Segunda jornada y primer día gordo del Festival Internacional de Benicàssim, con ya todos sus escenarios en funcionamiento. Nuestros compañeros Javier Santamaría, Óscar Salmerón y Manu Mataix nos lo cuentan, con fotos de Pau Bellido, Jota Martínez y Adrián Morote. Jamie xx, Band Of Skulls, Kero Kero Bonito, Le Galaxie, Dan Deacon, The Zephyr Bones, Cosmen Adelaida, Juventud Juché, Rat Boy, Exnovios y hasta Andrea Levy fueron partícipes de un día que arrancó con el recuperado partido de fútbol benéfico entre artistas y prensa
Empezamos el día en un evento que echábamos de menos en el FIB y que nos recordó a sus inicios: el partido de fútbol benéfico entre artistas y prensa, al que fuimos como supporters del gremio, claro. No nos vestimos de corto, no, pero pusimos bien de ganas jaleando a unos plumillas que, ohhh, se vieron superado por los artistas (que contaban con algo de ventaja, todo sea dicho, gracias a alinear al exfutbolista internacional del Villarreal Marcos Senna). Lo importante era pasarlo bien y colaborar con una buena causa, la de Save The Children, algo que no solo hicieron numerosos fibers anónimos, sino otros tan populares literal) como Andrea Levy.
En el equipo de los artistas, El Guincho (que fue un jugón y tubo machacado a nuestro compañero de Muzikalia cada vez que corría la banda), miembros de Extraperlo (con un Borja haciendo de Raúl) y The Vaccines (liderando el medio campo y la portería), Arturo de Juventud Juché (de lateral derecho) y la incorporación estrella al equipo… el nombrado Senna, campeón de la Eurocopa hace no tantos años. La prensa, liderada desde el banquillo por Julio Ruiz, hizo lo que pudo, aguantando bien en la primera parte, pero viniéndose abajo en la segunda, con cambios tácticos entre el ataque y la defensa, que hicieron que la cosa fuera a menos. Cabe destacar el papel del cancerbero periodístico, que hizo unos paradores increíbles. Lo dicho, lo pasamos fenómeno al y esperamos que el año que viene se repita la cosa, nuestro jefe de bi fm ha prometido ponerse en forma para entonces…
Ya por la noche, el festival empezó a brillar con una cantidad de público más que importante, que a última hora reventaba el escenario grande, el Las Palmas, ansiosos por bailar con los Chemical Brothers. Aún así, él dimensionamiento del festival sigue siendo estupendo, con kilómetros de barras y un montón de camareros que hacen que se pida en un santiamén, sin apenas tener que esperar turno, al igual que con los baños, donde tampoco se observan colas demasiado largas en el caso de las chicas (en el de los chicos hay numeroso «pipicanes» para que nadie tenga la tentación de orinar donde no se debe). El FIB en esto sigue funcionando de manera extraordinaria. Sin embargo, ayer qué trampa mortal fue la cena. Nos dejamos embaucar por la oferta que nos ofrecía la app oficial del festival, en la que nos ofertaban un descuento en el espacio J&B Dinner… y fue un error. Hacía tiempo que no comíamos en un festival algo tan mal elaborado.
A nivel de conciertos, el segundo día lo arrancamos en el escenario Visa, cerrado el día anterior. Bajo un sol de justicia y un público reducido empezaron a sonar los primeros acordes de The Zephyr Bones, grupo que practica un sonido muy cercano a la nueva ola psicodélica. Suponemos que la hora de inicio del concierto no ayudó especialmente, y aunque sonaron correctos, se les vio algo apagados y faltos de intensidad. El gran momento de la actuación fue cuando sonó su single «Black Lips«, que tanto ha dado que hablar en los últimos meses.
Percibimos que en el escenario FIB Club empezaba a sonar «El Parque» de Cosmen Adelaida, y para allá que nos fuimos. Desalentadora, fría, fantástica. Los madrileños con Elisa y Luis en la sección rítmica, ya son casi media escena, sumando en sus filas a miembros de grupos como Los Punsetes, Juventud Juché, Rusos Blancos, Caliza, Esmeraldo… Así que sacamos la bandera índie y nos dejamos llevar, encantados, por su propuesta 90s, que cuenta con temazos como «Viernes«, de momento solo disfrutable en directo. Cuando empezaron a sonar las primeras notas de «Becerro de Oro«, señal de que aquello se estaba acabando, nos entristecimos, la verdad.
Teníamos muchas ganas a de ver a Rat Boy, entraban dentro de nuestra cuota «hooligan«, y nos ofrecieron sobradamente lo que queríamos: pogos locos bajo el sol, coros, saltos y mucha diversión. La verdad es que es un grupo que suma muchas influencias (un poco de ska vacilón, otro tanto de los Beasty Boys más festivos, o una referencia más que directa -de hecho, nos acordamos de cuando los vimos hace unos años aquí mismo-: los Ordinary Boys). Con banda y público entregados, las partes lo pasamos genial lo pasamos genial. No siempre se consigue tal nivel de comunión.
Y llegó el momento de ver a uno de los grupos más prometedores de la muy activa en los últimos tiempos escena de Pamplona: Exnovios. Tenemos la suerte de haberlos disfrutado ya en repetidas ocasiones, y no dejan de sorprendernos con su sonido, cada vez más compacto, muy cercano a los Spacemen 3. Sí, así es como nos gusta llamarlos: los Spacemen 3 navarros. Su primer disco acaba de salir al mercado y cuenta con muy buenas canciones. Nuestra favorita es «Si no me quieres«, la cual cuenta con la colaboración de Amaia de Kokoshca. Si no tenéis ya una copia, haceros con ella. Una auténtica joya.
Tras el concierto sorpresa del jueves (con la banda anunciada bajo el nombre de «Weers«), el viernes las Hinds tocaron en el escenario grande. Pocos grupos nacionales han tenido ese privilegio y responsabilidad en los primeros dos días de festival. Consiguieron desplegar un sonido muy correcto, desprendiendo simpatía, porque, si señores, las Hinds son amor. El set fue muy parecido al del día anterior. Se les notan las horas de ensayo y la gira que han realizado el último año, que les permite tocar en un escenario enorme, rellenando el mismo con bastante dignidad. Terminaron el concierto con su hit «Davey Crockett» y no nos quedó más que gritar a pleno pulmón: «Gabba Gabba Hey!!!!!!!!!«
En el escenario del baile, Le Galaxie nos esperaban para darnos una buena dosis de pop electrónico y referencias house, con un pie en la Ibiza del verano del amor, y un frontman que bailaba cual technovicking y que nos arrastraba al hedonismo y al baile (pretendidamente) sexy. Con «Humanise» estábamos todos de subidón y eso que aún no eran las 10 de la noche. Lo pasamos francamente bien y, decididamente, su disco «Le Club» pasará a estar en nuestros favoritos para recordar lo que era pasárselo bien en verano.
Los valencianos de La Habitación Roja que aparecieron sobre el escenario grande cerca de las 21.30h. Si ya es cada vez más raro ver a grupos españoles en los escenarios principales, lo es todavía más ver a grupos autóctonos, pero la carrera de LHR (ya llevan sus décadas) bien merece un lugar como el que ayer ocupaban. Tras el recopilatorio «20 años de canciones» ha visto la luz su «Sagrado Corazón«, que presentaron con algunas canciones, como «You Gotta Be Cool” o «Volverás a brillar«. Canciones más bailables, en las que Jorge deja la guitarra a un lado para coger el micro ejerciendo de frontman total y a las que tal vez les hace falta algo más de tiempo para que comiencen a funcionar como deberían. De todas maneras, mientras eso llega, con sus canciones más antiguas o con otras más nuevas que ya se han convertido en clásicos («Ayer» o «Indestructibles«) tienes un concierto más que disfrutable tanto para sus seguidores como para los que no lo son tanto.
Regresamos al escenario Visa para ver a unos ya consolidados Band of Skulls. Los de Southampton practican un sonido que en algunos momentos nos recuerda a Jack White, con guitarras afiladas. Los habíamos visto tocando en Londres hace 7 años y en Bilbao BBK Live hace cuatro, y ya nos habían gustado, pero esta vez nos parecieron un grupo mucho más maduro al que se le notan los veranos de aprendizaje pasando por los grandes festivales europeos (estuvieron en la última edición de Glastonbury). Para los que no los conozcáis, os recomendamos una escucha de su último disco, «By Default«, con canciones como «The Devil Takes Care of His Own«, que sonó atronadora.
The Vaccines (foto izquierda, por Pau Bellido) llegaban como uno de los primeros platos fuertes de la jornada. Lo cierto es que, con tan solo tres discos (el último publicado hace apenas un año), los londinenses cuentan con un buen número de hits de guitarras rápidas y bailables… y así empezaron. Con «Handsome«, «Teenage Icon» y un buen puñado de actitud para comerse el escenario, ya habían conseguido llevarnos a su terreno a todos los que estábamos allí. Aunque, por poner un pero, se notan los momentos de medio bajón que dan algunas de las canciones de su último «English Graffiti«, caso de «Dream Lover«. Quizá por ello, todas fueron cayendo detrás de cada uno de sus singles más potentes, bien situadas para que no desconectáramos. Ese sube y baja resulta llamativo y da pie a las inevitables comparaciones… pero es que es difícil seguir el ritmo marcado por «Wreckin’ Bar (Ra Ra Ra)«, «I Always Knew«, «Norgaard» o la celebradísima «If You Wanna«. Concierto clásico de un festival, con canciones directas para saltar y quedarse empapados en sudor, igual que terminaron los de Justin Young.
Dorian siguen de celebración con sus «Diez años y un día«, que ahora ha dado pie a un DVD en directo de su concierto en el pasado Arenal Sound. Más de un año presentando disco recopilatorio y seguir llenando salas repetidas noches es algo loable aunque, esta vez, la explanada del Escenario Visa presentó bastantes huecos, quizá porque el numeroso público extranjero sigue sin interesarse por la mayoría de nuestras bandas. No en vano, la competencia se puso muy dura al solaparse su actuación con la de The Vaccines. Eso sí, su pop electrónico enganchó a los que se acercaban por la zona y ellos hicieron lo que nos tienen acostumbrados. Los hemos visto muchas veces en Benicàssim y siguen dando en el clavo cada vez que interpretan allí sus temas más conocidos (¿alguien no se sabe todavía el famoso «A cualquier otra parte» o el estribillo de «La tormenta de arena«?). Pues así terminaron su concierto y, si te dejaste llevar, seguramente encontrarías uno de los momentos más buenrolleros del fin de semana.
Ahora que estáis todos enganchados al Pokemon Go, deciros que nosotros nos hicimos con todos en el concierto de Kero Kero Bonito (foto izquierda, por Jota Martínez) Dieron una lección de hiperactivo pop ajaponesado, que nos trasladó hasta Shibuya para bailar para para. Una delicia de show que hubiera encantado a los fans de La Casa Azul o de The Go! Team. Los productores Gus y Jaime no saben el filón que encontraron con Sarah, la cantante, de los Kero, que rapea que da gusto, se mueve y engatusa al público cosa buena, y más si se pone a tontear con los muñecos de atrezo. «My Party» fue toda declaracion de intenciones y «Sick Beat» nos flipó. Si aquí fue la leche, los que los pudieron vivir de cerca en el Dabadaba donostiarra hace unos meses debieron alucinar con ellos.
Tercer concierto de Juventud Juché en una semana (y las que nos faltan por verlos este verano) y siguieron siendo un cañonazo. Además, como novedad frente a los conciertos del BBK Live, se presentaron como cuarteto, con la incorporación de ruidos sintetizados pasados por un Korg que hizo de cama a sus guitarras distorsionadas, que cada vez parecen ir más rápido. Estamos casi seguros de que hoy por hoy, los Juches tienen la base rítmica más potente de la escena estatal y eso juega a su favor mucho, porque te meten en un ciclón que te hipnotiza y te deja en un trance de baile que te atrapa. Lo dicho, con ellos no hay defensa posible, estamos todos dentro.
En el escenario South Beach Club disfrutamos de un clásico de los festivales veraniegos como es el maestro de ceremonias de Baltimore, el gran Dan Deacon. Algunos afortunados recordamos la primera vez que pisó estas tierras hace ya unos años en el Primavera Sound, entonces en formato ensemble, y nos dejó a todos a cuadros. En Benicàssim se presentó en su versión más reducida, que la componen él con su montaña de sintetizadores y cajas de ritmos y una batería que toca endiabladamente. Porque si algo caracteriza al sonido que practica Deacon en sus directos es que fluye a gran velocidad. Llegamos un poco tarde al concierto y nos perdimos el inicio, que acostumbra a ser la parte interactiva del mismo, en la que Dan guía al público cual predicador del gambiteo hacia el éxtasis colectivo. Ya al final sonó la locura que es «Crystal Cat«, nuestra favorita del set, que dejó a la batería sin energías (se la veía resoplar intensamente, como si se hubiera marcado una carrera de 400 metros lisos en los Juegos Olímpicos). No os perdáis a este fenómeno en sus próximas visitas a nuestros festivales. Vale la pena vivir su verbena al menos una vez en la vida, incluso teniendo en cuenta nuestro odio creciente hacia los vocoders.
Biffy Clyro hicieron acto de presencia en el Escenario Las Palmas cerca de la 1 de la madrugada, sin camisetas y luciendo tatuajes, topándose con una explanada principal que ya rozaba un buen lleno esperando a Chemical Brothers (aunque algunos, muchos, también estaban allí para ver al trío escocés, claro). Si hablamos de entrega, el trío sabe perfectamente lo que es y su público también. Botes y empujones en las primeras filas que se podían ver por las pantallas con verdadero desenfreno. Mientras, ellos sobre el escenario y, de principio a fin, una batería que sonaba demoledora y guitarras bien afiladas. Aún así, ese pasito que han dado en el último disco hacia melodías más para corear, hizo que quedaran algo lejos de lo que esperábamos. Canciones como «Friends and Enemies» suenan tan… ¿dulces? a ratos que te dejan sin saber muy bien cómo ubicar lo que estás viendo. Una indecisión entre sacar las manos con cuernos o balancearte como si fuera una balada, para entendernos. Escuchando los comentarios de la gente sabemos que muchos lo gozaron por todo lo alto (y es que suenan de 10), pero a nosotros nos dejaron con un sinsabor bastante apreciable. Bueno, no todo fue raro, tampoco mentimos si decimos que lo gozamos bastante con «Bubbles«.
Nos acercamos un momento para ver a Jamie XX, el cual se estaba marcando una sesión de las clásicas suyas, dándole al público que abarrotaba el escenario Visa lo que quería en ese momento. A destacar el momento más bonito para nosotros, cuando sonó la que puede ser una de las mejores líneas de batería de la historia de la música de baile: «Could Heaven Ever be Like This«, de Idriss Muhammad, un clásico pinchado infinidad de veces por los mejores DJs de la era disco en la ciudad de Nueva York. Merece una escucha a aquellos que no la conozcáis.
Y llegó el turno de los hermanos químicos. Lo de Chemical Brothers es para dejarte sin palabras. 1 hora y media de electrónica y baile mezclados a la perfección (tanto, que ahí está el eterno debate de si hacen o no mucho realmente en directo), como demostraba esa pantalla gigante donde iban apareciendo vídeos al ritmo de las canciones, en perfecta sincronía. Aparte de eso, si hablamos de las canciones, empezar con «Hey Boy, Hey Girl«, su mayor hit (sí, ¿no?), fue como quitársela de encima y ser libres para hacer y deshacer a su gusto durante el resto del show. De todas maneras, los ingleses cuentan sus canciones por éxitos, teniendo que apretar el setlist hasta el punto de regalarnos solo un minuto de «Go», el gran single de su último trabajo, «Born in the Echoes» (2015). Pero no importó, porque ahí estaban otras para mantener el listón igual de alto: «Do It Again«, «Star Guitar,» «Saturate» e incluso alguna estrofa de «The Test«. Una auténtica fiesta en una explanada a reventar. A fin de cuentas, un FIB con Rowlands y Simons es un FIB como mandan los cánones.