Primero de los cuatro días (en dos fines de semana) a los que se extiende la quinta edición del festival basauritarra. En la jornada inaugural, tres nombres internacionales de altura que congregaron a 450 personas en el Social Antzokia. Nos lo cuentan Óscar Díez y Joseba Vegas, con imágenes de Tom Hagen
El viernes 29 de abril arrancó la quinta edición de MAZ Basauri con tres cuartos de entrada (vamos, 450 personas) y unos plácidos 30 minutos del Green On Red Dan Stuart que sonaron preciosos –qué maravilla de acústica tiene el Social Antzokia–, pero cierto es que su bolo fue muy relajado, demasiado quizá para los más jóvenes del lugar… aunque todo un lujo, desde luego. Además, tiró de su repertorio clásico, obviando su destacable último album, «Marlowe’s Revenge» junto a los Twin Tones. En cualquier caso (y más allá de la media horita de canciones para el recuerdo), los precios populares (1,5 la caña, 4 euros el katxi de cerveza) también ayudaron a que se fuera caldeando el ambiente.
La inmensa mayoría del público había ido a ver a The James Hunter Six y se notaba. Media de edad en la cuarentena y mucho consumidor habitual de soul de alta graduación. Sobrio y elegante (con una americana), el propio Hunter nos hizo reír cuando, nada más aparecer, se fue a presentar y dudó en el número de músicos que le acompañaban. «The James Hunter Six!!«, le gritó alguien desde las primeras filas, a lo que el cantante respondió: «Yeah… Thank you!«, algo atribulado, antes de pasar a atacar los temas de su recién publicado (en la mítica discográfica soulera Daptone Records, ni más ni menos) «Hold On!«.
Con papel destacado del dúo en los vientos (lo diremos siempre, el soul con metales es mucho más) y del estupendo hammond con corte de pelo mod (actual teclista de Tom Jones, por cierto), el sexteto arrancó firme, con Hunter poderoso a la voz –se permitió algún falsete a lo Eli «Paperboy» Reed– y la banda columpiándose entre el soul ortodoxo (aquí recordaron a los Commitments irlandeses, pero mejor) y un R&B mucho más festivo y juguetón. Por cierto, se notaba una cierta frialdad en el público que el «sideman» de Van Morrison capeó con una profesionalidad aplastante, aunque echamos en falta algo más de energía.
Fue, objetivamente, un bolo tirando a notable. Por eso nos quedamos más que alucinados cuando, tras 80 intensos minutos, la banda hizo mutis y nadie (¿en serio?) pidió un bis que, obviamente, no se produjo. Sea como fuere, la cosa no acabó ahí. La noche la cerraban los estadounidenses The Long Ryders y su irresistible country rock sureño a lo Flying Burrito Brothers hundido en la madrugada y con la parroquia (quizá porque los tragos iban haciendo efecto) algo menos aletargada.
El concierto fue, indudablemente, de menos a más, con unos primeros minutos que parecieron de calentamiento y una recta final ya con un Sid Griffin (que no olvidemos que cuenta con 60 palos) mucho más entonado, de manera literal. Así, el bis fue de lo más destacable de la velada, con especial mención para ese «Baby We All Gotta Go Down» que contó con la colaboración de Dan Stuart (firmante de la tonadilla, al fin y al cabo, junto a Steve Wynn). El adiós, con una nostálgica «Looking for Lewis and Clark«, dejó un regusto más que agradable, a pesar de que, nuevamente, faltó algo más de arrojo. Un aspecto que no faltó, desde luego, al día siguiente (el sábado 30 de mayo) en la segunda jornada de MAZ Basauri 2016, cuando la edad media descendió notablemente, tanto sobre el escenario como a pie de pista.
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