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Ocio y cultura

Puro teatro (junio): «Nine», machete al machote

Álvaro Puertas protagoniza "Nine" en el Teatro Amaya de Madrid

Nuevo musical de Broadway que llega a los escenarios españoles (Teatro Amaya, Madrid) y que se prestrenó en Bilbao la semana pasada. Una feminista revisión del caduco mito donjuanesco

Contini (Álvaro Puertas), en plena crisis de los 40 // Showtime
Nueva superproducción musical de Broadway que llega a los escenarios españoles (desde hoy en el Teatro Amaya de Madrid) y que se prestrenó en exclusiva en Bilbao la semana pasada. Una feminista revisión del caduco mito donjuanesco

Segunda ocasión en menos de seis meses de disfrutar de un gran musical en Bilbao antes de su estreno en la todopoderosa cartelera madrileña. Si a finales de 2017 el Teatro Campos programaba el interesantísimo montaje para adultos «Casi normales», ahora, el pasado 31 de mayo, la misma sala acogía el estreno absoluto de la versión para España de «Nine» (que hoy, 7 de junio, se presenta en el Teatro Amaya de Madrid). Ambos, musicales de esos a los que se les cuelga la etiqueta promocional de «llegado desde los escenarios de Broadway»; ambos, de esos que, si hacen buena temporada en la capital, viajan en verano «a provincias» invadiendo soportes publicitarios, duplicando precios y agotando entradas durante Aste Nagusia y semanas aledañas. Eso sí, cuando esas propuestas llegan «de tapadillo» y sin el «sello de aprobación» de Madrid, pasan casi desapercibidas… Es triste la casi nula repercusión en prensa (tanto local como nacional) y, sobre todo, es desolador ver el patio de butacas tan desierto (más en casos como estos, en los que estamos ante productos de calidad que llegarían al público si se comunicaran mejor).

Pero no nos vayamos por las ramas y entremos en harina. «Nine» es el musical creado para Broadway en los primeros años 80 basado en la película semiautobiográfica de Federico Fellini «8 y 1/2» (1963). En 1982 se alzó con 5 premios Tony (incluyendo Mejor Musical) y, desde entonces, ha habido producciones del libreto en escenarios de todo el mundo (incluidas algunas propuestas más o menos alternativas en España), también un reestreno en Broadway (en 2003 con Antonio Banderas) y hasta una adaptación homónima al cine (en 2009 con Daniel Day-Lewis, Nicole Kidman, Marion Cotillard, Sophia Loren y Penélope Cruz -nominada al Oscar como secundaria por el papel-). Pero, sea por lo que sea, «Nine» nunca había llegado a nuestro país trasladando la gran producción yanqui a modo de franquicia (en el mejor sentido del término) hasta ahora. La productora Showtime ha decidido levantar, 36 años después, un «Nine» fiel al montaje original para nuestras carteleras. Y qué sentido de la oportunidad…

Porque lo que cuenta «Nine» es la historia de Guido Contini (alter ego de Fellini), un cineasta italiano de éxito que entra, de sopetón y sin flotador, en el lodazal de la crisis de los 40. Pérdida de inspiración, presión de los medios y la industria, falta de confianza en sí mismo, carencia de madurez emocional y espiritual… Y, sobre todo (y aquí es cuando llegamos a la pertinencia de «Nine» en la España de 2018), una insultante displicencia de casanova en lo que respecta al trato con las mujeres. Tiene esposa abnegada a la que ama pero ningunea, amante devota a la que no atiende como necesita, musa secretamente enamorada de él a la que hace repetir una vez tras otra el mismo papel, productora a la que tima, crítica cinematográfica a la que engatusa… Un buen puñado de mujeres que le rodean y sostienen, a las que usa y abusa, de las que se vale y sin las que, en el fondo, no es nada.

Ese despreciable armazón machista sobre el que el protagonista mantiene su estatus, es la base del guion de «Nine». Cada número musical viene interpretado por una de esas mujeres, que nos contará (y cantará y bailará) cómo ve y cómo sufre al divo Guido Contini. En el primer acto (dominado por el júbilo y las lentejuelas), todas serán fogosas y devotas con el huraño y manipulador director. En el segundo (mucho más oscuro y existencialista), veremos a un Contini ya totalmente perdido frente a una mujeres que, hartas, deciden tomar las riendas.

Y ese es el gran acierto de la actual producción de «Nine». Que parte de un texto machista (otro playboy supuestamente admirable para el que ellas son solo objetos -ni pensemos aquí en el «test de Bechdel»: por supuesto que aparece más de una mujer, pero ni se relacionan entre ellas ni, mucho menos, hablan de nada que no sea el macho cabrío en cuestión-), para proponer un espectáculo radicalmente feminista. Después de ser desnudadas (literal o figuradamente) por él, serán ellas las que desnuden ese donjuanismo retrógrado y cansino y lo dejen en pañales (o, más bien, como un niñato de «9» años -de ahí el título- que no sabe nada de la vida).

Nine, el musical llega a Madrid (Teatro Amaya)

Guido Contini y sus mujeres

Aunque ellas son las verdaderas protagonistas, actoralmente quien sostiene el peso escénico de «Nine» es Álvaro Puertas como Guido Contini. Curtido como cover (sustituto) en diversos musicales desde hace una década y visto en la producción de «Sister Act» que visitó Bilbao en 2015, Puertas logra aquí su gran consagración. Apuesto y con gran presencia escénica, se vale de sus dotes vocales e interpretativas para bordar ese complejo papel de pobre desgraciado que navega entre la gloria y la miseria. A su alrededor, un elenco encabezado por la televisiva Roko como esposa sufridora (en una desconcertante elección de casting) y otras seis actrices que no acaban de destacar, no por falta de dotes sino porque se ajustan perfectamente a sus papeles de meras acólitas del divo (mención especial para la más madura de todas, Marcela Paoli -como la productora Liliane-, que se mete al público en el bolsillo gracias a su arrollador poderío escénico).

En resumen, «Nine» es un gran espectáculo con más poso del que podría parecer y que ofrece momentos de altura (como la conocida canción «Be Italian» o la divertida «Folies Bergère»). Sí echamos de menos mayor dinamismo en la escenografía (propia de una superproducción de Broadway pero demasiado estática) y algo más de brillo y fuerza visual en algunos de los números musicales de la primera parte. Ah, y desde aquí una propuesta a la productora, desechen directamente todo el trabajo de iluminación y vuelvan a concebirlo, porque el actual no es que no saque partido al montaje, es que en muchas ocasiones lo hunde entre sombras (¿fallo imperdonable o la desventaja de ver un prestreno en el que el show no está todo lo rodado que debería?). De momento (como a la desigual amplificación de los micros del elenco), le daremos un voto de confianza y volveremos a ver «Nine» en el Teatro Amaya de Madrid, donde está en cartel desde hoy mismo. Y, lo dicho, quién sabe, si allí triunfa, quizá en próximas Aste Nagusia tendremos «Nine» para rato de nuevo en Bilbao. Al tiempo…

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