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Seterosexual #5 (No, no me lleves a por setas)

Seta mágica

«Me declaro amante del producto envasado y proclive a la mohosexualidad», asegura Alejandro Fernández Aldasoro en la quinta entrega de “Palabro de honor”.

Cinco horas con Mario // Geeky Shots
Ir a buscar setas es una actividad prestigiosa que aúna lo deportivo, lo gastronómico y lo medioambiental, pero a la que yo no le encuentro la gracia. En la quinta entrega de “Palabro de honor”, salgo del armario y me declaro amante del producto envasado y proclive a la mohosexualidad.

Hay montones de cosas que no te conviene airear. Una madre (o un padre) arrepentida de serlo sería un buen ejemplo. Una que esté bien harta de ser la criada de egoístas de tres años que no dejan de pedir en todo el santo día.

De darse el caso, lo juicioso sería callarse y esperar el lejano momento en que se piren de casa a repetir los errores de sus progenitores. Si una madre comete el error de comentarlo a sus compañeras de parque infantil para aliviar su culpa, será juzgada implacablemente por sus supuestas partidarias, las cuales fingirán apoyarla a la vez que comentan a sus espaldas: «oye, chica, qué te creías que era esto, haberlo pensado antes». Varias veces he contemplado personalmente esa bajeza.

Qué pereza todo

En el nombre del hijo // Archivo

Sin ser tan dramáticos, en la categoría de gustos personales encontramos varias opiniones que no favorecen a quien las proclama como si tal cosa. Que no te hagan gracia los perros, que prefieras la carne muy hecha, que detestes el trabajo en equipo, que te aburran a morir las traineras o que encuentres los plásticos altamente beneficiosos para tu día a día son cosas que se pueden pensar pero no decir si no quieres que te pongan encima la letra escarlata.

Hay temas ante los cuales solo cabe una respuesta, obligatoria, convencional, normativa, que debe darse con rapidez y convicción, como por medio de un resorte. ¿Athletic? Sin extranjeros. ¿Viajar? Se aprende mucho. ¿Xenofobia? Hace falta más educación. ¿Cacas de perros? Hace falta más educación ¿Educación? Hace falta más educación ¿Cambio climático? Hay que reciclar más. ¿Deporte? Transmite valores. ¿Me quieres como al principio? Sí ¿Me ves más gorda? No. ¿Te vienes a coger setas? Por supuesto.

Setas

Grandes esperanzas // Luann Hunt

Se juntan en la actividad micológica un compendio de virtudes que hace muy difícil su negación: tiene algo de deporte al aire libre, el madrugar de la gente recta, el contacto con el medio natural, el conocimiento de las tradiciones, el retorno al producto local y, cómo no, la comida casera y la gastronomía sostenible, ejes actuales de cualquier existencia comprometida y significativa.

Dejando a un lado las cuadrillas de desgraciados que van al monte en Soria o en Burgos y arrasan con todo, un buen setero es un modelo para las generaciones venideras, e ir a coger setas es una actividad influyente para conseguir el título de ciudadano ejemplar. Como el que tiene un puestazo en ADEGI y corre además medias maratones. Como el que desarrolla de lunes a viernes fresadoras avanzadas para el mercado del Caspio y el fin de semana prepara un bacalao al pil pil de aúpa para catorce en la sociedad. Un buen setero es lo que yo querría haber sido en la vida.

Bosque

El bosque encantado // Donald Giannatti

Una vez fui con dos aficionados a un bosque que resultó ser mágico. Nos internamos y en apenas dos minutos mis compañeros sufrieron una terrible transformación: de repente enmudecieron, empezaron a salivar y desaparecieron en la espesura, cada uno en una dirección. Por lo que sea, el hechizo no me hizo efecto y allí me quedé, solo, mal abrigado, en mitad de un camino difuso, con una bolsa de plástico del BM, una navaja multiusos de mi hijo y una frase que me habían dicho en el coche como todo conocimiento de la materia: “Todas las setas son comestibles, pero algunas solo una vez”.

Careciendo de instinto depredador, me fui por entre unas hayas para guardar las apariencias, y allí anduve, mirando el suelo obsesivamente, como un pointer, hasta que me golpeé la cabeza contra una rama baja. Al igual que en los tebeos, el bosque se llenó de pájaros que piaban abusivamente sobre mí y tuve que dejarme caer bajo el árbol, con el culo sobre la hojarasca mojada y los ojos cerrados por el vértigo. Y así estuve veinte o treinta minutos que me sirvieron para llegar a unas reflexiones que comparto ahora con vosotros.

Setas

Olvídate de mí // Simon John McHaffie

Qué pinto yo aquí, pienso, chupando frío y recogiendo del suelo unas plantas potrosas que no me gustan ni mucho ni poco y que encuentro en la tienda a un precio asequible, qué pinto yo con estos fenómenos que me han abandonado sin avisar y que ahora aparecen con barro hasta las rodillas, me saludan sin preguntarme por qué estoy aquí tirado y sin dejar ni por un segundo de vigilar la tierra, y descubren junto a mí un hongo mordisqueado y con un aspecto repugnante y lo meten en la cesta con la misma alegría que si hubieran encontrado un sestercio romano.

Lo natural está sobrevalorado. Los tomates de la huerta del vecino no me parecen el sumun del sabor y además tienen bichos. Las manzanas cogidas del árbol son igual de aburridas que las que vienen embolsadas. La leche de vaca sacada directamente de una marmita abollada de aluminio y con dos dedos de nata da un asco que te mueres. Y muchas cervezas artesanas me retrotraen a un flash golosina de mi infancia que valía más barato y sabía a pies. El campo aparece ahora idealizado por el bucolismo de oficinista, pero está sin pasteurizar y tan infestado de garrapatas que no hay día que no me vuelva con media docena de ellas agarradas en las piernas. El campo, señoras y señores, es cruel.

Bosque

Sombras tenebrosas // Archivo

Salgo de armario y afirmo que no me interesan las setas ni sus opulentos parientes, los hongos. Que ni soy ni seré un seteroxexual, sano, madrugador e instruido, que disfruta de la naturaleza al mismo tiempo que provee su despensa de alimentos de confianza, orgullo de su familia y ejemplo para la sociedad. Aquí sentado, bajo este árbol húmedo y traicionero, con verdín en los pantalones y la herrumbre del bosque fermentando mi chichón, me declaro en todo caso mohosexual. Y amante de los envases, la química conservante y la higienización.

No, las plantas no me ponen nada. Y, además, soy de Bilbao y yo al bosque solo voy a por Rolex.

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