El 13 de julio nos plantamos en Benicàssim para asistir a una nueva edición del FIB, que arrancaba este día con las actuaciones de The Weeknd, The Jesus and Mary Chain, Ride, Stormzy, Belako, Viva Suecia, Bejo, Sunflower Bean, Gatomidi, Kaleo, Honne… Nos lo cuentan Javier Santamaría, Manu Mataix y Joseba Vegas, con fotos de Iker Arana
Altas temperaturas y una humedad que provocaba que la sensación térmica fuese aún mayor nos saludaba a nuestra llegada a la provincia de Castellón, tras seis horas al volante desde Bilbao. Nada más aparcar y romper a sudar, vimos que había un gran trasiego de fibers por las calles de Benicàssim, clara muestra de la alta afluencia de público esperado para este año, en el que ya no quedan entradas para la jornada del sábado, la capitaneada por Red Hot Chili Peppers.
El jueves era el día de The Weeknd, indudable cabeza de cartel gracias a su exitoso «Starboy» (y a haberse convertido en toda una celebrity gracias a aventuras sentimentales compartidas con otras celebrities), pero también el de Stormzy (todo un fenómeno grime en Reino Unido), The Jesus & Mary Chain (una de las bandas en activo más influyentes del indie británico), Viva Suecia (los murcianos van hacia arriba en el escalafón de grupos españoles con tirón dentro del pop alternativo) o Belako (la imparable banda vasca, programada en el escenario principal del festival). Estiramos un poco las piernas, nos duchamos, rompimos a sudar nada más secarnos y nos dirigimos al desierto de Las Palmas, que había mucho que ver en la jornada inaugural del FIB 2017.
Divina juventud la de Sunflower Bean, que abrieron esta edición del Festival Internacional de Benicàssim por todo lo alto, ofreciendo un concierto en el que tocaron varios de los palos que tradicionalemnete han gustado al fiber medio: el indie pop clásico, ese que hace pensar en sellos como Sarah Records o Fortuna Pop, gracias a dulces ensoñaciones como las de los temas «Somebody Call The Doctor» o su hit «Easier Said«. La verdad es que la voz de Julia ayuda a todo esto, sin obviar el palo rockero de los 70s que aparece cuando Nick Kivlen canta y suenan «Come On» o ese «I Was Home» con la que cerraron. De los conciertos que mas nos gustaron. Arrancaba bien el FIB.
Tras disfrutar a los neoyorquinos en el escenario grande, nos fuimos a la carpa R3 Fib Club para degustar producto local, el dispensado por los valencianos Gatomidi. Un poco de rocanrol de buena tarde nunca viene mal y, así, el que para cuando sonó «Walking Around You» no estaba ya espabilado, acabó de hacerlo. Pese a que éramos pocos los allí reunidos ellos lo dieron todo, pura actitud y buenos guitarrazos (y «bajazos» y «bateriazos«…) que nos hicieron pasar un buen rato. La verdad es que su «The Flowers Cavern» es un disco más que disfrutable y en directo sonó de maravilla. La única pena, el retraso con el que empezaron, más cuando, en nada, teníamos que volver al escenario Las Palmas, pues no queríamos perdernos a Belako en semejante marco.
Llegamos tarde a la actuación de la banda de Mungia, si bien cumplimos el objetivo de ver cómo se desenvolvían en tan destacado contexto. Y es que, dado que en lo musical ya los conocemos tanto y tan bien, y sabíamos que no fallarían, queríamos comprobar de primera mano la respuesta obtenida. Y no, no diremos que llenaron la inmensa explanada frente a su no menos imponente stage, pero sí que fueron reuniendo a más y más público, incluyendo a muchos extranjeros que se acercaban para ver quiénes eran esos desconocidos que tan potentes sonaban. Volumen alto, sonido limpio, entrega máxima, esa chispa juvenil que esperamos que les dure para toda la vida y canciones como «Zaldi baltza» dejaron al respetable más que satisfecho. Otro pasito en su carrera. La próxima vez será en un horario más propicio.
A la misma hora que Belako, rondando las 20:00 horas, parte de nosotros nos enfrentamos a lo que entendíamos como un momento clave del FIB, la actuación de Bejo y Dj Pimp. ¿Por qué momento clave? Pues porque funcionaría como referencia para ver quién era el público de este FIB 2017, comprobar si esta actuación sería un autocomplaciente guiño a las nuevas generaciones o bien si se trataba de otra muestra de verdadero relevo. Y, ¿qué pasó? Pues que pudimos ver a centenares de jóvenes españoles coreando las frases del canario y contoneándose con los ritmos que lanzaba el disc jockey. En lo musical nos dieron bien de choriqueso, mango y pardelas, así que podemos decir que la gozamos bien, peeeeeero (sí, hay un pero) de las veces que hemos visto a Bejo en los últimos meses, esta fue la más floja, quizá por la deriva beatbox y los devaneos guitarrísticos. Que sí, que fue divertido, pero el tiempo era limitado y queríamos disfrutar de más de canciones. Con todo, hubo un gran momento cuando Uge apareció en el escenario a cantar «Suave» junto a Bejo, sumando así dos Locoplayas sobre las tablas. Cuando sonó «Mucho» de nuevo hubo comunión. Nos dijeron adiós con «El Sonidito» de Hechiceros Band y nos alejamos del South Beach Dance Stage rezumando buen rollo.
Otro momento clave del jueves fue el concierto de Ride. La vuelta al FIB del grupo era algo histórico y, tras el concierto de hace dos años en Primavera Sound, las expectativas eran altísimas, pero claro, se podía ver todo empañado por un repertorio lleno de canciones de su último trabajo, «Weather Diaries» (2017), su primer álbum en 21 años. El concierto empezó con «Lannoy Point» y su «Start again«, arranque perfecto pues. Siguieron con «Charm assault«, en la línea de lo mejor de su último disco, pero claro, el miedo crecía. ¿Tocarían casi todo nuevo?. Tercera canción. «Seagull«, bien. Rozamos el cielo, qué barbaridad. En las primeras filas estábamos concentrados tres generaciones de fibers, unidos por un pelotazo de distorsión. Quedaba claro que las canciones nuevas y viejas empastan a la perfección y que no hay nada que temer, que tan solo había que relajarse y disfrutar del viaje. «All I want» sonó genial, al igual que «Vapour Trail«, que tocaron casi al final, pero el momento del concierto, el que hace que aún se nos erice la piel y amenace lagrimilla, coincidió con los casi 10 minutos de «Leave Them All Behind«. Qué bonita, qué bien sonó, qué bien todo. Cuando acabó, no pudimos evitar fundirnos en un abrazo unos cuantos fans congregados en las primeras filas. Magia. Qué bien el regreso de Ride y que estén de vuelta en el FIB.
En el escenario Visa (el segundo en tamaño) actuaban poco después de las 22:00 horas los islandeses Kaleo, una de las revelaciones folk rock de la temporada. Empezaron bastante bien, no demasiado lejos de los primeros Kings Of Leon, pero no tardaron mucho en recordarnos más a los colombianos Morat. Huimos. Nos fuimos de vuelta al South Beach a ver a Honne. Como diría Joe Crepúsculo, «música para adultos«, aunque en este caso bailada por jóvenes que se contoneaban al son de un soul electrónico que pedía a gritos unos saxofones para que aquello fuera, aún más, una exaltación de la sensualidad. A ver, ellos ya lo anunciaron con «Treat You Right«, nos iban a cuidar y así lo hicieron. Una buena sección instrumental que le daba empaque orgánico, aderezado por sintetizadores y coros femeninos que en ocasiones pasaban a primer plano para dejar la voz de Andy Clutterbuck en la retaguardia. Todos queríamos «Just dance» y se nos concedió, tanto, que al final todos éramos «Someone That Loves You«, Honne. Uno de los mejores conciertos de la noche del jueves.
Llegamos con el concierto ya empezado de Stormzy, pero nos pusimos en situación en cero coma, lo mismo que tardó el rapero en quitarse la camiseta y lucir su torso sudoroso, en esa calurosa noche de jueves que nos tenía a todos perdiendo líquidos y bebiendo cubatas cervezas agua a lo loco. El grime británico tiene algo que engancha, ya sea cuando es más relajado, caso de canciones como «Cigarettes & Cush«, o cuando sube revoluciones, como con «Shut Up«. El concierto fue una especie de gran ola que nos arrastró irremediablemente al ritmo marcado por el de Craydon. A destacar la versión del éxito «Shape Of You» del mucho más pálido y ñoño de Ed Sheeran. Convenció.
THE WEEKND: DEMASIADO PERFECTO
El concierto de The Weeknd empezó fuerte, arrancando con «Starboy«, para delirio de un escenario Las Palmas a reventar (y eso que el jueves se supone que es el día de menor afluencia de fibers). A partir de ahí, la cosa fue cuesta abajo. Con determinados artistas hay que entender que entran en juego muchos factores, no solo cómo esté ejecutado el show. Y si bien hoy en día se entiende que un DJ también puede ser alguien encargado de, simplemente, darle al play en un directo, también es admisible que un artista de R&B tenga partes pregrabadas con su voz para poder hacer alguna coreografía. Lo entendemos y respetamos, pero con Abel Makkonen Tesfaye (nombre real del novio de Selena Gomez) nos dio la sensación de cierta tomadura de pelo. Todo iba a la perfección, como la seda, tan tan bien, que llamaba mucho la atención que variara tanto el tono de su voz cada vez que empuñaba el micrófono para decir algo al margen de las letras de sus canciones. En esos momentos se palpaban el ruido y la distorsión propios del directo, para desaparecer durante estrofas enteras. Quizá estemos muy equivocados (ni siquiera hay consenso dentro de nuestro equipo), pero aquello parecía playback. De lo contrario, The Weeknd es jodidamente bueno y se merece estar donde está, en lo más alto del pop mundial actual.
Tras el baño de masas de The Weeknd, pasamos por la carpa FibClub buscando un poco de intimidad… y pop de guitarras. A Viva Suecia les acompañan las muy buenas críticas de «Otros principios fundamentales» (2017) y fama de gozar de buen directo (y repetidos llenos durante su gira). También tienen, con un solo disco, un buen puñado de canciones favoritas de muchos («¿Nos ponemos con esto?«, «A dónde ir«, «Hemos ganado tiempo«…). Sonaron bastante fieles a su trabajo en estudio, aunque con pasajes dados a la distorsión y las atmósferas espaciales. Un directo marcado por el pop y el noise que hizo que muchos, que se acercaban por casualidad, no pudieran escapar, a pesar de solaparse con unos grandes como The Jesus & Mary Chain, quienes no sonaron con toda la oscuridad y potencia que se les presupone, pero, que cuando pusieron la maquinaria a funcionar a todo gas, recordaron a aquellos que fueron. Y que son, aunque «Damage and Joy» (2017) no sea «Psychocandy» (1985), precisamente. Tampoco vamos a pedirles ahora que se saquen de la manga un nuevo «Just Like Honey«, ¿no? Nos vale con que la sigan tocando en directo. Una gozada.
Tras los conciertos, bailamos de lo lindo con las sesiones de Eme DJ y Ochoymedio Djs, aunque tuvimos que tirar de móvil para comprobar que Jon Bon Jovi seguía vivito y coleando. Que ambos sets acabasen con «Livin’ On a Prayer» nos hizo temer lo peor.