respiramos algo más tranquilos. Otras canciones como «Sweet Wet Dreams» (con Zahara, una combinación difícil de calificar), «Money Doesn’t Make You a Man» o «Black Saturday» no acaban de funcionar como tendrían que hacerlo.
¿Electrónica? Para eso ya estaban Cycle, que cuentan con mayor experiencia en el terreno, a pesar de haber estado una larga temporadita alejados del mundanal ruido. Tras la pequeña debacle de Mando Diao, se agradeció ese cambio de guión que aportaron David Kano, La China Patino y los suyos. Con máscara, como en la portada de su último single, dieron buena muestra de bailes y coreografías. Un momento duro para algunos, que aprovecharon para acercarse a las barras y despejar la pista central, pero que otros disfrutaron moviéndose sin parar. Aprovecharon, cómo no, para presentar su nuevo tema y, por supuesto, rescatar «Mechanical», «Appletree» y «Confussion!!!», clásicos con los que animar incluso a los más paraditos.
The Kooks era uno de los grandes nombres de la velada. El Barclaycard Arena volvía a estar a reventar y era casi imposible moverse entre el público. Los británicos tuvieron una puesta en escena sencilla y efectiva. Comenzando con «Around Town», igual que en su último disco, el reciente «Listen» (2014), el cualcfueron presentando a la par que recuperaban sus más famosas canciones. Hits facilones y bailables como esos «She Moves In Her Own Way», «Forgive And Forget» o esas dos canciones finales, «Junk Of The Heart (Happy)» y «Naïve». Luke Pritchard y el resto dieron lo que, los más emocionados seguidores de la banda, querían. Así que concierto redondo.
Al terminar este directo, muchos se dirigieron hacia las puertas de salida del festival. Los gestos de otros de los que allí estábamos de pie parecían preguntar: «Pero, ¿dónde coño vais?» Seguramente, a buscar una fiesta de Halloween de las que se celebraban en la ciudad sin saber que, la auténtica fiesta todavía estaba por llegar.
The National, para la inmensa mayoría (y oficialmente), llegaba como el nombre más importante de la noche. Sus últimos discos los han encumbrado en lo más alto del panorama musical internacional. Aquel «Boxer» (2007), el posterior «Hight Violet» (2010) y su más cercano «Trouble Will Find Me» (2013) son joyitas de orfebrería, compuestas y producidas con mucho mimo, y arregladas con detalles del mismo nivel. Recibidos con una sonora ovación, saltaron al escenario para comenzar el último concierto de la jornada. Pasadas las 23.30h, era una hora maravillosa para que terminara la intro de aquel «Riders On The Storm» y romper los aplausos con los primeros golpes a la batería de «Don’t Swallow The Cap». A partir de ahí, toda una demostración de poder y templanza que hace que, sin duda, sea uno de los mejores grupos para ver en directo ahora mismo.
Canciones como «Graceless», «Sea Of Love», «Squalor Victoria», «Afraid Of Everyone», «Mistaken for Strangers» o «Bloodbuzz Ohio» sonaron con una fuerza todavía inédita en la tarde. Razones suficientes para que el público cayera rendido a sus pies desde el primer minuto. Subidones y bajones, como los que llegaron con las bonitas, por ejemplo, «I Need My Girl», «Slow Show» o «Pink Rabbits», dedicada a sus hijos por Halloween. Detalles de pianos y trompetas con un sonido sencillamente espectacular, como se pudo comprobar en varias canciones y en el apoteósico final de «Fake Empire». Sufjan Stevens les acompañaba en el escenario, al piano, como un miembro más de la banda, coyuntura que aprovecharon para recordar su «Chicago» a la hora de interpretar «Ada».
Por si fuera poco, además, es que estos chicos cuentan con un frontman como Matt Berninger, que domina a la perfección el concepto de usar la voz como un instrumento más de la banda. La afina y rompe con una habilidad pasmosa. Ya no es una sorpresa verlo paseando por el público en algunos momentos de sus conciertos pero, tal vez por ello, sea uno de los más esperados y emocionantes. Por ello, necesaria una mención especial a la intensidad mostrada con ese «Terrible Love and I’m Walking With Spiders» y «Mr. November» para casi terminar. «Vanderlyle Cry Baby Geeks» en acústico, con la banda cantando a capella y pidiendo que todo el público cantara con ellos, cerró la noche. No hace falta explicar más sobre por qué, The National, era el nombre con mayúsculas del cartel. Un buen nivel por lo general, pero con un grupo varios peldaños por encima del resto. Un torbellino había sacudido Madrid. Se notaba en el ambiente, en las sensaciones y en muchas caras de la gente que abandonaba el recinto.