De actualidad por «Limones de oro», un disco colaborativo en el que ha contado con Amaral, Zahara, Xoel López, Rozalén, Bratty, Mikel Urdangarin o Cris Belako como voces invitadas, la artista de Mallabia se encuentra inmersa en una gira de 20 fechas a lo largo y ancho del territorio estatal, que finalizará en Madrid en enero de 2023. Después tocará trabajar «sin el foco encima», nos adelanta
De la vizcaína Izaro Andrés (Mallabia, 1993) no se puede decir que no sea profeta en su tierra, precisamente, pero ha sido en Gipuzkoa donde ha logrado hitos como actuar seis veces en cuatro días en el Kursaal donostiarra o agotar las casi 6.000 entradas del Velódromo de Anoeta, siendo la primera mujer euskaldun en lograrlo.
Pero es que no solo es en territorio vasco donde la cantautora se ha hecho ya un nombre, como bien demuestra una gira, su actual «2022 Tour», que lo mismo la ha llevado a festivales españoles como el Sonorama de Aranda de Duero y el Ezcafest riojano, así como a ciudades europeas como París y Helsinki.
Lo que está presentando en sus conciertos se llama «Limones de Oro», un disco en el que reinterpreta 13 canciones de su discografía junto a dos temas nuevos y una adaptación. Plagado de colaboraciones, el trabajo incluye cameos de artistas del nivel de Amaral, Rozalén, Xoel López, Zahara, Bratty, Mikel Urdangarin o Cris Belako, entre otros.
Pasado el verano, la gira se centra este mes de octubre (y en sus casi 20 shows de aquí a fin de año) en salas de ciudades como Málaga, Pamplona, Sevilla, A Coruña, Vigo, Burgos, Oviedo, Zamora, Cáceres, Badajoz, Valencia, Barcelona… concluyendo el 27 de enero con una actuación «muy especial» en el Circo Price de Madrid. Tras ella, parón. Pero que nadie se asuste, que su 2023 servirá para preparar nuevo álbum, el cuarto de estudio con canciones completamente nuevas tras los exitosos «Om» (2016), «Eason» (2018), y «Limones en invierno» (2020). De eso y mucho más hablamos con Izaro.
En vez de «Limones en invierno», disco en contexto pandémico con el que no te fue nada mal, «Limones de oro», coincidiendo con un momento álgido, ¿no? Para ti, desde luego.
Sí, era un poco el objetivo, sacarnos la espinita de aquel año, en el que no sabíamos cómo iba a acabar la cosa. Fue una gran bajona, porque en mi cabeza tenía altas expectativas con aquel año, que iba a ser muy importante en lo profesional, era mi año de cuajar, así que cuando no pasó sí que me entró un poco de miedo y me pregunté: ¿Y si he perdido la oportunidad? Ahora, poder haber dejado reposar esos limones y traerlos de vuelta, dorados y acompañados de tanta gente, para mí ha sido curativo.
¿Qué tal lo llevaste a nivel personal?
Ahora que has dicho que han pasado dos años, buf. En 2020 me llegas a hablar de cómo estaríamos en dos años y madre mía, pero mira, ya estamos aquí y parece mentira. La vida sigue, está claro. A nivel personal, quedarme encerrada en casa me vino muy bien. Descansé mucho, pude pasar mucho tiempo con mi pareja, nos lo pasamos muy bien. Personalmente fue bonito, pero profesionalmente… llegué a pensar que mi carrera igual se acababa ahí y fue un poco duro. Tengo ganas de acabar la gira en enero para, por fin, separarme del todo de la pandemia.
Porque este trabajo viene de ahí…
Sí, claro. Es un disco para intentar curar la herida, pero sigue siendo esa etapa, la de los limones, así que cuando finalice esta gira sí que será decir «ya está, lo hemos superado».
Lo que está claro es que tienes una agenda de contactos alucinante…
Joer, ¡joer! Ya te digo… Pensé que el público me había ayudado tanto a aguantar estos limones, que quería hacerle un regalo de vuelta y me dije «va, hacemos ‘Limones de oro» con colaboraciones y se lo regalo». Pero para mí era un gran reto, porque soñar se puede soñar, pero luego… ¡a ver quién te abre la puerta! Hice unas listas de canciones y artistas e iba haciendo match, viendo qué artista podía encajar con cada canción. Y tenía una lista de imposibles… en la que por ejemplo estaban Amaral, que, por casualidades de la vida, me escribieron ellos a mí para acudir a uno de los conciertos del Kursaal. Así que aproveché y se lo propuse. Les encantó… y ha sido superfácil grabar con ellos. Ahora, cuando miro la lista de colaboradores, pienso que es un regalazo para toda la vida.
El disco en sí es ya un éxito, más allá de cómo pueda funcionar.
Totalmente. Además es como crear red y contar con personas que son superbuena gente y que saben mucho más que yo de cosas que yo todavía igual no sé, al tiempo que me hacen sentir que yo también tengo cosas interesantes que decir. Tenerlos a una llamada de distancia para cualquier cosa o ayuda que vaya surgiendo, para mí eso ya es el éxito, sí.
Y también lo es conseguir que Eva Amaral cante así de bien, en euskera…
Un puntazo. No le costó nada. Les mandé un audio eterno de WhatsApp explicando cómo se pronunciaba todo, con la letra traducida y escrita a nivel de pronunciación y ya con la primera cosa que me mando de vuelta dije: «¡Pero si está perfecto!», así que ha sido una gozada y son unos cielos.
Cuentas con gente del panorama euskaldun, pero también del panorama estatal y latinoamericano. Hay gente veterana y gente joven, pero diría que todos tienen en común que cantan muy bien y que cuidan mucho sus letras. Gente que canta y que cuenta y que tiene una voz potente y versátil.
Exacto. Para mí la clave es esa, gente que canta y que cuenta. Una persona que cuenta bien, te recomienda. Si canta y cuenta bien, para mí su mente ya me parece atractiva, y quería llegar a eso.
Antiguamente decías que te daba reparo que otra gente cantara tus letras. Tú sí que habías cantado con otros, como Gatibu, con quienes grabaste la exitosa «Aske Maitte», no sé si eso te hizo soltarte para darle la oportunidad a otros de hacer lo mismo.
Es que para mí es más fácil entrar en una canción ajena que dejar que otros entren en una propia. Pero me dije «libérate y mete a todos los colaboradores que quieras». Hacer un disco propio es distinto, porque es algo muy íntimo, muy personal, puede haber alguna excepción como cuando conté con Xoel en «Invierno a la vista», pero realmente es tan autobiográfico… que me cuesta contar con otras voces, tiene sentido que sea la mía la que lo cuenta. Pero hacer un disco entero de colaboraciones ya es otra cosa, porque ya es otro concepto. Lo había contado yo, pero ahora lo recuentan otros.
El nivel de estas colaboraciones suma a tu currículo, pero no sé si el contar con tanto ilustre añade presión, ahora que vas de gira sin ellos, a tantas ciudades, tú sola llevando la voz cantante. Pero con toda la banda, por cierto, que vienes de hacer bastantes actuaciones acústicas.
Tenemos muchas ganas porque es verdad que hemos dejado abandonaditos a los de la banda en muchas fechas, así que apetecía salir ya todos y tocar todo bien, aunque a mí me gusta ir cambiando de fórmula. Aunque no me pone tan nerviosa esta gira estatal, sino que siento que tengo menos presión, voy expectante y con ilusión de conocer a quien venga a verme, porque siento que voy a descubrir, a tierra virgen para mí.
¿Qué te pone más nerviosa? ¿Enfrentarte a 6.000 personas en Donosti o acudir a un sitio que es territorio ignoto?
Siempre da más miedo una sala vacía que una sala llena, eso es así. Lo que me daría nervios sería ver un concierto vacío. Pero, dicho esto… ver una sala vacía en un sitio en el que no esperas que se llene… eso está bien, porque es como un poco de barro, de conexión de tú a tú y de conocer a quien venga a verte.
Cuentas con el apoyo de GPS – Girando Por Salas en muchas de las fechas. Supongo que ese respaldo es importante.
Sin su ayuda no podríamos haber hecho esta gira, está claro. Que circuitos así confíen y quieran apostar por ti y moverte para ayudarte a que puedas salir hace que me sienta muy agradecida y que me diga «va, venga, vamos a por ello, vamos a intentarlo».
Si uno mira tu Spotify, lo tengo aquí en versión móvil, se encuentra con que las 5 canciones de rigor destacadas… pertenecen a tus 4 discos publicados, con dos temas del más reciente. Diría que tu carrera es progresiva, ascendente, y que no hay altos ni bajos. Y que así lo ve el público también. De momento, tu carrera es muy compacta.
Es una de las cosas que tiene más valor para mí, el que la gente cante por igual todas las canciones. Que se reparta tanto la atención por todas mis canciones hace que me sienta muy orgullosa. Creo que «compacta» es la palabra, sí. Para mí es superimportante poder llevar todas las canciones por bandera.
Más allá de los plays, de los views, de los likes… ¿qué tal llevas la popularidad en redes?
Ja, ja, la llevo bien. Pero tampoco es loca mi popularidad, comparada con gente que tiene una barbaridad de seguidores. Diría que el ambiente es agradable y tengo una relación sana. El público no me hace mucho la vida imposible. Puedo hablar y hablar, pero también desconectar y no estresarme por no estar todo el día en las redes, porque pienso que somos mucho más que eso.
Hace poco, los compañeros de Mondosonoro te preguntaban por los discos de tu vida… y la cosa iba de Pedro Guerra a Rosalía, pasando por Julieta Venegas, Norah Jones y The Corrs. Diría que te tira el pop con toque folk, con raíz, con esencia.
Para mí la clave es la raíz. Y todo lo que nazca de ahí tiene verdad. Y todo lo que tiene verdad es algo que me enciende por dentro. No me había fijado en eso que cuentas, pero sí, sí, es verdad, es así.
¿Y te gustan los artistas que cuentan, más allá de sus canciones? Los que se posicionan, los que se mojan públicamente, los que tienen cosas que decir. Se ha hablado bastante de tus declaraciones acerca de la violencia machista, pro ejemplo. Pero hay quien opina que tenéis que limitaros a entretenernos y ya…
Hay confusión entre el entretenimiento y el arte, pero son dos espacios diferentes. El arte puede llegar a entretenerte, pero no nace para eso, nace para moverte. Y creo que lo realmente importante es hacerte mover del sitio. Si la escena está dominada, como lo ha estado históricamente, por «hombres blancos lo que sea», lo que te van a contar es su visión de la vida, que no es la visión general del mundo, sino algo que te cuenta una persona de un perfil concreto, que no te cuenta el mal que puede hacer, no te cuenta lo que siente quien está al otro lado. Por eso, cuando vemos que hay otros perfiles que cuentan sus verdades (mujeres, homosexuales, negros, etc.), te das cuenta de cuántas realidades hay y de cuántas cosas hay que arreglar. Todos debemos llegar a contar el mal que sufrimos y el mal que hacemos. Y ahí llegará el cambio.
¿Qué pasará después del último concierto de enero? ¿Qué te pide el cuerpo una vez que dejes de lado esta etapa?
Pues el cuerpo me pide parar. Descansar de estar expuesta y mirar para adentro. Trabajar en el disco, que es trabajar, pero sin el foco encima. Ya voy avisando de que la gente que quiera verme tiene la oportunidad ahora, ya que después, durante un ‘ratitito’, no va a poder ser.